PERRITA DE TOMAN [ᵗᵒᵏʸᵒ ʳᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢ] PAUSADA.

ᴵⱽ

Inuoka no alcanzó a ver quiénes eran las personas que se bajaban del auto, solo se aferró a la niña con todas sus fuerzas, los hombres no dudaron en forcejear para separar a madre e hija, tomaban de los brazos a Mako y de la cintura a Inuoka, pero esta estaba ensimismada en no separarse ni un milímetro de su hija mayor, su niña. Estas personas gritaban y maldecían a las jóvenes que lloraban y bramaban por ayuda e imploraban que no les hicieran nada, la mujer soportaba los golpes a puño limpio que le daban solo para que no se llevaran a su retoño o para que no le hicieran nada a ella.

Un golpe seco se escuchó y con un suave quejido la señora Hyakuzawa cayó al suelo semi inconsciente, comenzaron a arrastrarla dejando a la niña ahí quien miraba con ojos grandes y temblorosos la escena.

- ¿Y ella? -el hombre que golpeó a su madre la apuntó con un tubo de metal- nos vio -se acercaba de manera peligrosa-

-Dijo que era solo la mujer -agregó otro, trataban de meterla al auto, pero a duras penas se resistía, pataleaba cada vez con menos fuerza, la sangre corría por su espalda-

-Ma... -no podía dejar que se la llevaran, no las iban a separar- ¡Mamá!

No, no lo iba a permitir, se aproximó rápidamente donde esos dos hombre tenían a su madre, pero el tercero le lanzó un golpe con el fierro, logró esquivarlo y se tiró a las piernas de este para derribarlo haciendo que tirara el arma, golpeó sus partes privadas con la esperanza de que no se volviera a parar, luego fue contra los que tenían a la mujer, desgraciadamente está ya estaba en el auto forcejeando por salir, gritaba el nombre de su hija, le pedía que no se acercara, pero la menor hacía caso omiso. Era pequeña, no había nada a su alcance, no era como si pudiera golpearlos hasta noquearlos, antes de que siquiera pudiera empuñar su mano o levantar su pierna el gran hombre le dio un golpe certero en la cien tirándola al suelo, recogió la barra de metal y comenzó a golpearla en los brazos, si no fuera porque uno de sus compañeros le dijo que tenían poco tiempo la habría matado. Pensando que la niña estaba inconsciente se levantó y caminó limpiándose la sangre de sus manos, estuvo a punto de subirse al auto, pero un tirón en su chaqueta hizo que se diera vuelta.

-Tienes agallas -por la adrenalina y rapidez del momento, el hombre intentó cortar el rostro de la chica, pero su movimiento falló por lo que terminó cortando solo su ceja, casi dejándola sin ojo izquierdo, los gritos de la mujer y sus compañeros lo ponían cada vez más tenso, solo atinó a patear el pecho de la indefensa niña, dejándola casi en la rivera del rio-

Se cerraron las puertas, el motor comenzó a sonar y el auto se movió.

- ¡Mako!

Fue lo último que escuchó.

Ahí estaba otra vez, un sollozo se escuchaba a los lejos, el calor de un abrazo la cubría y estaba siendo mecida como si de un bebé se tratara. Estaba adolorida e inconsciente, dormía, no quería despertar ¿Qué había pasado? ¿Por qué le tenía que tocar este tipo de vida? De repente el suave movimiento se transformó en una casi brusca sacudida.

-Oye ¿Estas viva? -escuchaba a penas- ¿Estas bien?

-Claro que no está bien imbécil, está toda ensangrentada -habló una voz un poco más grave-

Respirar dolía, moverse dolía, abrir los ojos dolía ¿Dónde se encontraba? ¿Dónde estaba su madre? ¿Quiénes se la llevaron? El suave tacto de algo ligero en su ceja hizo que abriera los ojos de a poco, unos grandes ojos amarillos con un pequeño lunar bajo ellos fue lo primero que logró visualizar, se reincorporó de a poco tratando de acostumbrarse al dolor que sentía en todo su cuerpo. Cuando por fin tuvo un poco de conciencia los vio, eran dos niños, un chico de cabello negro y el del lunar quien con una gentil sonrisa le extendió la mano, Mako dudó unos minutos, después de lo sucedido ¿Cómo podía confiar en un extraño, así como así? Pero quería ayudarla y era un niño igual que ella ¿Qué podía salir mal? Con cuidado sus manos se juntaron y el chico la ayudó a levantarse.