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.Le dije a Patricia que necesitaba volver a casa unos días para resolver unos asuntos que habían quedado pendientes tras anular mi compromiso con Paul. No me gustó mentirle y menos después de ver lo generosa y comprensiva que había sido conmigo desde el principio, pero me pareció lo mejor. No iba a decirle que me iba porque su socio quería acostarse conmigo y atarme a su cama cada noche, pero era incapaz de ir conmigo a una boda.
No, seguro que creería que me había vuelto loco de atar.
A Diana tuve que jurarle que mi partida no tenía nada que ver con lo que ella me había contado de Paul y no me dejó en paz hasta que le aseguré que asistiría a la boda el sábado y que iría acompañado.
Fui al piso y me preparé algo de equipaje. A Niall no la sorprendió que me fuese unos días a casa y lamentó mucho no poder ir conmigo. Me dijo que aprovechase para pensar y que no se me ocurriese llamar a Liam bajo ningún concepto. A ella le había contado la verdad, más o menos, y le había dicho que se había negado a acompañarme a la boda, con lo que, para Niall, Liam pasó a convertirse en un ser despreciable.
El trayecto en tren hasta Bradford me resultó completamente opuesto al que había realizado semanas atrás para ir a Londres. En ese primer viaje estaba lleno de esperanzas e ilusiones y en ése, en cambio, estaba hecho un desastre. No podía dejar de pensar en Liam, en todo lo que me había dicho y que no encajaba para nada con lo que contaban sus ojos. O quizá eso era lo que yo quería ver y la realidad fuera mucho más sencilla.
Por suerte, el cansancio terminó pasándome factura y me quedé dormido. Cuando me desperté, el tren estaba entrando en la estación de Bradford y vi a mi hermano Nathan esperándome en el andén.
Me levanté y cogí la bolsa, impaciente por bajar en cuanto el tren se detuviese.
A la que Nathan me abrazó, me eché a llorar.
—¿Qué te pasa? ¿Tanto me has echado de menos?
Él volvió a abrazarme y pensé que sí, que lo había echado mucho de menos.
Era un alivio saber que al menos él siempre me abrazaría.
Después de ese abrazo tan emotivo, Nathan me cogió la bolsa y me llevó hasta el coche, pasándome un brazo por el hombro, como cuando éramos niños. De camino, me dijo que mi sobrina y su esposa me esperaban en su casa para que cenase con ellos esa misma noche, así que tenía el tiempo justo de instalarme en mi antiguo dormitorio, ducharme e ir a su casa.
Cuando nos metimos en el coche, me sonó el móvil, lo busqué en el bolso y, cuando vi en la pantalla el nombre de la persona que estaba llamando, decidí ignorarlo.
—¿No vas a cogerlo? —me preguntó mi hermano sin apartar la vista de la carretera.
—No.
—Vale.
El teléfono dejó de sonar y dos segundos después volvió a hacerlo. Miré la pantalla de nuevo y era el mismo número, también vi que había dejado un mensaje.
Volvió a colgar y volvió a llamar.
—Quizá deberías contestar —sugirió Nathan—, no parece que tenga intenciones de darse por vencido.
—No quiero hablar con él.
—Pues ponlo en silencio, hermanito.
—Oh, lo siento.
—Tranquila, a mí Katie también me volvía loco.
—Oh, no, esto —sacudí el teléfono— no se parece en nada a lo tuyo con Katie.
—Ya, bueno. No me lo cuentes, pero me alegra ver que has superado lo de Paul. Aunque, ahora que lo pienso, acabo de darme cuenta de una cosa.
—¿De qué?
—Con él nunca te había visto así —señaló mi hermano con una de aquellas sonrisas suyas tan enigmáticas.
—No te pongas en plan Obi Wan Kenobi, Nathan. Te aseguro que estás muy equivocado.
—Está volviendo a llamar y creo que ya te ha dejado cuatro mensajes.
Miré la pantalla y vi que efectivamente tenía cuatro mensajes de voz y uno de texto. Sólo me atreví a leer el último.
«Contesta el maldito teléfono, Zayn».
¿Daniel había escrito una palabra malsonante? Quizá Nathan tenía razón.
Volvió a sonar y lo cogí.
—Gracias a Dios —masculló mi hermano en voz baja.
—¿Se puede saber por qué no cogías el teléfono? —Liam estaba furioso y su voz resonó en mi interior.
—Porque no quería hablar contigo. ¿Puedo ayudarle en algo, señor Paybe.
Oí que Nathan silbaba tras el volante.
—¡No me vengas con «señor Payne»! Y no vuelvas a hacer esto de no coger el teléfono. Estaba preocupado —confesó al fin.
—¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? Por ti. ¿Acaso no has visto las noticias? Ha habido un accidente múltiple en una de las carreteras de entrada a Bradford. Hay más de veinte víctimas mortales.
—Dios mío. Yo he venido en tren, siempre vengo en tren.
—Pero yo no lo sabía. He pensado que quizá tu hermano había venido a buscarte a Londres y… —Suspiró y sentí su alivio como si fuese propio—. Me alegro de que estés bien, señor Malik. No sé qué habría hecho sin ti.
—Yo… —¿Qué podía decirle? Apenas recordaba por qué me había enfadado con él. Ah, sí, la boda, la boda a la que no quería acompañarme. Carraspeé y tragué saliva para recuperar la voz—. Estoy bien.
—No vuelvas a no cogerme el teléfono. Aunque estés molesto conmigo, no vuelvas a hacerme esto.
—De acuerdo. Adiós, Liam.
—Hasta el lunes, Zayn.
Colgué y noté que mi hermano me estaba mirando.
—Si pretendes decirme que el tal Liam Paynr no es el motivo de tu visita y de tus lágrimas, es que me consideras más tonto de lo que en realidad soy.
—No, Liam Payne es el motivo de todo eso y mucho más, pero ahora no quiero hablar del tema. ¿De acuerdo?
—¿Mañana?
—Mañana te lo cuento, pero hoy sólo quiero estar con vosotros y con mi sobrina.
—Trato hecho.
Estar de nuevo con mi familia y ver a Nathan con Katie me reconfortó, pero al mismo tiempo me obligó a abrir los ojos. Yo seguía queriendo formar una familia, encontrar a ese hombre con el que compartir mi vida. Y ahora ese hombre sólo conseguía imaginármelo con la cara de Liam.
—Nathan me ha comentado que estás saliendo con un hombre —me dijo Katie cuando mi hermano fue a acostar a la pequeña.
—No exactamente —contesté.
—¿Quieres contármelo?
Katie y Nathan llevaban toda la vida juntos y ella era como una hermana para mí. Y, para ser sincera, prefería contarle lo de Liam a ella que a mi hermano. Seguro que él se pondría en plan neandertal y no lo entendería.
—Es Liam Payne, mi jefe —le dije.
—¿Tu jefe?
—El mismo.
—Oh, Dios mío. Voy a sentarme.
—Y eso no es todo —proseguí—. Nunca había conocido a ningún hombre como él.
—De eso no tengo ninguna duda —exclamó Katie—. Tu hermano va a subirse por las paredes. Salir con tu jefe es muy arriesgado.
—No estamos saliendo.
—¿Ah, no? Entonces…
—Es complicado.
—Pues explícamelo —sugirió Katie.
—Liam y yo somos amantes —dije, a falta de otra explicación.
—¿Sólo os encontráis para acostaros?
—No, no, qué va.
—¿Entonces?
—Liam es muy intenso.
—¿En qué sentido?
—En todos y hay muchas cosas que dice que no puede hacer, como por ejemplo acompañarme a la boda del sábado.
—Suena demasiado complicado, Zayn. ¿Estás seguro de que vale la pena que lo pases tan mal por un hombre así? ¿Y sólo por sexo?
—Sí, estoy seguro. Y no es por el sexo. Lo que hay entre Liam y yo… —Suspiré frustrada conmigo misma y con la realidad—. Mira, sé que él no es como Nathan, ni siquiera como Paul. Liam no se parece a ningún hombre que yo haya conocido. Todavía no le entiendo y no sé si encontraremos el modo de estar juntos, pero sé que vale la pena intentarlo. Que jamás podría seguir adelante si no lo intento.
—Entonces, cuenta conmigo. Pero ve con cuidado, no quiero que vuelvan a hacerte daño.
—No te preocupes, lo tendré.
Me despedí de mi hermano y de mi cuñada y regresé andando a casa de mis padres. Ellos estaban de viaje, así que tenía la casa para mí sólo. Fui paseando por la calle principal y giré al llegar al parque que rodeaba la escuela. En un impulso, me acerqué a un columpio y me senté.
Me sonó el móvil y contesté sin mirar la pantalla.
—Hola, Liam.
—Hola —saludó él a su vez—. ¿Dónde estás?
—Sentada en un columpio de la vieja escuela.
—¿Sólo?
—Sí, sólo. ¿Y tú?
—En casa.
«En casa». ¿Por qué me había dado un vuelco el corazón?
Nos quedamos en silencio y él fue el primero en volver a hablar.
—Pensaré en ti, Zayn. Piensa en mí, ¿quieres?
—Buenas noches, Liam.
—¿Llevas la cinta de cuero en la muñeca? —me preguntó él entonces.
Miré y vi que sí. Estaba tan acostumbrado a llevarla que ya no lo notaba.
—Sí. Debería quitármela.
—No.
—¿Por qué?
Tardó varios segundos en contestar.
—¿Te acuerdas cuando te conté que había estado en ese club sadomasoquista?
—Sí, me acuerdo.
—Te dije que había algunos aspectos de ese tipo de vida que sí encajaban conmigo y uno de ellos es el collar que entrega siempre el miembro dominante de la pareja al sumiso. Es un símbolo de su unión. Algo así como un anillo de casados, pero más intenso, más duradero, menos hipócrita. Cuando un sumiso acepta llevar el collar del dominante está diciendo que le entrega toda su vida, que confía en él o en ella para que tome todas las decisiones importantes, que le da su cuerpo y su alma y todos sus sentimientos.
»El día que hice la copia de la llave de mi apartamento le puse la cinta de cuero con la esperanza de que algún día me dejaras que te la pusiera alrededor del cuello. Y cuando vi que te la habías puesto en la muñeca —carraspeó—, bueno, ya sabes lo que sucedió. Tendría que habértelo contado, no debería haber dejado que te la pusieras sin saber lo que significaba para mí.
¿Liam creía que el matrimonio era una unión hipócrita? ¿Que el vínculo que podía existir entre una pareja sadomasoquista era más intenso o más duradero que el amor?
Dios mío.
—Ahora lo sé —le dije, intentando encontrarle sentido a aquella revelación.
—Ve a acostarte, Zayn. Es muy tarde y ninguno de los dos sabemos lo que estamos diciendo.
—Tú también. —No podía dejar de mirar la cinta que me rodeaba la muñeca—. Liam...
—¿Sí?
—Ayúdame a entenderte, por favor. O, si no —tragué saliva y reprimí un sollozo— deja de llamarme. Déjame ir.
—Mi madre era la mujer más dulce del mundo y murió en un accidente de coche con un hombre que la maltrataba y la engañaba.
—Oh, lo siento.
—Ésta es la primera vez que digo esta frase en voz alta.
—Liam…
—Mi padre maltrataba y engañaba a mi madre y el muy bastardo la mató por conducir borracho y a mí me dejó con mi tío, el hombre con el que llevaba años acostándose. Mi hermana y yo también íbamos en el coche.¿Hermana? ¿Liam tenía una hermana?
—¡Oh, Dios mío! —Me llevé una mano a la boca.
—No sé si así podrás entenderme y preferiría hacer cualquier cosa antes que contarte toda la verdad, porque, créeme, ese accidente, por horrible que te parezca, no fue lo peor. —Suspiró—. Quizá incluso fue la salvación de mi madre. Mi hermana… Tengo que colgar, adiós.
—¡Liam, no!Tenía que verlo, tenía que consolarlo y decirle que le quería. No podía ni imaginarme por lo que había pasado. Cuando sus padres murieron él tenía diez u once años… ¿y ya sabía todas esas cosas? ¿Qué le había hecho exactamente su padre a su madre?
¿Y su tío? ¿Y su hermana también había muerto en el accidente? ¿Su padre y su tío eran amantes? No era de extrañar que Liam no se atreviese a confiar en nadie y que sólo fuese capaz de sentir algo teniendo el control absoluto de la situación.
—No me cuelgues, por favor —repetí con lágrimas en la voz.
—Estaré bien, Zayn. Llevo años viviendo conmigo mismo, por eso no quería contártelo, porque sabía que te preocuparías por mí.
—Pues claro que me preocupo por ti, te quiero.
—No, no lo merezco. No quería tener esta conversación por teléfono; de hecho, no quería tenerla nunca. Ahora voy a colgar y tú vas a subir a ese coche que está esperándote en la esquina…
Miré hacia el lugar en cuestión y, efectivamente, vi uno de los coches de Liam con su chófer.
—¿Me has mandado un coche?
No sabía si enfadarme o darle las gracias.
—Por supuesto —afirmó, con su arrogancia de siempre y, tras unos segundos, añadió con una voz algo distinta—: Cuando he oído lo del accidente —carraspeó—… no iba a permitir que te sucediese algo. No te preocupes, Frederick está alojado en el hotel de la ciudad y se quedará hasta que vuelvas.
—No quiero que tu chófer se quede haciéndome de niñera.
—Frederick no es ninguna niñera, es cinturón negro y habla siete idiomas. Procura que no se entere de que lo has llamado así. Se quedará y te llevará a donde quieras. Y el sábado te traerá a Londres a tiempo para la boda. No le compliques la vida al pobre hombre, le he dicho que si le das esquinazo lo despediré.
—Ah, no, Liam. Eres muy hábil. Sabes que así me sentiré culpable y te seguiré el juego.
—Eso lo has dicho tú, no yo. Ve a dormir y descansa. Disfruta de estos días con tu familia.
—¿Y tú qué harás?
—Esperar a que Frederick me llame para contarme qué estás haciendo y llamarte luego para hablar contigo. Nos vemos el lunes, señor Malik. Buenas noches.
—Buenas noches, Liam.Colgué y me levanté del columpio para ir a saludar al pobre hombre.
—Buenas noches, Frederick, lamento que el señor Payne lo haya hecho venir hasta aquí.
—No es ninguna molestia, señor. Es un placer volver a verlo—me contestó, al abrirme la puerta—. ¿La llevo a su casa, señor Malik?
—Sí, Frederick, pero llámeme Zayn, por favor. Al parecer, va a pasar unos cuantos días conmigo.
—Como usted quiera, señorito Zayn.
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Noventa días « Ziam »
FanfictionTras poner punto final a su relación días antes de la boda, Zayn Malik decide romper con su vida anterior y se muda a Londres dispuesto totalmente a empezar de cero. Él cree estar listo para el cambio, pero nada lo ha preparado para enfrentarse a Li...