ventidos;

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Llegó el sábado y Frederick me llevó de regreso a Londres con tiempo de sobra para descansar un poco y arreglarme para la ceremonia. Después de aquella conversación telefónica en el columpio, Liam me llamó a diario, pero no volvió a mencionar la muerte de sus padres y yo tampoco. Fueron llamadas cortas, casi siempre para preocuparse por mi bienestar, y en todas me hizo sentir que pensaba en mí y que me echaba de menos, aunque no llegase a decírmelo como a mí me gustaría oírlo.

En cuanto a la boda, después de hablarlo con mi cuñada, decidí llamar a Shawn y preguntarle si quería acompañarme. Él aceptó encantado, a pesar de que le conté que antes se lo había pedido a Liam y que se había negado. Me dijo que sería divertido volver a vernos, fueran cuales fuesen las circunstancias.
Acababa de salir de la ducha cuando Niall llegó al piso y entró decidido en mi dormitorio para ayudarme a elegir traje.
Descartamos varias opciones por ser demasiado recatadas o demasiado provocativas y al final decidimos, o mejor dicho, Niall decidió, que iba a ponerme un traje color verde botella que me había comprado para la cena previa a mi boda con Paul. Era precioso, con el tejido cubierto por una capa finísima de lino transparente que hacían que cuando me lo ponía pareciera un Dios griego o una celebridad. El pantalon me llegaba a ajustar al cuerpo perfecto, parecía que mis piernas eran largas y así también podía lucir los zapatos tan espectaculares que me había comprado a juego.

Me puse también los dijes que Daniel me había comprado aquel fin de semana y que no me había atrevido a ponerme para ir al bufete, luego me peine y me sequé el cabello.
Llamaron al timbre y Niall fue a abrir. Shawn era muy puntual, pensé, al mirar el reloj de mi dormitorio. Me eché unas gotas de perfume y cogí un pañuelo y el abrigo que Liam me había regalado.

Salí y vi a mi amigo, devastador con su esmoquin y el pelo peinado hacia atrás, hablando con Niall, quien al parecer se había quedado mudo y estaba casi babeando. En su defensa, tengo que decir que si yo no hubiese estado tan enamorado de Liam como lo estaba, seguro que también me habría comportado como un idiota al ver a Shawn Mendes en plan Brad Pitt en Ocean’s Eleven.
—Hola, Shawn. —Él no me contestó, al parecer estaba tan absorto con Niall como este con él—. Hola, Shawn —repetí subiendo el tono de voz.
—Ah, hola, Zayn. —Reaccionó y se volvió para mirarme—. Estás precioso, seguro que tu exprometido se pegará un tiro cuando te vea.
—Gracias, Shawn, tú también estás muy guapo. Veo que has conocido a Niall.
—Sí, el joven Horan ha tenido la amabilidad de hacerme compañía mientras te esperaba.
Niall se sonrojó y yo me pregunté por qué diablos nos afectaba tanto encontrarnos con un caballero. Sería la sorpresa, hoy en día había tan pocos…
—El coche está abajo, esperándonos —añadió Shawn.
Sí, lo que yo decía, todo un caballero.
—Pues vamos. No quiero llegar tarde y que todo el mundo nos mire.
—Te mirarán de todas formas, Zayn —dijo Niall, recuperando cierta normalidad—, de eso no te quepa la menor duda.
—Ha sido un placer conocerla, señorito Horan. Volveremos a vernos pronto.
Niall dijo algo tan poco elocuente como «ajá» y yo lo salvé llevándome a Shawn de allí.
—Tienes que darme el número de Horan—fue lo primero que él me dijo al sentarnos en el coche.
—Por supuesto, pero ¿te importaría pedírmelo? Últimamente todo el mundo me da órdenes.
—Claro, lo siento. ¿Podrías darme el número de teléfono del señorito Horan, por favor? Si no me lo das, te robaré el móvil.
—Por supuesto. ¿Ves como no ha sido tan difícil?
—Ni te lo imaginas —se burló él—. Me alegro de que me llamases.
—Sí, yo también. No quería ir sólo a la boda.
—¿Todavía sientes algo por tu exprometido? —me preguntó.

A él no le había contado toda la historia, pero sí lo suficiente como para que pudiese hacerse una idea.
—No, pero ya sabes, no quería estar en desventaja.
—No puedo creer que Liam se negase —dijo Shawn.
—Tiene sus motivos —lo justifiqué sin darme cuenta.
—No lo defiendas. Conozco a Li desde hace muchos años y me cuesta creer que te deje plantado en una situación como ésta.
—¿Conoces al tío de Liam?
—¿A Stephen Payne? Sí, por supuesto. Cuando Liam y yo estábamos en la universidad, lo visitó allí en un par de ocasiones y luego yo fui a pasar unos días a su casa y también estaba. Casi nunca está en Londres, creo que tiene su residencia en Estados Unidos, pero hace poco coincidí con él aquí, en Inglaterra.
—Es el hermano del padre de Liam, ¿no?
Se me encogió el estómago al recordar lo que Liam me había contado acerca de su padre y de su tío.
—Sí, pero si no me falla la memoria, ambos eran adoptados. Los abuelos de Liam no podían tener hijos y por eso su padre y su tío se parecían tan poco. Aunque si recuerdo bien, Liam es idéntico a su padre, pero según dice mi abuela, tiene los ojos de su madre.

Noventa días « Ziam »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora