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Las semanas pasaron, dándole la bienvenida al mes de Junio. Mi hermano era igual de terco, Brendon igual de imbécil, Austin igual... el único vínculo que se comenzó a romper fue el de Debby. No pasó nada, fue algo que pudo ser y no fue. Había pasado más tiempo con mis amigos, y quizás me olvidé de seguir conquistándola. Tal vez no estaba tan enamorado como pensé. Sin embargo seguía pareciéndome hermosa. Mi cabeza comenzó a darle vuelta a otras cosas dándome cuenta de que si ella estaba o no el mundo no acabaría. La química no había muerto del todo, simplemente nos distanciamos.

Por otro lado, el castaño y yo seguimos igual. Venía a comer sopa casi siempre que mamá hacía, ayudó a papá a pintar el garaje un par de veces, tocó la guitarra, y me llevó una vez más al salón de patines, dijo que era solo para verme caer. Aveces lo veía mal, habían ratos donde era más reservado, y frío, no lo culpaba. Lo que sea que le hacía su padre no era su culpa, y no quería forzarlo a contarme o hablarme de todo por más que quisiera ayudarlo. Fuera de eso, sus uñas pasaron de color negro, a un color rojo, rojo oscuro, su cabello creció, y pintó de rubio las puntas hace unos días, fue sorpresivo. Sin embargo sus rasgos característicos seguían intactos. Pálido, con sus ojeras, sus labios rosas, como frunce el ceño cuando no entiende algo, cruzar la calle sin mirar, su obsesión con los atardeceres y girasoles, sus cigarros...

Desde que conocí a Tyler, el tiempo se a pasado volando, cuatro meses, cuatro jodidos meses y seguía pensando que era como un rompecabezas, uno que tiene un millón de piezas, y a pesar de que pude formar un parte, faltaba, y faltaba muchísimo.

Él seguía trabajando, dijo que ahorraba para salir de su casa apenas terminara el instituto.

Hablando de él, estaba afuera del instituto con su cigarro, el viento le revolvía el cabello de puntas rubias y raíces castañas.

Cuando me vio acercarme, movió la cabeza para el lado contrario limpiándose la mejilla. Sabía cuando lloraba, él  pensaba que no me daba cuenta, pero obvio lo hacía.

-¿Qué?-Gruñó volteándome a ver. -Antes de que preguntes sí, estoy bien, solo me alteré un poco.

-Tyler no quiero sonar tan necio con esto, pero te he visto agotado, no te pido que me cuentes todo, solo que me preocupas...

-Pára, ¿si?- Le dio una última calada al cigarro para luego apagarlo con su zapato. Unas botas negras desgastadas.

-Escapémonos.

Eso fue un impulso. Uno que no supe de donde salió, solo lo dije. Pero quería hacerlo. No sé si fue porque él no estaba bien esa mañana, pero quise sacarlo de la rutina, quería que despejara su mente, quería saber que le pasaba, quería entenderlo. Sé que el intentar distraerlo un rato no cambiaría nada, pero ese era mi granito de arena.

-¿Qué? ¿Ahora?

-Que si joder, escaparnos un día del instituto no nos va a matar, caminemos de aquí, vamos a caminar por toda la ciudad.

-Bueno.-Dijo con firmeza.

Eso era algo que admiraba de Joseph. La firmeza con la que decía las cosas en ocasiones, que aveces era muy directo y decía las cosas sin pensar. Que ser grosero era su forma de dar cariño.

Me sonrió. Fue cálido. Antes de cruzar la calle, miramos que ningún maestro estuviera cerca y listo eso fue todo. Nuestras mochilas en la espalda, un brisa suave, sin un destino y él.

Sabía que si mis padres se enteraban estaría en problemas, y Jordan se burlaría de eso. No me importó lo hacía por Tyler. Además él era genial, amaba pasar tiempo con él siempre tenía algo que decir.

-¿Crees que en veinte años recordaremos todo esto?-Comentó.

-Sí. ¿Tú?

-¿Te acordaras de mi Joshua?- Susurró bajando la mirada.

No iba a mentir. Claro que lo haría. En cuatro meses, Tyler se había convertido en alguien importante, hablábamos cada que nos topábamos en los pasillos, cuando lo veía cuando salía a correr, o cuando se nos ocurrían este tipo de estupideces de escaparnos, o salir a algún lado. A pesar de que había pasado tiempo, sentía que aún no lo conocía al cien por ciento, nunca terminamos de conocer a las personas, y tenía eso bastante claro. Sin embargo, yo quería conocerlo, y si tuviera que hacerlo desde cero una vez más lo haría porque es increíble. Él es increíble.

-Sí, por su puesto.-Sonreí.

-Cuando tenga cien años, me acordaré de ti.

-¿Cien?

-Sí, volveré a tras a mis años cuando tenía dieciséis, y me acordaré de ese idiota que conocí una noche mientras jugaba baloncesto, y como poco a poco se convirtió en mi amigo, volveré a ver a mi derecha y estarás tú ahí sentado, igual de feo, viejo y arrugado.

-Muy bien, parece un excelente plan.

-Obvio lo es.

-¿Y si cuando estemos viejos se nos olvidan nuestros nombres?-Bromeé.

-Me tatuaré el tuyo.

-Yo el tuyo. Además Joseph, eres como un tatuaje mental, será imposible olvidarme de ti.

-¿Y eso?

-Bueno, tienes una personalidad única, al igual que tu carácter, eres Tyler, y eso de ese diferente al resto, estoy seguro que te recordaré.

-Yo te recordaré a ti como un bobo que decía puras cursilerías que daban asco.-Bromeó dándome un empujón en el hombro.

-¿Ah si? Bueno, me callaré entonces. No se te puede decir nada. Que grosero.-Me crucé de brazos frunciendo el ceño jugando.

-"Joshua Dun, el imbécil sentado a la par mía que de joven decía puras babosadas" así mismo te voy a recordar a mis cien años. -Rió.

-"Tyler Joseph, el tonto sentado a la par mía que de joven era un grosero que no se le podía decir nada porque se tomaba todo como una cursilería y me daba asco" ¿Te parece eso para ti?

-Bueno. Te esconderé tu dentadura.-Siguió jugando.

-Yo esconderé la tuya donde no alcanzas.

-¿Crees que lleguemos a los cien años Dun?-Sonó un poco más serio sin quitarle la pizca de humor.

-Sí.-Coloqué mi brazo sobre sus hombros y el dejó salir el aire con una sonrisa.

Pensé justo en eso, en un Tyler de cien años, arrugado, y delgado, escondiéndome la dentadura y llamándome imbécil.

Pensar en el futuro fue nuestro primer error. Porque nos equivocamos.

1 9 8 5//[tysh/joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora