Frank
El viernes había llegado en un abrir y cerrar de ojos, demasiado pronto después del largo trayecto que habíamos recorrido Gerard y yo en busca de este día, y siendo sincero, me encontraba nervioso.
Por un lado estaba el concurso por la beca universitaria, mi venganza... más bien dicho, nuestra venganza hacia Bert, pero por otro, estaba Gerard, algo para lo que no me había preparado a diferencia del gran evento que nos esperaba.
Tenia prácticamente todo preparado, mi ensayo había sido entregado el día anterior y mi discurso estaba listo, tuve el tiempo suficiente para enfrentarme a este día pero ahora había algo más, alguien más y era Gerard. El chico no había entrado en mis planes desde el inicio pero de alguna manera, ahora era lo que más me preocupaba ahora.
Lleve mis manos llenas de agua fría a mi rostro tratando aliviar un poco ese sentimiento extraño que crecía en mi interior, pequeñas gotas de agua caían de mi cabello y se deslizaban por mi rostro lentamente mientras lo único que podía hacer era ver mi reflejo en el espejo del baño pensando en ¿que había hecho?
Después de secar mi rostro me dirigí a mi habitación para prepararme pero no sabía por donde comenzar. Todo lo que podía hacer era pasearme por toda mi habitación, reflexionando sobre si realmente podría hacer esto o no. Si estaba dispuesto o no, y si estaba listo o no para dejar todo atarás y empezar de nuevo.
¿Gerard Way y yo? Era la pregunta que se repetía en mi mente una y otra vez. Claro, ahora nos conocíamos más de lo que hicimos en todos los años anteriores asistiendo a la misma escuela juntos, es más se podría decir que éramos amigos, pero ¿Estar en una relación con el? ¿Qué acaso no era demasiado pronto?
¿Me gustaba Gerard como persona? Por supuesto que sí, se había ganado mi confianza y podría decir que mi cariño, pero ¿me veía románticamente con el? Mirando más allá de su conexión con el lado norte, me había acostumbrado al nuevo Gerard. Ya no era ese chico engreído del norte, pero ahora mucho más y eso me gustaba de él, porqué debajo de su masca, ese Gerard siempre había estado ahí.
¿Pero una cita? No estaba seguro de cuándo sucedió, ni porqué le dije que sí esa noche qué me preguntó fuera de los vestidores. Todo había cambiado demasiado rápido en tan poco tiempo, y repasando todo el tiempo bóvido juntos no pude encontrar más que sinceridad en mis pensamientos.
Desde el momento en que comenzamos a besarnos, una parte de mí dejó de verlo como un amigo potencial, pero más. Me había enamorado irremediablemente de un chido del lado norte.
¿Pero era suficiente? Éramos de dos mundos diferentes, y si bien una amistad había demostrado ser muy posible, ¿podría una relación salir de la misma manera?
Sabia que Gerard no lo había hecho a propósitos, pero todo en el me hacían sentir diferente, desde su carisma y actitud ante la vida hasta sus lindos rasgos dependiendo de su estado de ánimo. Gerard me había demostrado ser una persona que valía más que todo el oro del mundo junto, alguien que merecía lo mejor, y justamente eso era lo que me alejaba de alguna manera de él.
Había una línea entre ambos, una línea que sin saber hace mucho tiempo había creado para separarnos. Yo no era lo mejor para Gerard, dejando a un lado que éramos prácticamente polos opuestos, mi temperamento y mis problemas siempre han sido mis mayores enemigos, logrando alejarme de todos.