Me molestó que Jamia no me hubiera llamado o aparecido en lo que parecía una eternidad. Verla el jueves con Nick me dejó un mal sabor de boca. Aunque se veía normal y tranquila, el pensar que Nick hizo algo para callarla o alejarla de mi era casi imposible al igual mirarlo a los ojos, especialmente cuando lo que más deseaba era darle una lección. El monstruo no merecía caminar libremente con confianza por ahí, como si su pequeño secreto estuviera solo entre él y la pequeña inocente.
Mientras tomaba mis 20 minutos de descanso en el trabajo, me tomé el tiempo para salir de la cafetería de Elena e ir a usar el teléfono público, desesperado por escuchar la voz de Jamia y a asegurarme que se encontraba bien. Una parte de mí sabía que si ella estaba en problemas ella vendría a mí, y otra parte, una parte pesimista, sentía que no vendría a mi por miedo o algo peor. Me apoyé contra la pared de la pequeña cabina del teléfono público, esperando impaciente.
"Contesta, contesta", solté en voz alta, deseando que Jamia contestara el teléfono.
"Hola?" alguien preguntó, respondiendo la llamada. Por un momento me sentí aliviado, pero sentí miedo al reconocer la voz de Nick.
"Nick?" Se suponía que no debía estar en casa. Se suponía que debía trabajar de noche, se suponía que Jamia tenia el día para estar tranquila en casa.
"Si?"
"Estás en casa", murmuré derrotado, suspirando molesto mientras pegaba mi frente al frío metal de la cabina. No podía ser bueno, con la madre de Jamia en el trabajo durante el día, nadie impedía que Nick volviera a intentar sobrepasarse con Jamia.
"Sí, es mi día libre...Frank?" Cerré mis ojos con fuerza, mi mano temblando mientras agarraba el teléfono lo mejor que podía.
"Sí, llame para hablar con Jamia".
"Oh". Soltó serio, tomándose su tiempo para continuar. "Jamia no está por aquí, probablemente esta jugando con alguna una amiga. Me aseguraré de decirle que llamaste, de acuerdo?"
Mordí mi labio con fuerza, tratando de calmar ese sentimiento en mi estomagado al igual que mi mente. Si Jamia me había contado su situación era por que confiaba en mi, no podía actuar sin su consentimiento solo por que presentía que algo malo pasaba. "Claro, Nick, gracias".
"No hay problema." Colgó sin decir ni siquiera un adiós, el bastardo.
Al no tener otra opción, volví a la cafetería y a mi puesto tras la caja registradora. Pete estaba haciendo su tarea en la barra, sentado justo enfrente de mi mientras devoraba las galletas de Elena.
"Qué pasa?" preguntó, notando cambio de actitud.
Me encogí de hombros. "Nada."
Pete asintió, dejando el asunto a un lado. "Bueno, el próximo viernes es el gran día, y luego el domingo se entrega el premio, nervioso?"
A decir verdad, no estaba nervioso. Todo estaba en mi ensayo y entrevista, los cuales sentía que iban a ser lo suficientemente buenos como para atraer a los administradores e influir para ganar el primero. Al ver cómo era el ensayo sobre lo que el dinero podía hacer por mí, supe que tenía una ventaja sobre Bert; su familia tenía el dinero para enviarlo a la universidad que quisiera sin necesidad de ganar una beca, y eso, era algo que todos sabían.
"No", admití simple con una sonrisa. "Estoy listo para que todo esto termine".
Pete estuvo de acuerdo, sonriendo de igual manera. "Sí, cuanto antes termine todo esto, mejor. Ganarás el premio, veceras a Bert y te quedarás con su chico, o bueno, ex-chico".
"Gerard y yo no estamos juntos en realidad, Pete".
"Estas seguro? Por que ayer te besó como si fueras el único chico en el mundo y también después de la escuela y durante el juego". Alzó una ceja, sin creer una sola palabra de lo que había dicho. Seguro o no, no iba a engañarme a mi mismo para creer que realmente teníamos una oportunidad fuera de nuestro plan de venganza. La vida real no funcionaba de esa manera.