Gerard
El miércoles por la noche después de estar en el club de campo, Frank y yo fuimos al lado sur en su auto nuevo para tomar un pequeño paseo. Removió el capote de su auto y el viento soplaba a nuestro al rededor mientras la música de la radio nos acompañaba en el camino. Fue lindo cuando Frank tuvo la confianza como para cantar frente a mi mientras compartíamos risas por sus destinaciones.
Fuimos a la cafetería de Elena para poder cenar en donde Frank y yo repetimos otro baile antes de sentarnos a comer. Esta vez en lugar de Elena, un chico alto y delgado de cabello rubio tomó nuestra orden y al parecer Frank lo conocía pues ambos se saludaron felices de verse. Mikey. Su nombre quedó grabado en mi mente al igual que su mirada; había algo conocida en ella que me intrigaba. Hablamos un poco y descubrí que Elena es su abuela, y que es un chico amable y un poco tímido, tiene una relación con Pete y es otra prueba más que las personas del lado sur no son tan malas como todos pensaban.
Después de unas horas Frank condujo hasta mi casa, en donde los problemas comenzaron. Mamá enloqueció cuando escuchó como le había dicho a mi padre que había estado en el lado sur, más específicamente en la cafetería de Elena. No pude entender el por qué le molesto que hubiera ido ahí, mucho menos el por que me prohibió regresar; pero eso era algo a lo que no estaba dispuesto a obedecer.
Discutimos un poco y termine castigado por dos semanas, y desde entonces solo he visto a Frank y a Lindsey en la escuela. No podía comprender la repentina actitud de mi madre, quien era una Southie y nunca había reaccionado de esa manera antes, tanto que podía jurar que mi padre se encontraba en la misma situación que yo; confundido. Sabía que mamá guardaba muchos secretos, pues sabía unos cuantos sin que ella supiera y con su reacción, descubrí que quizás tenía otro, un secreto más profundo y apartado, uno en el lado sur.
En esas dos semanas habían pasado muchas cosas, pero lo que más me había molestado era la insistencia de Bert en hablar conmigo. No había hablado con él desde que golpeó a Frank y trataba de ignorar cada una de sus llamadas, tanto que controlaba el hecho de bloquear su numero de celular.
Al estar castigado no tenia mucho que hacer, más que estar en mi habitación todo el día haciendo una huelga contra mi madre que nunca ganaría. La playlist que Frank había hecho para mi sonaba desde mi laptop mientras yo buscaba entre mi ropa algunas prendas que se verían bien con mi nuevo yo.
Mi celular comenzó a sonar minutos después, lo cual me emociono pues el nombre de Frank apareció rápidamente en mi mente pero se desvaneció a decepción cuando el nombre de Bert se iluminaba en la pantalla. Qué acaso no entendía que no quería hablar con él? Indeciso, tomé mi celular en mis manos y la curiosidad se apoderó de mi.
Qué sería tan importante como para llamarme todos los días?.
"Qué quieres, Bert?" Conteste al cuarto timbre, sin saludar y dejando en claro que me estaba molestando.
"Wow, así es como saludas a un viejo amigo, Gee?" Bert rió, provocando que sus palabras junto a su risa me pusieran la piel de gallina.
"Alguna vez fuimos amigos Bert?"
"Por supuesto que lo fuimos. También éramos más que eso, Gerard". Me estremecí al recordarlo. Había dejado que Bert entrada en mi vida, en mi cabeza y en mi corazón, sin olvidar que también en mis pantalones y cómo me había pagado al final? Oh si, abandonándome por mi amiga debido a los "deseos de sus padres".
