Gerard
Mis nervios aumentaban cada vez más con cada segundo transcurrido mientras estaba parado en el porche de los McCrackens, sin saber si debía tocar el timbre o salir corriendo. Estar a solas con Bert era lo último que quería hacer, pero seguía diciéndome a mi mismo que era por el plan. Si Frank podía mantener su lado impulsivo y violento controlado mientras estaba con Bert, entonces yo también podía dejar mis sentimientos a un lado.
Es parte del plan- Seguía repitiendo en mi cabeza y había sido lo mismo que le había dicho a Frank cuando hoy en la escuela me exigió de nuevo que no viniera a casa de Bert. Frank me había contado lo que Bert había dicho sobre mi el día que lo golpeó y lo que había insinuado hoy después de su reunión con el director, pero la verdad era que yo no le tenia a Bert; me tenia miedo a mi, a mis sentimientos.
Después de respirar profundamente, seguí adelante y toqué el timbre. En lugar de que la ama de llaves de los McCracken abriera la puerta, fue Bert quien me recibió con una sonrisa.
"Gee, te ves increíble". Hizo un gesto hacia mí, contemplando mis jeans negros y mi suéter de lana color rojo. Era un lindo día de octubre, lo suficientemente frío como para tener que salir abrigado.
"Gracias". No tomaría en serio sus cumplidos. Frank me había advertido sobre las cosas que Bert le había estado diciendo y de lo molesto que estaba por nuestra amistad; Bert tenia que estar fuera de sus facultades mentales como para pensar que podía poseerme y controlar mi vida.
Bert se hizo a un lado, tomando mi mano para llevarme dentro de la malvada guarida de los McCracken. Diferentes recuerdos llegaron a mi mente al caminar de nuevo por su casa, provocando que se formara un nudo en mi garganta. Bert me guío por el pasillo donde las paredes estaban pintadas de dorado y una estantería llena de trofeos colgaba de esta, era como su pasillo de la fama. Pude ver que junto a los premios de sus hermanos había un espacio vacío, muy probablemente reservado para Bert.
Me complació saber que nunca recibiría el premio. Sonreí placenteramente mientras tomábamos asiento en el sofá marrón del salón. Bert se giró de inmediato en su lugar para que todo su cuerpo estuviera frente a mí mientras descansaba su brazo sobre el respaldo del sofá. Sus ojos azules oscuros me veían insistente mientras estábamos sentados en silencio.
"Cómo haz estado, Gerard?" preguntó unos momentos después.
"He estado bien, Tú?" Se encogió de hombros mientras continuaba mirándome. Segundos después Bert comenzó a acercarse, estirando su mano hasta acariciar mi brazo con el dorso de su palma.
"Sabes, Gee, pensé que estaba bien. Pensé que todo estaba bajo control". Bert dejó de acariciar mi brazo y volvió a mirarme. "Pero estaba equivocado."
Estaba actuando tan extraño, y lo último que quería era que Bert me tocara. Me estremecí. "Ah Si?"
Bert se inclinó más cerca, mirándome a los ojos. "No me di cuenta de lo hermoso que eras hasta que te dejé ir. No me di cuenta de lo mucho que significabas para mí hasta que ya no estabas allí. No me di cuenta de que te extrañaría tanto y lo estúpido que había sido hasta que te vi con él".
Sus palabras eran dulces y el tono en su voz lo hacía sonar sincero, pero sabía en el fondo que nada de lo que dijera era real. Sabía muy bien lo que quería hacer; tratar de envolverme con sus lindas palabras para poder tenerme a sus pies de nuevo, para alejarme de Frank y volver a exhibirme como su trofeo. La idea de que fuera capaz de eso me entristeció.