Alivio

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Una cálida luz me embargaba manteniéndome en un pequeño trance. Un dolor agudo penetro en mi brazo derecho, estaba demasiado atontado para moverme o defenderme del dolor que se iba disipando. Abrí mis ojos en su totalidad percatándome de la fuente de luz que se encontraba bañándome.

—Al fin despiertas— una señora con uniforme blanco me miraba desde arriba tapando un poco la luz de la lámpara.

—Hóncros— la voz del profesor me hizo levantar ligeramente mi cabeza.

Estaba en una camilla de la enfermería, el pequeño lugar en el que me encontraba estaba rodeado de mantas color turquesa como en un cubículo de hospital. Mi profesor me miraba severa pero preocupadamente, se encontraba sentado al lado de la camilla.

—La enfermera me comento que tenías niveles bajos de lípidos, estas casi en desnutrición— a penas entendía lo que pasaba, pero esperaba que las palabras del profe fueran distintas a las que formule en mi cabeza —Hóncros, tu aptitud siempre ha sido extraña y retraída— se levantó posicionándose a mi lado mientras posaba su mano en mi hombro —¿tus padres…?

—¡No!— la enfermera y el profesor se apartaron sobreexaltados al escucharme decir eso.

Sentía punzadas en mi cabeza, pensamientos que violentamente azotaban mi mente. Mi padre que amaba castigarme de las peores maneras posibles cuando no hacia lo que quería. Mi madre que se la pasaba en el trabajo y cada vez que intentaba hablarle me gritaba estresada. No pude evitar ponerme a temblar tapándome la cara con la mano.

Los dos me miraban atentos a mis reacciones. Estaba desorientado, eso me permitía cometer errores como demostrarles este lado de mí a los menos indicados.

—¿Estas bien?— el profesor hablo rompiendo el silencio.

Respire hondo volviendo a tensionar mi cuerpo para que parase de temblar. Baje mi mano dirigiendo mi mirada al profesor y luego a la enfermera.

—¿Qué me inyecto?

La enfermera algo atontada tardo un poco en reaccionar, se acomodó el cabello negro que se pasaba por encima de sus hombros.

—Es un suero especial, contiene algunos nutrientes que te pueden ayudar a mantenerte en pie— respondió amablemente, su mirada de lastima me era repulsiva.

—Por favor déjenme solo hasta que el suero se acabe.

Pensé que alguno se quejaría, pero como perros fieles dieron marcha atrás sin articular palabra alguna.

Tenía asuntos más importantes para preocuparme, pero el primero que debo abordar es mi reciente descubrimiento.

—Todo cambia porque mis acciones cambiaron— murmure para mí mismo.

La sucesión de hechos es una línea recta, si en un punto de esta regresas y cambias algo entonces la dirección de la línea cambiara, es un concepto simple pero me hizo entender porque todo es distinto de mi sueño. Debido a que no comí los tomates que me ofreció Gabriel, me desmaye, esto me evito el daño de los matones en el aula. Tal vez si voy a otro lugar no tenga que pasar por la persecución de Roy. Era obvio lo que tenía que hacer para evitar eso.

El suero se había agotado en su totalidad, me sentía revitalizado al cien por ciento. La enfermera se acercó retirando la aguja de mi brazo mientras colocaba un algodón con alcohol.

—Esto debería bastar, procura comer mejor cuando vengas a la escuela la próxima vez— asentí con la cabeza y se retiró para desechar lo utilizado.

Me levante algo atontado lo cual hizo que me apoyara en la camilla. Camine con algo de dificultad por mis piernas entumecidas. Abrí la puerta observando el pasillo que se encontraba vacío, camine por este hasta llegar al centro de la institución.

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