Olor a hierba

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—Roy— volteo la cara en mi dirección, no pude ver sus ojos por el matojo de pelo negro que tapaba parte de su cara, supuse que tenía su atención —¿Puedes ponerlo en el garaje?

—¿Demasiado nenita para levantarlo, Grey?— una sonrisa que desbordaba ego se dibujó en su cara.

Rodé los ojos.

—Es para aprovechar el tiempo.

—Sí, sí, claro nenita, yo me encargo— se agacho para acomodar la carga.

Puse mi pie en un escalón y seguí haciéndolo sucesivamente, pisada tras pisada. No pensé que Roy fuera tan estúpido, de esta manera si descubren el cuerpo no solo me arrestaran a mí, sino a la persona que dejo sus huelas en el muerto, si yo caía el igual. Legue al pasillo que conectaba las habitaciones y al baño de arriba, me dirigí a la habitación de mis padres, aunque últimamente solo mi madre dormía en la habitación, pues mi padre solía dormir en el sofá.
Gire la perilla, un olor familiar ingresaba en mí, era cálido, algo que no había sentido en  mucho tiempo, desde aquel día.

—El lago…

El sol de la tarde apenas había logrado su punto máximo cuando llegamos a aquel lago, mi madre se bajó del carro que teníamos y yo fui tras ella, era un lago con agua cristalina. Era precioso.

—Concéntrate Grey— palmee mis mejillas en un intento de espabilarme.

Me lance debajo de la cama y empecé a hurgar, toque algo y lo jale. Una caja de cartón con algunas cosas de mi padre incluido su teléfono, lo agarre con una mano y hundí en el botón de encendido, la pantalla destello con el logo de la marca, al parecer todavía poseía algo de energía.
Intente recordar la contraseña de mi padre, para cuando el teléfono término de encenderse, ya recordaba la contraseña, deslice e introduje “antigüedad” en el panel de contraseña.

Había varias aplicaciones, tantas que ni pude imaginar la cantidad de espacio que tenía el teléfono. Busque la app de mensajería y presione, se abrió una ventana donde habían varios chats. Baje un poco y pude ver el chat de Marcus, entre en él y busque rápido información relevante. La mayoría eran conversaciones simples y cortas sobre favores, algunas deudas con la mafia y ocasionalmente unas idas a bares, pude notar que un punto de encuentro se repetía regularmente en la conversación, Sweet foliage, el lugar donde fui por el pedido de mi padre.

—El marihuanero— contuve las ganas de vomitar al recordar los olores de aquel lugar.

—¿Qué marihuanero?— Roy se sacudía el pantalón, parado en la entrada del cuarto.

—Mi padre y Marcus solían reunirse en una tienda, esa tienda es Sweet foliage, el que trabaja ahí huele a hierba.

Roy puso su mano en su mentón y parecía meditar algo.

—Creo recordar que mi padre también menciono algún lugar con ese nombre y que tenía un pésimo olor.

—Concuerdo con tu padre, ese lugar huele como si hubiesen animales muertos en descomposición.

Roy puso una mueca de asco al escuchar mi descripción.

—Bueno, cambiando de tema, ¿Piensas que el marihuanero tenga algo que ver?

—No lo sé, podemos hacerle algunas preguntas.

—Pero, si se diera el caso en el que está involucrado directamente con la mafia, nos delataría.

—Te felicito, Roy, eres más inteligente de lo que pensé— aplaudí fingiendo estar orgulloso.

—Eres insoportable.

—Recuerda que podemos intentarlo varias veces.

—Aún sigo sin creer del todo que tienes un poder místico— acompaño la palabra con un aleteo de manos al puro estilo mago callejero.

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