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Pasó una hora, hasta que Leonardo volvió a ver al médico con él que había dejado a su pelinegra.

-cómo está?, qué tiene?- preguntó ansioso, no sabía cómo se había contenido tomo ese tiempo.

-está mejor, ya le dimos un calmante para el dolor- dijo el médico- lo que tiene su novia es miopía, ya se le hizo él referimiento para un oculista, puede pasar a verla si quiere- dijo él médico para después retirarse.

Leonardo fue hasta la habitación donde ella estaba donde la encontró recostada en la cama más calmada.

-cómo te sientes?- le preguntó sentándose a su lado en la cama.

-mejor- dijo dijo sin abrir los ojos, ya que la luz le seguía molestando un poco.

-ya te dijo él médico lo que tienes?- le preguntó.

-si, al parecer necesito lentes- dijo Emely.

-no pareces sorprendida- dijo él.

-llevo varios días sin ver muy bien- dijo sentándose en la cama.

-y aún así no venías al doctor- dijo molesto.

-he estado muy ocupada para eso- se encogió de hombros.

-nunca se está demasiado ocupado para ir al doctor- dijo.

-Leonardo no quiero seguir discutiendo contigo de mi salud por favor- le pidió con voz algo cansada.

-de acuerdo no discutire- acepto- hay que ir con él oculista para lo de tus lentes- dijo.

-tiene que ser ahora?, Quiero desayunar primero- se quejo como niña chiquita.

-será ahora, cuando terminemos ahí, te llevo a desayunar a dónde quieras- dijo él arquitecto haciendo la bajar de la camilla.

Media hora después salían del consultorio del oculista con los lentes que la pelinegra necesitaba, lo que llevó a otra discusión, porque al salir tan apurados en la mañana, la pelinegra dejó todos sus documentos y dinero, pero Leonardo no.

Así que Emely al recordar ese detalle se negó por un buen rato de hacer el examen o elegir la montura de su gusto para los lentes, porque no quería que Leonardo le pagará nada.

-y ahora a dónde quieres ir a desayunar?- le preguntó Leonardo.

-donde sirvan panqueques- dijo y él solo asintió, conocía el lugar perfecto.

Estuvieron en silencio durante el camino con, Emely mirando por la ventana, mirando todo con más claridad, la verdad pensó que con los días sus dolores de cabeza pasarían, además su vista mejoraría, pero nunca pensó que tuviera miopía.

-llegamos- dijo Leonardo sacándola de sus pensamientos.

Cuando ella se fijó en la parte de afuera se encontró en un restaurante familiar muy colorido inspirado en los años 70, la verdad fue él último lugar donde pensó al que Leonardo la llevaría.

El lugar no estaba muy concurrido concurrido ya por la hora, así que Leonardo llevó a la castaña hasta la barra.

-Leonardo, tiempo sin verte- dijo una señora mayor de apariencia muy amable y gentil saludándolo no más verlo y besando su mejilla- dónde has dejado a Anika, hace mucho que no la traes- le dijo la mujer.

-lo se y creeme que cada fin de semana me pide que la traiga, pero es que hace unas semanas tuve que llevarla al hospital porque la consiento mucho con eso del azucar- le contó mientras se sentaba.

-entiendo, solo por eso lo dejaré pasar- dijo la mujer- por cierto te has vuelto muy mal educado- dijo la mujer mirando de reojo a la pelinegra.

-cierto, error de mi parte, ella es mi novia Emely- la presento- Em, Ella es Emma, una muy buena amiga que me a dado muy buenos consejos de cómo ser padre estos años- le dijo.

No Eres Un CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora