-lamento lo que pasó- dijo Leonardo no más entrando a su habitación y verla en su cama.
-no estoy culpa, solo teme que me robe tu cariño- dijo la pelinegra tranquila, ella pensaba igual cuando tenía la edad de Anika.
-no me deja de asombrar tu calma con todo esto- dijo sentándose a su lado.
-recuerdan que también fui una niña de papi- le dijo la pelinegra- ella necesita tiempo y confianza en que no te vas a dejarla de lado aunque estemos juntos- dijo.
-se lo he dicho hasta el cansancio, pero no me escuchar- se defendió.
-necesita actos, no palabras- le aclaro Emely y Leonardo se dejó caer en su regazo.
-qué propones?- preguntó.
-pasar tiempo junto los tres tal vez, salir no se sienta apartada o excluida- le propuso y él se levantó mirándola.
-eres maravillosa- dijo para después besarla- a dónde te gustaría salir mañana?- le preguntó.
-es mejor que se lo dejemos a Anika a dónde quiere ir- dijo.
-está bien, siempre y cuando no vaya a intentar algo malo- acepto.
-ok, ahora déjame besarte un rato- dijo la pelinegra tomándolo del cuello.
-pueden hacer mucho más si quieres- le dijo él con una sonrisa sugerente.
-sí?- preguntó coqueta dándole un pequeño beso, él asintió embobado- en ese caso te tomaré la palabra- susurro y vaya que le tomó la palabra, hasta la madrugada cuando ambos cayeron rendidos.
Al día siguiente al despertar se encontraron con un diluvio cayendo fuera de la casa por lo que sus planes de salir quedaron completamente suspendidos.
-bueno no hay de otra que quedarnos aquí- dijo Leonardo mirando por la ventana mientras el agua caía con bastante fuerza.
-bueno será un maratón de películas para hoy- dijo la pelinegra saliendo del baño secándose el cabello con una toalla, entonces su estómago gruño pidiendo alimento- pero primero hay que desayunar- dijo.
-cierto, solo que los fines de semana acostumbramos a desayunar fuera, por lo que no hay nadie en la casa- dijo Leonardo.
-no hay problema yo hago el desayuno- dijo la pelinegra.
Bajaron hasta la cocina donde se pusieron manos a la obra, pasaron aproximadamente veinte minutos cuando Anika bajo aun en pijama, Emely estaba sola en la cocina, LEonardo se había ido a su estudio a contestar una llamada de trabajo.
-estoy teniendo una pesadilla- dijo Anika al verla.
-peor, estás despierta- dijo la pelinegra poniendo el plato de panqueques frente a ella.
-por qué no te vas?- le preguntó sentándose en él mesón.
-si no lo has notado está lloviendo- dijo la pelinegra sirviendo café.
-cierto, si sales te derrites- dijo Anika y Emely rió divertida, Anika sería un gran reto.
-buenos días cariño- dijo Leonardo entrando a la cocina en ese momento besando la frente de su hija, Anika solo sonrio porque tenía la boca llena de panqueques para después quitarle la tasa de las manos a la pelinegra.
-ey!!!- se quejó.
-no puedes beber café, recuerdas?- le preguntó tomando de la tasa y Emely hizo un puchero- lo siento son las indicaciones del médico- se encogió de hombros sentándose al lado se su hija en el mesón.
Emely se sentó con ellos desayunando en silencio, aunque Anika no ocultaba para nada su molestia por la presencia de la pelinegra allí, la miraba como una completa intrusa en la vida de su padre y la de ella.
Mientras ellos hablaban, Emely se comunicó con las chicas de la tienda para saber si habían abierto la tienda, ya era un poco tarde, para su hora.
Cuando terminaron de desayunar Leonardo se disculpó con ellas para ir a atender algo urgente de trabajo y Anika subió hasta su habitación para cambiarse de la piyama por algo más cómodo.
Emely por otra parte buscar la mochila que había llevado la noche anterior y sacó sus cuadernos de bocetos para dibujar, le encantaba dibujar cuando llovía, se sentía más inspirada en ese momento, así que se adueñó de la sala esparciendo muchos papeles con bocetos sin terminar por la mesa. Tanto se distrajo en sus bocetos que no se dio cuenta cuando Anika bajo de nuevo y se le acercó.
-por que dibujas en papel?- le preguntó sorprendiendola.
-me gusta dibujar a papel, considero que los bocetos se ven mejor así- le contó.
-mi vestido ya está listo?- preguntó sentándose frente a ella.
-sí- contestó simple continuando con su boceto.
-y por que no me lo has dado entonces?- preguntó confundida.
-porque dije que lo entregaría el lunes- dijo ella tranquila.
-es ridículo, si ya lo tienes listo porque no lo entregas- dijo Anika un poco molesta.
-no es ridículo, es tener palabra- dijo la pelinegra tranquila y levanto él dibujo que había hecho para que ella lo viera- que te parece?- le preguntó mostrandole él boceto de un vestido de novia.
-odio los vestidos de novia que tienen mangas, se ven feos- dijo Anika.
-algunos lo son, más cuando se usan en la época equivocada- acepto Emely.
-y cuando es una época adecuada para usar un vestido así?- preguntó con cierto interés, Leonardo estaba por entrar a la sala cuando las escucho hablar y prefirió no entrar, dejando que ellas interactúan por sí mismas, algo debían tener en común, algo debía unirlas además de él.
-invierno- contestó simple.
-aun así se podría usar otro tipo de vestido que no involucre mangas- dijo La pelirroja.
Estuvieron hablando de vestidos de novia por aproximadamente 15 minutos mientras Leonardo las escuchaba detrás de la pared, pensando que era un buen comienzo para ambas.
-ustedes de qué hablan?- preguntó entrando a la sala cómo no se la hubiera pasado escuchandolas los últimos minutos.
-ropa- contestaron las dos al unísono.
-ok, ese tema no me incunbe- dijo sentandose al lado de su hija, quién lo abrazo.
Pasaron un día más o menos tranquilo dentro de la casa, mientras que afuera seguía lloviendo como si no hubiera mañana y solo se detuvo casi al anochecer, cuando fue momento de Emely volver a casa y por supuesto Leonardo fue quien la llevó.
-y se la paso todo el día en la casa con ustedes?- le preguntó Agata a su nieta por teléfono, mientras leonardo llevaba a la castaña a su casa.
-si, ninguno podía salir de todos modos, mi papá se fue a llevarla a su casa- le contó acomodándose en su cama.
-vez?, incluso ya trata a tu padre como su chofer personal y él se deja- dijo ella.
Anika no dijo nada, pero no estaba de acuerdo con las palabras de su abuela, porque ella misma fue testigo de cómo Emely se negó a que la llevara a su casa, pero su papá insistió tanto que aceptó. No podía negar que Emely era divertida e inteligente, más inteligente que las mujeres con la que su padre había salido, antes, pero también sabía que ella era astuta, muy astuta y todo lo que ella estaba haciendo era una fachada.
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No Eres Un Capricho
RomanceLeonardo Drack, un gran empresario mercantil viudo de 32 años, junto con su hija, está cansado de las mujeres que llegan a su vida buscando su dinero, por lo que las ve a todas como unas caza fortunas. Emily Apple, una joven de 24 años trabajadora...