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Les pusieron el equipo a los tres, teniendo un poco más de cuidado con la pelinegra ya que era la primera vez que practicaba aquel deporte. Emely escuchó atenta cada instrucción de los encargados, de lo que debía y no debía hacer cuando estuviera escalando.

Mientras a ella le ponían el equipo, Leonardo se encargaba de revisar el equipo de su hija, aunque tenía mucho tiempo visitando aquel lugar y practicando aquel deporte con su hija, no se confiaba, después de lo que paso con su esposa no se confiaba de nada y nadie sobre la seguridad de su familia.

-se lo que tramas mi niña- le dijo a su pequeña la cual sonrió inocente- si Emely resulta lastimada te castigaré- le dijo su padre serio.

-tu nunca me has castigado- dijo ella horrorizada con las palabras de su padre.

-de ti depende que siga así mi princesa- le dijo besando su frente, dejando la con uno de los encargados que le ponía el casco de seguridad, mientras él se disponía a ir con su pelinegra y revisar también su equipo- nerviosa?- preguntó.

-más bien emocionada y ansiosa- dijo ella con una sonrisa- que tiene Anika?, se ha puesto molesta de repente- le dijo.

-Sabes que hace esto porque te considera como una de mis antiguas….ammm- se trabo sin saber que palabra usar.

-amantes- dijo ella por él.

-si y parece que no entiende a pesar de que se lo he dicho un millón de veces- le contó.

-bueno veamos si tal vez demostrando se lo cambia de opinión- dijo la pelinegra.

Cuando todos se pusieron el equipo y estuvieron listo fueron a la pared, Leonardo se colocó en medio de ambas en caso de que algo le pudiera pasar a cualquiera de las dos, además manteniendo a su hija alejada de la pelinegra.

Anika a sus once años era una pequeña espera en escalar, al igual que su padre lo era también. Ambos subían con gran facilidad, mientras que a Emely se le dificulta un poco ya que era la primera vez que hacía algo así, pero tampoco se estaba quejando, no lo veía como algo tan malo, más por todas las demás cosas que a la pequeña pelirroja se le pudieron ocurrir.

Les costó casi toda la mañana subir la montaña, Anika estaba feliz por el sufrimiento de la pelinegra, que aunque no había dicho nada, se notaba que no la estaba pasando muy bien, Emely se sorprendió mucho al encontrar un lindo restaurante familiar encima de aquella montaña.

-hambrienta?- le preguntó Leonardo.

-famélica- dijo ella con apenas aliento después de todo el esfuerzo físico que hizo. Después de que se quitaron el equipo pidieron una mesa y los tres se sentaron- vale la pena subir hasta aquí, la vista es hermosa- dijo distraída.

El restaurante era al aire libre, pero debajo de una carpa en caso de lluvias, desde la mesa de dónde estaban podían ver todo el lugar.

-y es aún más hermoso en invierno, aunque subir es más complicado por el hielo- le comento tomando la carta del menú.

-cómo fue que terminaron practicando este deporte?- preguntó con curiosidad.

-siempre me gustó escalar desde joven y a Anika nunca le ha gustado separarse de mí, así que...cuando venía aquí a escalar ella también venía conmigo- le contó.

-me sorprende que permitieran que aprendiera un deporte como esté- le comentó, Leonardo le hablaba mucho de su hija y cómo la cuidaba, de lejos se notaba que era un padre muy sobreprotector.

Continuaron hablando intentando incluir a la pequeña pelirroja, pero está solo asentía o negaba. Anika siempre disfrutaba ir a ese lugar con su padre, pero ese día no lo estaba disfrutando por la presencia de Emely ahí.

-disculpe debo atender, será muy rápido- dijo Leonardo levantándose ,antes de que le sirvieran él postre, atendiendo una llamada del trabajo. Los fines de semana no trabajaba, se los dedicaba a su hija por completo, excepto las pequeñas ocasiones que recibía llamadas que debía contestar si o si.

-es mejor que termines el jueguito con mi papá antes de que vuelva Laura- dijo Anika cuando estuvieron solas.

-y esa quién es?- preguntó la pelinegra, había esperado mucho por algún ataque de la pequeña.

-mi madrastra- mintió Anika simple, Emely casi sonríe por lo bien que le salía la mentira.

Seguro lo había dicho muchas veces- pensó.

-le tomaste cariño a una de las conquistas de tu padre- comentó la pelinegra.

-ella no es cualquier conquista, a esas mujeres mi padre no las vuelve a ver después, pero con ella lleva más de un año- dijo la pequeña pelirroja resubiendo su postre.

-vaya, estás dispuesta a poner a tu padre como un desgraciado infiel para que me aleje de él- dijo Emely tranquila.

-solo te pongo las cosas claras para que no creas que en realidad podrás tener algo con mi padre- le dijo encogiéndose de hombros.

-vaya que eres muy buena- dijo Emely con cierto orgullo en su voz- me recuerdas mucho a mi a tu edad- le comentó.

-no veo que podríamos tener en común- dijo la pelirroja sería.

-lo que tenemos en común es que también espantaba a las mujeres que se le acercaban a mi padre a tu edad- comentó comiendo de su pastel de lima semi congelado.

-pero dijiste que tu padre se volvió a casar...adivino, cuando tenías mi edad llegó la mujer correcta y te echaste a un lado para que él fuera feliz- le dijo con sarcasmo.

-tenía 15- le corrió, pero en realidad sí había tenido casi la misma edad.

-pues yo no tengo 15- dijo Anika.

-no, no lo tienes- dijo la pelinegra y dejaron de hablar cuando Leonardo volvió a la mesa.

Continuaron paseando por el lugar, mirando más exhibiciones de animales y subiendo a algunas atracciones que tenía el lugar. El resto de la tarde, Emely trato de no pensar en lo que Anika había dicho, sobre esa tal Laura.

Sabía que solo eran las malas intenciones de la pequeña, pero para mala suerte de la pelinegra, Anika había sembrado esa mala semilla muy bien en ella.



No Eres Un CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora