Capítulo 1

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Emely despertó a las 6 de la mañana, lo normal para iniciar su un nuevo dia de trabajo.

Estirándose un poco, aun sentada en su cama, repaso lo que debía hacer en el dia.

Terminar los pedidos que debían salir ese día.
Verificar las nuevas telas que llegaban ese día.
Recibir a una novia y sus damas.
Recibir a una quinceañera y sus chambelanes.

Emely era diseñadora, una muy buena que se estaba dando a conocer, ella tenía una tienda en nueva york, además de una página en internet donde las personas podían encargar sus diseños.

Al terminar de reparar su agenda de ese día,  se dispuso a ir al baño a darse una rápida ducha fría para terminar de despertar, al salir de ella se vistió con ropa deportiva negra.

Todos los días laborables, tenía como rutina salir a correr en las mañanas por al menos una hora al día. Una vez lista cerró con llave su puerta y salió.

Ella vivía sola en un edificio de tres pisos el cual le pertenecía. En el primer piso estaba su tienda. En el segundo, el taller donde trabajaba ella junto con quince personas más, doce eran costureras, dos supervisores de las costureras y su contadora. Y el tercer piso donde residía, un lugar bastante amplio para ella sola en realidad, ella misma lo consideraba así.

Después de hacer los estiramientos requeridos, se dispuso a comenzar su trote matutino. Emely vivía en la ciudad de nueva york, por lo que casi todas las mañanas corría por el Central Park, por al menos una hora, luego se regresaba a prepararse y abrir la tienda, ella tenía tres empleadas más en la tienda, pero se encargaba personalmente de abrir y cerrar la tienda.

Emely era una chica de 1.60, de curvas generosas sin parecer exagerada cabello negro y ojos grises brillantes, muy atrayentes para los hombres, más aún porque ella poseía una gran belleza natural y dulce, pero con mucho carácter guardado. Su padre vivía en florida, donde tenía su propio taller de mecánica.

Su padre la había criado y educado solo desde los cuatro años, después de que su madre los abandonó a ambos, ya que su padre no le podía dar la vida que ella merecía, cuando tuvo diez supo que se había casado con un millonario y tenido más hijos, no le importo la verdad, ella estaba feliz junto con su padre.

Regresando de su trote matutino, paso por la cafetería de siempre y pidió lo de siempre.

6 cafés con leche.
5 cafés con crema.
4 cafes negros.
4 tés negros cargados
Y dos docenas de panecillos de arándanos para todos.

La cafetería tenía sevicio a domicilio, así que lo pedía en ese momento, dándole tiempo a alistarse, abrir la tienda y que los demás llegarán.

Al llegar se dio un baño de aproximadamente unos veinte minutos. Su departamento era grande, pero no tenía gran cosa ahí, a excepción de su gran armario, que tenía casi al rebosar de ropa, bolsos y zapatos, todo hecho por ella, menos los zapatos, esos los compraba en línea. Emely era una gran diseñadora de ropa, como también de cartera y sobres de mano.

Se vistió con un top blanco que llegaba un poco más arriba de su ombligo, junto con una chaqueta de color rosa pastel que llegaba hasta los codos y un pantalón blanco, terminó combinando su vestuario con unas cómodas sandalias de piso del mismo color que su chaqueta, se colocó un poco de delineador en sus ojos, resaltó sus pestañas y sujeto su cabello en una coleta desordenada.

Se tomó una foto para subirla a su instagram, tenías miles de seguidores que seguían sus consejos de moda, además avisaba cuando saldría una nueva línea de ropa.

Faltando diez minutos para las ocho cuando bajó a abrir la tienda. Afuera ya se encontraban dos de las chicas de la tiendas, sus supervisores, contadora y cuatro costureras.

-buenos días- saludo Emely al abrirles. Cada uno al entrar la saludo con un beso en la mejilla, además de ser compañeros de trabajo eran una família.

-preciosa como siempre cariño- halago uno de sus supervisores, Manuel, uno de los primeros y genuinos amigos que tuvo al mudarse en nueva york, alto de cabello plateado, por supuesto teñido, tenía embobado a varias chicas de ahí, pero él solo tenía ojos para su novio, el cual tenía una empresa de mensajería, empresa que se encargaba de entregar los pedidos de la marca.

-aunque te verías más imponente en unos tacones- agregó su amiga Nicol, era un poco más alta que Emely, de cabello rojo y ojos verdes, toda una belleza. A ella la conocía de niña, siempre juntas en las buenas, las malas y las peores, ambas se mudaron juntas para empezar ese proyecto, hace unos cinco meses, Nicol se había mudado con su novio a unas pocas cuadras de allí, su novio trabajaba en una publicitaria y de vez en cuando les daba consejos para ayudarlos y recomendar su marca con sus compañeros de trabajo.

-que darían divino, verdad?- preguntó Emely, su amiga asintió segura- lo malo es que no aguantaria el dia con ellos.

-la belleza cuesta- dijo Manuel y ellas rieron.

Los demás continuaron llegando junto con sus cafés, tes y panecillos, mientras los demás disfrutaban de sus panecillos y bebida caliente, Emely subió a su oficina junto con sus supervisores y contadora.

-emocionada por el dia de mañana?- preguntó Marian, la contadora, ella era bajita, cabello castaño claro, muy alegre y divertida, además de muy seria con su trabajo, ella y Nicol eran cuñadas. Marian además de ser la contadora, era la asistente de Emely.

-estoy ansiosa porque llegue- dijo con una sonrisa, tuvo que esperar cuatro año, pero por fin lo cumpliría, saldría por fin de esa deuda con el banco.

Emely y Nicol no llegaron solas a nueva york con aquel proyecto, también estaba Mario, que en aquellos días era novio de Emely. El les propuso pedir un préstamo al banco para poder iniciar con buen pie, ellas aceptaron, tenían sus buenos ahorros, pero sabían que necesitaban un buen capital, y confiaban en su talento para poder recuperar ese dinero y más.

Solicitaron el préstamos y al dar tan excelentes referencias y haber preparado un excelente plan de acción y garantía, el cual era el edificio que tenían, Emely lo había heredado de su abuelo materno, su madre nunca lo quiso o le vio algún valor para poder venderlo.

Suerte para Emely.

El banco le prestó más de lo que solicitaron, 100 mil dólares. Emely retiró el cheque, cualquiera de los tres podía retirarlo, la idea era que Nicol y Emely, irían a comprar varias cosas para el departamento y Mario cobraría el cheque, para después verse en el departamento, pero Mario nunca llegó.

En un inicio se preocuparon porque creyeron que algo le había pasado, incluso fueron a la policía buscando información de él, investigando se dieron cuenta de que fueron engañadas y por las grabaciones del mismo banco, donde se veía a Mario salir de allí, encontrarse con una mujer, la cual beso e irse.

Emely quedo muy engañada y herida, además con una gran deuda sobre ella y su amiga, pero eso no las derrumbo por completo, con mucho esfuerzo y determinación siguieron adelante con sus planes y ahora estaban a menos de 24 horas de terminar un préstamo de 100 mil dólares del cual nunca vieron un centavo.

-con lo bien que nos va y sin tener esa deuda ya, podremos comprar nuevos equipos que nos hacen falta- dijo Manuel.

-además de reunir para un nuevo lugar, estamos a punto de sobrepasar el cupo y necesitamos más gente- dijo Marian.

-cuanto crees que nos tome?- le preguntó Emely.

-de pendiendo que lugar elijamos- se encogio hombros Marian.

-bien, ve buscando lugares que nos sean útiles y ya veremo- dijo a Emely.

Todos empezaron con su jornada, Emely se encargaba de pedidos especiales como ella misma les llamaba, los demás se encargaban de suplir los pedidos y la mercancía para la tienda.

En la vida de Emely solo había trabajo, decía que no tenía tiempo para eso, pero también era porque no quería enamorarse de nuevo y que la traicionaran otra vez.

No Eres Un CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora