𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

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La mayoría de los clientes ni lo notaron porque todavía estaban centrados en Chaewon, que estaba haciendo una espectacular voltereta hacia atrás con los pies presionados en el muro

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La mayoría de los clientes ni lo notaron porque todavía estaban centrados en Chaewon, que estaba haciendo una espectacular voltereta hacia atrás con los pies presionados en el muro. Pero Yubin lo notó sin lugar a dudas, movió la cabeza de golpe hacia arriba y me miró como si quisiera asesinarme. El señor "Sí, Por Favor" me miró con una expresión rarísima en la cara, como si no pudiera decidir si yo era impresionante o lo más asqueroso que había visto en toda su vida. Daesik estaba riéndose a carcajadas, obviamente no le importaba que el sonido se quedara grabado en la cinta.

¿Y preguntas qué pasó conmigo?

Yo estaba jodidamente mortificado.

Traté de hundirme en mi asiento y se me puso la cara roja como nunca. Quería bajar corriendo por las escaleras y salir de allí, pero las escaleras eran curvas y la puerta a la pista de baile estaba justo al lado de Yubin y del señor "Sí, Por Favor". En ese momento decidí que nunca volvería a dejar el balcón y que viviría allí durante el resto de mis días. Los visitantes vendrían de todas partes para ver al "Gay Que No Se Marchaba Porque No Pudo Soportar El Alcohol Y Lo Escupió Encima De Un Niñato Estúpido y Putón". Habría colas para hacerme una foto mientras yo vagaba por el balcón, lamentándome por mi aparente falta de interacción social.

Pero entonces la multitud rugió cuando Chaewon hizo su gran final (en el que hizo esa marcha sexy/escalofriante del cangrejo en medio de la pasarela mientras empujaba su manubrio pegado hacia el techo al ritmo de la música). Centré mi atención en mi mejor amiga y aplaudí con timidez, rezando porque se quisiera quedar allí arriba un rato antes de que tuviéramos que volver abajo.

Pero entonces la vi mirarme con decisión y supe que estaba jodido.

—No se atrevería —dije, sin dirigirme a nadie en particular.

—¿Que no se atrevería a qué? —preguntó Daesik con inocencia.

—Papi, ¿qué hizo esta vez? —le pregunté con brusquedad.

Él se encogió de hombros. Yo miré hacia adelante, horrorizado por lo que estaba a punto de ocurrir. Mi vergüenza secreta. No tendría huevos para atreverse.

Alguien le entregó un micrófono.

—¿Cómo van, gente? —gritó ella, jadeando ligeramente por todo el ejercicio.

La muchedumbre rugió.

Ella sonrió.

—Oh, cariños míos. Son todos maravillosos. —Su cara se transformó en una mueca de desdén al mirar al tío de la primera fila—. Menos tú, cielo —dijo ella con falso desdén—. Tú te sentías triste y patético y decidiste quedarte ahí sentado. Algo parecido a lo que hiciste anoche.

El público rió. El tío del que se estaba burlando se sonrojó y sacudió la cabeza, arrepentido, él sí entendió la broma.

Todavía estaba a tiempo. Aún podía correr. Sólo necesitaba...

ES REAL ;hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora