𝐅𝐎𝐔𝐑

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Al día siguiente, domingo, desperté en mi cama

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Al día siguiente, domingo, desperté en mi cama. Solo, por supuesto.

Bueno, no completamente solo. Cuando fui a por Bakwi le construí una especie de rampa que iba del suelo a la cama para que pudiera subirse cuando quisiera. Le costó acostumbrarse y las ruedas le chirriaban cuando subía por ella, pero era mejor que despertarme en medio de la noche porque estuviera tratando de subir las ruedas a la cama.

Así que abrí los ojos sin siquiera estar con la mínima resaca y recordé que estaba peleado con mi mejor amigo y era posible que me hubiera perdido el encuentro con el hombre que sin lugar a dudas habría sido el amor de mi vida..., y que ahora se estaría despertando en la cama de Tío Oso porque yo era un cobarde total. Aunque no es que me hubiera estado mirando con seriedad.

Bah.

—¿Tú aún me quieres? —le pregunté a Bakwi, extendiendo el brazo para rascarle detrás de las orejas. Él sacó la lengua como siempre hace cuando sabe que le voy a rascar.

En los libros y las películas, cuando su solitario dueño le pregunta algo, un perro se sube encima y le lame la cara de una forma que le hace saber que, el mundo a veces puede dar miedo pero al final todo saldrá bien. Pero mi vida no es un libro o una película, y en vez de lamerme la cara, Bakwi se tiró un pedo y luego vomitó en el trozo de alfombra que había estado mordisqueando anoche, antes de que yo volviera a casa.

—¡Ah! —grité, tratando de apartarme rodando. Pero por supuesto, Bakwi pensó que estábamos jugando y trató de arrastrarse detrás de mí, pasando las ruedas por su vómito y extendiéndolo por mis sábanas—. ¡No, monstruo asqueroso de dos patas! —le grité, pero ya se había distraído con su propio vómito y había empezado a comérselo. Yo pensé seriamente en vomitar también, pero luego me di cuenta de que estaría dándole más de comer y tuve que darme la vuelta para no mirar más. En cuanto volví a recuperar el control, escuché como sonaba mi teléfono.

—¿Sí? —dije, corriendo al baño a por una toalla.

—¡Hola, cielo! —dijo mi madre.

—Hola, mamá —suspiré—. Mira, ahora no es el mejor momento para...

—Tu padre también está al teléfono —me interrumpió.

—Papá.

—Hola, hijo —dijo papá.

Ah, Jiyoung y Wonpil. Mis padres. No me digas que no te lo advertí.

—¿Qué tal anoche? —preguntó mamá—. ¿Conseguiste algo de acción?

—Es jodidamente temprano para esto —murmuré, agarrando mi toalla de baño y mojándola en agua caliente.

—Esa lengua —me avisó mi padre.

—Perdón.

—¿Y bien? —demandó mi madre.

—Felix te llamó, ¿verdad?

ES REAL ;hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora