𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

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—Márchate —grité desde debajo de mi manta mientras Felix golpeaba la puerta de mi dormitorio—

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—Márchate —grité desde debajo de mi manta mientras Felix golpeaba la puerta de mi dormitorio—. ¡Veo la luz! ¡Y quema! Estoy solo y quema.

—¡Sabía que no debía dejar que te metieras en la habitación! —dijo él al otro lado de la puerta—. Como no abras la puerta ahora mismo, juro por Dios que la echo abajo.

—Pesas como diez kilos —le recordé—. Lo único que echarás abajo será la noción de que puedas echar algo abajo. Ahora, vete y deja que me revuelque en mi miseria. O podrías ir a comprarme seis docenas de Pingüinos para que pueda comérmelos todos a la vez y ahogarme en chocolate mientras decido si me voy a encontrar a Cristo como monje en el Himalaya o si me convierto en heterosexual.

—Te compraré muchos Pingüinos —dijo dulcemente—. Abre la puerta e iremos los dos a por ellos. Te lo prometo. Me los comeré contigo y luego iremos a Los Betos y te compraré el burrito más grande que hayas tenido jamás en la boca. O puedes volverte heterosexual y te encontraré tantas mujeres y vaginas como pueda. Aunque tal vez primero necesitemos buscarte un par de chicas de práctica para asegurarnos de que lo haces bien. O podríamos ir a por un melón, cortarlo y practicar con eso mientras buscamos técnicas en internet.

—¿Quieres que le haga un cunilingus a un melón? ¡Es como si no me conocieras en absoluto!

Volvió a golpear la puerta.

—¡Abre la puerta!

—¡No! ¡Todo es culpa tuya! ¡Te lo dije!

—¿Qué? ¡Ir fue idea tuya!

—No, eso no. ¡Cuando teníamos diez años! ¡Te lo dije! ¡Me lo prometiste!

—¿Te estás metiendo rayas de cocaína o algo? ¿De qué estás hablando?

—¡La promesa! —le grité—. Cuando teníamos diez años y le dije sin querer a Lim Junhyeok que me gustaba y huyó a gritos, te hice prometer que nunca me dejarías crear planes, y es más, si los pensaba, nunca me dejarías llevarlos a cabo.

—Ah, sí —dijo. Entonces rió entre dientes—. Aunque te libré de esa. Resulta que Lim Junhyeok no era un polvo tan genial. Tenía el pene pequeño. Aunque yo tuviera dieciséis sabía la diferencia.

Fulminé la puerta con la mirada.

—¿Te acostaste con él? ¡Lo haces con todo el mundo! No puedo esperar a que sea tu cumpleaños para comprarte un cartel para el jardín delantero que ponga: "Aquí vive Felix y chupa todo lo que se mueve".

—Si abres la puerta, te la chuparé —prometió.

—No quiero tu amor —dije con dramatismo—. Ja, apuesto a que soy la única persona en el mundo libre que te ha dicho eso.

—¡Abre la puerta!

Allllll by myyyyyysellllllf —canté tristemente—. Don't wanna be, allllll byyyyyy myyyy...

ES REAL ;hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora