ES REAL ；hyunmin

𝐒𝐈𝐗

—Dios me odia —le gemí a Felix durante el almuerzo de ese mismo día. Estábamos en un restaurante que supuestamente era un lugar vegetariano moderno y a la última. Así que, por supuesto, todo lo que pensaba era en lo gracioso que sería ir al Burger King de allí al lado, comprarme la bacon cheeseburger más grande que tuvieran y comérmela en el restaurante vegetariano delante de todos los vegetarianos modernos y a la última. A veces soy así de agradable—. Es como si se hubiera aburrido y hubiera pensado "Hmmm. Hoy no quiero meterme con África, y no quiero enviar al Huracán Jacinta para destrozar Florida, así que tendré que joder a Seungmin".

—¿Huracán Jacinta? —preguntó Felix con los labios temblorosos.

—Pensé que a los huracanes les vendría bien algo de diversidad étnica —murmuré—. Siempre suenan muy blancos. No es justo para otras razas. Siempre escuchas de huracanes con nombre como Carl o Claudette, pero nunca escuchas un Huracán Luis Sánchez o Ji-Ting Kao.

—Sólo tú lucharías por los derechos civiles de los huracanes —dijo Felix sonriéndome con dulzura.

—Alguien debe hacerlo —insistí, preguntándome cómo habíamos llegado a ese punto de la conversación; me di cuenta de que seguramente era culpa mía.

—Concentrémonos en el Huracán Seungmin —dijo él.

Lo miré horrorizado.

—¿Estás insinuando que debería chupársela y soplársela?

Felix pareció descolocado hasta que se recuperó.

—Kim Seungmin —dijo él riendo entre dientes—. Justo cuando creo que te conozco del todo, sacas algo que me sorprende.

Por alguna razón me gustó, pero lo ignoré. En lugar de eso, fruncí el ceño.

Él acercó el brazo para darme una palmadita en la mano antes de volver a comerse la ensalada. Yo bajé la vista a la mía. Te garantizo que nunca ha habido una persona en este mundo que se comiera una ensalada y dijera: "Vaya, que lleno estoy. Gracias a Dios que sólo me comí eso". No es posible. Mi cuerpo necesita tocino para vivir.

—La próxima vez que vengamos, me traigo mis trozos de tocino —le dije a Felix amenazadoramente—. Puede que tú debas mantener tu figura femenina, pero yo necesito filetes.

Él resopló en su radicchio; cosa que admiraba porque era de un morado muy bonito. El radicchio, no su resoplido. En caso de que te confundieras. No creo que sea posible resoplar en colores. No somos unicornios.

—Tú eres todo un hombre —concordó él—. Yo tuve que atender una reunión. ¿Qué pasó con tu novio?

Me sonrojé y le murmuré amenazas.

—¿Qué has dicho? —preguntó—. No te he oído bien.

—He dicho que voy a rajarte.

—Ah. Eso es lo que pensé que habías dicho. ¿Y qué pasó?