Capítulo 26) Melancolía

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Escapé, corrí y me escabullí entre las enormes paredes del palacio, vestida cual plebeyo me mezcle entre la servidumbre  sin que nadie pudiera notar mi presencia. Eso me había regalado estudiar en el extranjero, la capacidad de camuflarme entre las personas normales, la capacidad de ser invisiblemente normal. 

No podía dejar que Jhon se fuera así como así, sabia que era la mejor solución, verlo solo lo confundiría mas. Pero algo me atraía a él sin que pudiera luchar contra esa fuerza, mi alma está imantada a su alma, y repelía a cualquier otro polo que no sea él.

Entré a su habitación sin golpear, arriesgándome a todo por verlo una vez mas y allí estaba, sentado en la cama de torso desnudo apuntando a mi rostro escondido con un arma de fuego. El miedo me invadió de inmediato, aquello era una grave equivocación, claramente solo quien deseaba la muerte irrumpa en el cuarto de un guardia real. 

Quite la amplia capucha negra que cubría mi identidad con las manos temblorosas esperando que no disparara ante mis movimientos, pero en cambio, al ver mi rostro su mirada cambio al instante. 

-Estas loca- dijo como si expresara sus pensamientos sin meditarlos. 

-Eso es una falta grave a su futura reina- 

-Si te ven...- 

-Nadie me vio, y nadie va a vernos cuando nos vayamos tampoco. Pensaba venir a despedirme, medite todo el camino que debía decir o hacer y me di cuenta rápidamente que nada de lo que dijera seria digno de una despedida, por que no nos merecemos una. Así que como si recibiera una iluminación de la Diosa, entendí que nuestro amor es mas importante que todo, me di cuenta por fin que está nación no esta mal, no necesita ser rescatada por mi, tiene a miles de habitantes mas que capacitados para llevar a cabo mi trabajo incluso mejor que yo. No quiero ser reina si no estas a mi lado, no quiero nada sin ti- 

-No puedes hacer una propuesta de esa magnitud, lamentablemente también amo esta nación y sé que no va  haber mejor reina que tu-

-Solo hazme caso, vayámonos ahora, el cambio de turno es por el amanecer, si salimos justo antes de que salga el sol nadie va a vernos, tendremos una ventaja de dos horas por lo menos. frente a los guardias reales, es tiempo suficiente para cruzar el mar Altimo y ser libres en la isla Hebra- 

-Si no es suficiente entonces yo seré decapitado públicamente- 

-Eso dejó de practicarse hace siglos- 

-¿Que diferencia tienen una guillotina y una inyección cuando ambas conducen al mismo destino?- 

Al escuchar eso se estrujo mi corazón, por fin entendí que mi repentina adrenalina no era mas que una sentencia para el, que no había una salida fácil en la que ambos termináramos bien parados. Yo no era una chica norma y por ende no podía tener un acto de irresponsable rebeldía, por que había consecuencias graves a mi falta de racionalidad. 

-Lo siento, no pensé con claridad. Yo no quiero que nada malo te pase, pero tampoco quiero que te separen de mi, si de mi dependiese ataría tu mano a la mía. Fui muy egoísta, lo siento, es que estoy desesperada- 

Él cambió la mirada, la enterneció, y se acercó a mi abrazándome con amor, me apretó fuerte entre sus brazos y pude sentir que el tampoco quería separarse de mí, lo nuestro era un amor prohibido, como los de las novelas, solo que ellos si terminaban juntos. Nuestro futuro era mas caótico que una simple diferencia socio-económica. 

Se separo ligeramente y me miró a los ojos, con esa melancolía que caracterizaba su mirada, intente olvidarme por un segundo que se iría, que no sabia a donde ni por cuanto tiempo estaría lejos. Solo deje mi mente en blanco y disfrute de la calidez de su compañía, de la embriagadora sensación que me producían sus manos viajando por mi espalda. Me levantó la barbilla con delicadeza y comenzó a besarme, primero me beso con dulzura, pero poco a poco el beso se volvió feroz, necesitábamos estar mas cerca del otro. 

-Va a ser mejor que te vayas- me dijo él con la respiración agitada y yo estaba muda por lo que acababa de pasar. No me moví ni un milímetro, había quedado estancada al piso, no quería irme, tenía miedo de lo que pudiera pasar si me quedaba también. 

-No me voy a ir- 

-No podemos seguir con esto y lo sabes, vas a casarte y tendrás que...- 

-Eso es extremadamente arcaico, yo puedo estar con quien se me antoje- 

-Hay una ley que prohíbe tocar tu piel, ya estaría muerto si mi padre no fuera el general y la mano derecha del tuyo- 

-Nadie va a enterarse- dije y sin pensarlo dos veces desabroche la capa, las manos me temblaban y los nervios me estrujaban el estomago. No me importaba el final de la historia, sabia que era un amor imposible, aunque una y otra vez me preguntaba si eso era posible, si habría sobre la faz de la tierra un amor imposible. Incluso un amor no correspondido se puede manifestar, incluso cuando una de las partes no está el amor no muere, por que es energía, energía que flota en el aire, energía que nos conduce en una sola dirección. Pasarían siglos,  aunque el agua del río nunca sea la misma, el amor no puede ser cambiado. 

Lo miré fijamente sabiendo lo que tenia que hacer, había sido muy egoísta e insensata al poner su vida en riesgo, era injusto que en este amor la única vida que corriera riesgo fuese la suya, pero me negaba a pertenecer a alguien mas. El estaba en cada célula de mi ser, me inundaba por completo y así quería vivir por siempre. 

-No voy a ponerte en riesgo, no voy a provocar tu muerte, si algo te pasase esto se volvería una tragedia porque moriría a tu lado. Eso no cambia las cosas, con o sin casamiento soy tuya, siempre tuya- 

John volvió a acercarse lentamente  oprimió dos botones sellando la puerta, sus manos se deslizaron por mi cintura y se aferraron a mi. Mi ropa cayo, la suya también, sentí su piel pegarse a la mía, acaricie su cabello y bese su cuello. Él recorría mi cuerpo como si se tratase de un paraíso oculto, cada tanto me miraba a los ojos y sin decir una palabra me pedía permiso para seguir. Cada vez que lo había hecho lo había aferrado con fuerza a mi nuevamente. 

-Te amo- me dijo entre jadeos.No esperaba nada mas,ahora yo solo le pertenecía a él y no había papel firmado ni anillos que pudieran cambiar eso. Me dormí en sus brazos, exhausta mientras el acariciaba mi pelo y me besaba la frente, no necesitaba nada mas, y aunque esto fuese el fin, está noche sería suficiente para vivir de por vida, manteniendo mi amor por él.

Dos golpes secos en la puerta nos habían desesperado de golpe, sin pensarlo dos veces me aferre a la ropa de cama cubriendo mi cuerpo desnudo. 

-Escóndete en el baño por lo menos por media hora, todos los guardias van a estar fuera para cuando salgas- Asentí y tomé su rostro con ambas manos. 

-Pase lo que pase voy a estar esperándote, el día que o mande aquí no va a haber nadie que pueda prohibirme amarte- 

Luego de prometer amor eterno y darle un pequeño beso en los labios, junté mi ropa y me oculte en el baño. Temía que alguien me descubriera así que me oculte en la ducha por si alguien entraba. Podía oír la charla entre John y su padre, pero no entendía nada de lo que decían, intente acercarme para escuchar con mas claridad pero no hubo caso. Al cabo de unos  minutos oí la puerta cerrarse. 

Me vestí con tranquilidad y simplemente me senté a esperar que se hiciera la hora de salir. Sentía una mezcla entre felicidad  y melancolía, a veces no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, aunque no perdía las esperanzas sabia que no iba a verlo por un buen tiempo, y eso dolía, y mucho. 

A la hora debida salí encapuchada, el lugar estaba desierto, camine lentamente para que nadie sospechara y me senté en un banco bajo un árbol milenario que había sido plantado por mi abuela. El siphus, una especie que solo crecía en nuestras tierras, aquel hermoso y frondoso árbol daba unas pequeñas flores azules con pintas rojas en primavera, el momento mas frío en nuestra nación. Mi abuela solía decir que simbolizaban que nada era imposible, ya que los ancianos de la isla creían que la especia había sobrevivido a la primera extinción, y que la diosa protegía aquel árbol.

-¿Se puede saber donde te habías metido? tu padre envió a medio palacio a buscarte- me dijo mi prima observándome con detenimiento. 

-Se fue- solo pude decir eso y ella me abrazó y limpió las lagrimas que brotaban de mis ojos sin control. 

La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora