April caminaba con una sonrisa tímida por los fríos pasillos del instituto, sus mejillas estaban ligeramente rosadas, no podía dejar de pensar en lo que pasaría la noche siguiente. Por un lado temía que fuera el mismo destino que hace un año atrás y por otro lado estaba esperanzada de que todo pudiera cambiar, mejorar.
Realmente no pensaba en el futuro, había dejado mucho presente y desperdiciado, mucho pasado por vivir en el futuro, por cumplir los requisitos de lo que debía ser. Para ella, Frank era una escapada de verano, una rebeldía momentánea, el baile con el chico que te gusta, todas esas cosas que las chicas habían experimentado, y ella no.
Año tras año deseo tener un amor corto, una pequeña aventura, o una noche de fiesta con amigas, pero no estaba diseñada para ese tipo de cosas, así que fue solo un sueño lejano, como el de una niña que quiere ser princesa.
Ahora estaba lejos de casa y por ende lejos de las obligaciones tempranas, sabia que la única relación estable que podía tener era con su nación, pero nadie le podía negar divertirse estando tan lejos.
Frank encendía sus sentidos, la cautivaba con su hermosa mirada, y le daba paz con ese aire marino que siempre llevaba con el, así que debía ser el correcto.
Cuando llegó a su habitación, vio por primera vez a John y quedó totalmente sorprendida. Desde el incidente en el comedor, John se había mantenido al margen, la vigilaba desde lejos y sin ser notado, era la primera vez en tres días que salia de las sombras y se paraba frente a ella.
Estaba tranquilo, tenía los hombros descansados y apoyaba su espalda contra el marco de la puerta, sus labios carnosos estaban apretados como quien esta preocupado, pero su cuerpo mostraba totalmente lo contrario. Y sus ojos, esa intensa mirada café que hipnotizaba se veía un tanto triste.
April se paró frente a él y lo contemplo unos segundos, estaba arrepentida de haber hecho un escándalo, pero no de lo que había dicho y si eso realmente le había dolido a él, aunque para para ella era mucho peor. El había renunciado a su amistad para trabajar para su padre y eso era algo que April jamas le iba a perdonar, por que lo veía como una traición.
John levanto la mirada y se encontró justo con los grandes ojos de April, que lo miraban analíticamente. Sintió una punzada en el pecho al verla, pero se mostró como si nada se moviera dentro de él.
Ella torció la boca en una inesperada y fallida sonrisa y simplemente pidió permiso para poder entrar a su cuarto.
-Hola cariño, solo quería desearte las buenas noches- dijo Alexia provocando que April se volteara rápidamente para observar mejor la situación. Alexia tenia un físico privilegiado, al igual que su rostro, aunque este solo era privilegiado por las mil cirugías que le había otorgado. Sus labios hinchados, sus ojos semi rasgados y sus pronunciados pómulos, nada le pertenecía originalmente. Aunque este detalle no la hacia menos bella. April intentó deducir a quien se refería por "cariño" y claramente se descarto a ella misma en primer lugar.
-Gracias señorita- le dijo la voz gruesa de John unos segundos después -espero que pueda descansar bien- concluyó. La sangre de April comenzó a hervir en lo que se acercaba nuevamente hacia el umbral. //Claro// se dijo a si misma //si no hay nadie mas en este pasillo//. Cuando paso la puerta vio una imagen que la incomodo aún mas, Alexia no solo le deseaba las buenas noches, la vestimenta que traía era del todo provocadora resaltando sus perfectas y delineadas curvas. Su pijama era corto, color rojo oscuro y de seda, todo lo que una mujer se pone si quiere provocar a un hombre estaba descrito en su apariencia. //Está loca si cree que a John le gustaran ese tipo de cosas//, se decía a si misma una y otra vez, //en nuestro país hubiera sido arrestada por promiscua//.
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La Princesa de Hielo
Ficción GeneralUna princesa con un corazón congelado por el daño y un apuesto protector serán los encargados de liberar a una enigmática y perdida nación en medio del océano.