-Sí, es un príncipe- dijo April mientras se llevaba el ultimo bocado de arroz a la boca. Los ojos de John se abrieron hasta el extremo a causa del asombro, él aun no comprendía las costumbres que tenían los chicos de allí, las formas de dirigirse, hablar y la falta de educación y respeto.
-¡Oh! Claro... no me había dado cuenta, si es que son iguales. Es un gusto conocerte, soy amiga de tu hermana-
-¿Hermana?- preguntó John con la mirada clavada en April.
-No le gusta que la gente nos relacione, temas de nuestro país. Allá las mujeres somos notoriamente superiores-
-Los latinos somos muy cercanos- le comentó ella acercándose aún mas, lo cual incomodó a John. Él era del tipo mas bien tranquilo y respetuoso, los saludos con besos, los abrazos continuos y el contacto físico sin justificación no era de lo mas común en Dromania. El cuerpo, para los dromanos era un templo y no cualquiera podía tocar el cuerpo de otro sin permiso, el cuerpo era considerado como el contenedor del alma, y el alma en todas las culturas es sagrada.
Julia siempre se había mostrado desconforme con esta actitud, después de vivir casi diez años en Madrid, el contacto físico para ella era de lo mas normal. Llegaba al palacio de sus viajes repartiendo regalos, besos y abrazos.
April lo veía como una ventaja, después de ver tantos años en la televisión como los fans manosean a los famosos y besan a la familia real como símbolo de que son todos iguales, se había sentido aliviada de no tener que hacer tal acto por simple publicidad.
-Chicos, enserio, nada mas de fiestas hasta el fin del semestre, es que tengo una resaca que te cagas-
-Si el director te escucha hablar así te la vas a liar feo-
-Alexia- exclamó Julia tan sorprendida como asustada- ¿Cómo fue tu noche?-
-La verdad no la voy a olvidad jamas, conocí a la persona perfecta para mi. Creo que pronto vamos a ser familia- le dijo con mirada maliciosa.
-Está charla me parece todo menos interesante, nos vemos en clase-
-Parece que es un poco celosa con su hermano-
Las clases del instituto Hellig Agnes eran las mas exigentes, constaban de horarios estrictos y exigencia que siempre apuntaba a la excelencia del estudiante.
La población estudiantil se movía en una masa silenciosa en horarios de clase, la concentración era impenetrable, y la actitud de los estudiantes era de un nivel superior que de los estudiantes de cualquier universidad del mundo.
John seguía a April por los pasillos clase tras clase, y el ruido de los zapatos contra el piso de madera le hacia recordar al de un batallón militar perfectamente coordinado. No podía evitar verlos como un pequeño ejercito de robots, que seguían las pautas la pie de la letra. De las ocho clases que había presenciado a lo largo del día, en ninguna había visto un disturbio, ningún alumno había intervenido con una apreciación errónea, y nadie parecía estar no prestando atención a lo que el profesor enseñaba.
De ciencias a literatura, de allí a música y luego a política, cada clase parecía mas compleja que la anterior y la montaña de tarea que mandaban los profesores era casi imposible de realizar en el corto tiempo que les quedaba luego del extenso horario.
-Esté lugar parece una dictadura- le comentó John a Julia mientras hacían la fila para recibir la cena. April que se encontraba delante de su prima rodó los ojos enojada por la actitud relajada que tenia su amigo con todos menos con ella. Odiaba lo incomoda que la ponía su frialdad.
-La mayoría de los estudiantes que egresan no realizan estudios terciarios, van directo a presidir las enormes empresas de sus padres, otros a comenzar su camino político. La exigencia que ves es equivalente a la que vamos a tener todos nosotros en el futuro- le explicó ella.
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La Princesa de Hielo
General FictionUna princesa con un corazón congelado por el daño y un apuesto protector serán los encargados de liberar a una enigmática y perdida nación en medio del océano.