Vacío

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Las semanas pasaron, al igual que los días y las horas, mi vida se había convertido en una gran pantomima, tenía que fingir estar bien para que nadie sospechara o hiciese preguntas indebidas. A su vez cargaba conmigo un dolor tan intenso que no lo podía comparar con nada, tenerlo lejos me hacia mas que mal, todo el tiempo estaba preocupada por como estaba, quería saber de él, me sentía insegura sin él a mi lado, me sentía vacía. Comprendí rápidamente que eso es lo que se siente cuando te alejan de quien mas amas, vacío, es extraño, pero parecía tener la certeza de que nada iba a hacerme feliz de ahora en mas. Supongo que el amor era así, era tan fuerte e invasivo que cuando se alejaba te dejaba sin nada, como un día nublado sin lluvia ni rayos, sin sol, nada lo caracterizaba mas que el color gris, que la melancolía. 

Mi padre me había obligado a conocer mas a fondo al príncipe Park, quien era un buen conversador y un caballero atento. Luego de dos meses de pasearnos juntos por todas las regiones para que el pueblo nos viese podía asegurar de que nos habíamos convertido en buenos amigos. Era alguien con quien llorar mis penas, alguien que me escuchaba y Park encontraba lo mismo en mi, aunque era mucho mas sumiso a su madre de lo que yo podría ser algún día a mi padre. 

A pesar de que el tiempo transcurría sin dar tregua, aún sentía las manos de Jhon abrazándome al dormir, aferrándose a mi piel. Intentaba recordar  con alegría, ser feliz con los recuerdos, aunque solo me servían para seguir caminando día a día, una sombra me acompañaba a donde fuera, la tristeza no se iba, por mas que intente enfocarme en otros asuntos no logre jamás quitarme el vacío que me provocaba su ausencia. 

-April ¿Te sientes bien?- me preguntó Artemia mientras me ayudaba a acomodar mi pelo erizado por la humedad.

-No mucho, creo que mi estomago no se encuentra en su mejor momento-

-calma tus nervios, si el espíritu no esta bien el cuerpo es el que lo demuestra. Has estado casi al borde de  la depresión los últimos días- 

-No quiero hacer esto- confesé haciendo referencia al evento que transcurriría en unos minutos, en el cual debería mostrarme feliz y encantada con mi compromiso. 

-No quiero preguntarte por que se que te hace mal, pero ¿No hay noticias de Jhon?- 

-Escuche a unos guardias decir que el grupo que salio la semana pasada iba a cargo del capitán para mitigar los levantamientos del sur. Quise suponer que hablaban de él, aunque no se con cuantos capitanes cuenta la guardia real.  

Bajé la larga escalinata, llevando un vestido color carmesí y con la mirada fría en el horizonte. El salón estaba repleto de gente, todos vestidos muy formalmente, no quiero imaginarme como vendrán el día que me case. Ví a unos cuantos nobles acercarse al príncipe, esperando agradarle, obviamente, iba a ser el nuevo Rey, o eso pensaban ellos. Sabía de antemano que era una locura interponerme a las locas ideas de mi padre, pero estaba determinada a gobernar esa nación en soledad, y estaba lista para ello. 

Park se comportaba amable y condescendiente con todos, por mas que intente adoptar su postura no conseguí mas que regalarles una mirada soberbia y fría desde lo alto de la escalera. 

El pesado vestido se deslizaba sobre el frío mármol del salón a medida que lo recorría saludando a quienes se posaban en mi camino hacia el Rey. Vi unas cuantas familias conocidas, pero lo que me asombro fueron unos cuantos rostros que desconocía por completo. No solo entre los nobles, sino también entre los guardias, a quienes vi con comportamientos extraños, algunos se veían poco atléticos, otros se paraban desgarbados y con la mirada al suelo o poco atenta. Por un momento considere que aquello fuera tan solo un sueño, así que me acerqué con sigilo a mi prima. 

-¿Qué te pasa? El protocolo dice que tenes que hacer una reverencia a tu padre para que comience la velada. 

-¿No ves nada extraño?

La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora