Capítulo 2) La sombra a la luz

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Ella no podía creer lo que veía y su rostro lo demostraba, no había visto a ese chico desde que era apenas un niño.

Miró a John muy sorprendida, ya no era el chiquillo que corría por los rincones del castillo jugando con ella, era un hombre grande y fornido. Su sonrisa radiante se mantenía intacta, pero sus ojos ya no tenían tanta picardía y luz, parecían tristes. La luz irregular de la luna no le dejaba ver su rostro con claridad, pero no podía negar que seguía siendo un niño guapo.

Le tomó la muñeca con extrema delicadeza y la guió aún más lejos de la gente. Dejaron de caminar en un pequeño claro entre los árboles, se podía ver la luna rodeada de nubes rojizas entre las ramas ya casi sin hojas por la llegada del otoño.

April no veía a John desde que se había ido a estudiar al norte, lo cual fue más o menos al mismo tiempo que ella se había trasladado a Noruega de forma definitiva para asistir a tiempo completo al internado.

-Hace tanto tiempo no te veía...- dijo con voz nostálgica, él le recordaba su verdadera esencia, cuando solo era ella, no un intento de princesa. El pecho se le había oprimido desde que había descubierto quien era el ser que se movía entre las sombras y volvió a punzarle al escuchar su voz ronca y varonil, tan cambiada a la aguda voz del niño que había sido.

-Estas... grande- dijo él haciendo una pausa incomoda y April comprendió finalmente que tener un pasado hermoso y cercano con una persona no te garantiza que van a ser los mejores amigos por siempre, sin embargo, si te garantiza una charla incomoda.

-Sí, pero son los zapatos- dijo señalando que tenía tacón. La verdad es que media un metro y medio, y aunque a veces en televisión lucia alta y esbelta, la realidad era que podía ser confundida fácilmente con un minion o pitufina. El tono con el que contestaba a John era todo menos diplomático, tampoco era el típico tono de superioridad y altanería con que hablaba al resto del mundo.

Es extraño como una persona te puede devolver una personalidad anterior, ella que siempre fue fría y calculadora, al verlo a él era tan solo una niña ingenua que sonreía por todo. De repente salió de su estado de nebulosa ensoñación, John se había ido a estudiar lejos cuando ambos tenían apenas once años, pero... << ¿Qué hacía John en Noruega? ¿Cómo había llegado hasta aquí?>> no pudo evitar preguntarse.

-¿Pasó algo con mi padre?- le preguntó temiendo a lo que pudiera responder, la incertidumbre la llevaba a elaborar las más disparatadas y crueles hipótesis. Y es que tenía muy claro la cantidad de enemigos que se puede tener siendo rey, hay gente que simplemente no soporta tu descendencia y April había aprendido a luchar con eso desde muy pequeña, y también con el resto del mundo sin aparente razón.

-Su padre está bien, sigue siendo custodiado por mi padre y él daría su vida por proteger a su majestad- le respondió con rectitud. Pero no sólo su tono había cambiado rotundamente, también su expresión. Quien antes parecía feliz por el reencuentro e incluso mostraba complicidad, ahora parecía uno de los empleados del palacio, fríos y distantes con más miedo que respeto. April muchas veces había considerado que la posición en la que nació la llevo a forjar esta personalidad desapegada y antisocial, toda la gente que la había rodeado desde que tenía uso de razón ofrecía una reverencia al verla, pero nadie se atrevió a preguntar cómo estaba o a charlar con ella por miedo a sonar irrespetuoso.

-¿Por qué te encuentras en Noruega?- preguntó adoptando la misma postura rígida que su viejo amigo.

-Emergencia de trabajo-

-Lamento que no hayas podido culminar tus estudios en ingeniería-

-Lamentablemente no pude ni siquiera comenzarlos, las cosas no están bien... nuestro país está al borde de una guerra civil-

"Guerra Civil" un término que la gente utiliza con total liviandad, que cualquiera relacionaría con hechos pasados, o con el próximo tema de una clase de historia, pero April lo sentía tan cercano. El oxígeno parecía no llegar a sus pulmones, el labio inferior le tembló y por un momento pensó que iba a romper en llanto allí mismo.

Dromania era un país pacífico de recursos limitados, aunque la monarquía había invertido toda su fortuna en políticas sociales y los mejores ecónomos del país habían luchado por reflotar la pequeña isla, la economía y las deudas se venían a pique. En el año 1945 su abuelo había asumido al trono con tan solo veinte años cumplidos. Época truculenta para el mundo, época de dolor y pérdidas en el que aquella pequeña isla perdida en el atlántico ni siquiera era considerada país.

Siguiendo antiguas leyendas de los ancianos del pueblo, el abuelo de April, Nicholas Tercero busco una extraña roca sobre la que supuesta-mente había sido fundada la nación. El talatio... el mineral más fuerte del planeta tierra, incluso más duro que un diamante. Para el año 1985 la costa este de Dromania había sido totalmente deshabitada, suplantando hermosas playas por fábricas, minas y enormes maquinas. Para el año 2000 la que antes había sido una insignificante isla ya no necesitaba de comercio externo, aunque se mantuvo exportando Talatio en menores cantidades, el país había avanzado en todas sus áreas, incluso se volvió uno de los países con mejor tecnología del mundo.

Nicholas Fretcher III se esforzó arduamente por mantener a Dromania lejos de los reflectores, escondió las riquezas al mundo, y no ostento sobre sus grandes descubrimientos. La discreción llevo a Dromania a no tener problemas del tipo ambicioso, como tantos países habían pasado por gobiernos dictatoriales, su ejército era pequeño, aunque bien armado, pero se encargaban de tareas sociales ante la falta de conflictos.

Todo era demasiado idílico para ser cierto, unos años después de la coronación del padre de April un grupo de rebeldes se levantó en contra de la monarquía y hasta hoy en día un pequeño número de habitantes se encuentra desconforme con mantener oculto nuestro país al mundo. Cegados por la ambición y la sed de poder habían reunido a muchas personas, que también se levantaron en contra de la monarquía, pero aún era un número reducido de personas. Así que su padre, El Rey, decidió compartir los asuntos políticos con un referente elegido por el pueblo, este se encargaría junto con él de los temas concernientes a Dromania.

-Deberíamos ir a hablar a un lugar más tranquilo, no es seguro que se encuentre aquí princesa-

La frialdad con la que le hablaba la ponía en jaque, ella jamás lo había visto tan...distante. Se hundieron en la espesa niebla otoñal, John la seguía, ella podía escuchar sus pasos firmes detrás. Al llegar a la puerta trasera de la cocina, el escondite por el que se escabullían los estudiantes y subieron las escaleras sigilosamente.

-No deberías estar aquí, así que mantente lo más silencioso posible- le ordenó ella.

-No creo que haya problema en que alguien me vea- dijo el sin tomar asiento, estaba firme cual soldado junto a la puerta- April, vengo a Noruega por trabajo y lealtad-

<<Trabajo y lealtad, desearía jamás escuchar esas dos palabras juntas>> pensó, eran como el lema de todos los empleados del palacio, de todos aquellos que habían fingido que ella no existía para no tener problemas con su estricto padre.

-Así que decidiste seguir el negocio familiar- le dijo viendo por donde venía la cosa- jamás te creí tan cobarde- concluyó con tono despectivo.

-No tuve otra opción, no hubieras aceptado a nadie más-

-¿Y qué te hace creer que te voy a aceptar a ti?- le dijo acercándose a él y pudo ver que su cercanía lo intimidaba- No quiero un guardaespaldas, y no voy a tenerlo, si quieres puedes tomarte el primer vuelo y explicarle a mi padre mientras lo adulas, no soy esa persona a la que esperabas ver- 

-Pensé que le agradaría verme- dijo el levantando el mentón para evitar la extrema cercanía que April había dejado entre sus rostros. 

-No convertido en esto, verte así me da asco- dijo ella resoplando por su evasiva acción. Se alejó despojándose provocativa-mente de la chaqueta y dejando al desnudo su marcado abdomen. Luego también se quitó las botas, quedando con un aspecto mucho más descontracturado. Él intento desviar la mirada, pero sus ojos estaban clavados en los de ella. 

De repente, dos golpes en la puerta cortaron el incomodo ambiente que se había creado dentro de la pequeña habitación y el rostro de April cambió su expresión de caza por una de terror. 

La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora