Capítulo 3) La amenaza

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April corrió de un empujón a John que permanecía apoyado en la puerta y abrió lentamente tan solo una pequeña ranura, esperando ver a su prima. Sin embargo, el rostro que visualizaron sus retinas fue mucho más duro y egocéntrico. Alexia la miraba con una sonrisa esbozada en sus gruesos labios, pero con una amenaza en sus oscuros ojos. 

April la miró estupefacta sin saber que decir, ¿Qué diría si encontraba a John en su cuarto? Incluso en Dromania se vería mal.

-Linda ¿Cómo va?- preguntó ella con un tono de voz entrecortado y engolado por causa del alcohol. Dos segundos después al no recibir respuesta corrió la puerta de un golpe y se quedó con la mirada fija en John, quien tenía una expresión dubitativa.

-Quiero uno de esos, para llevar- dijo señalando al apuesto muchacho que seguía parado cual soldado. April la miró con odio, Alexia contoneaba sus perfectas curvas latinas acercándose a John, y la expresión de John seguía impávida. 

-Ah ¡Mierda!- gritó Julia entrando a la habitación. 

-Creo que no vamos a poder solucionar este problema, lo mejor es eliminar a la intrusa- le comento April a su prima con su típica expresión seria y taciturna. 

-A veces... creo que lo dices enserio- dijo su prima con una expresión de horror. 

-John- dijo Julia con una gran sonrisa en el rostro y corrió hacia él para darle un abrazo de bienvenida. April rodó los ojos hastiada.

-No abraces a mi hombre- le gritó Alexia sacando a Julia de su camino con un cinchón de pelo.

-¿Cómo nos deshacemos de la bruja?- preguntó Julia acariciando su cabeza por el dolor.

-Eutanasia- dijo April casi en un susurro, su mirada estaba perdida en algún punto en el infinito, su prima se dio cuenta que la presencia de John la incomodaba y mucho. Caminó hacia donde Alexia se encontraba, lo cual era muy cerca de John y después de tomar una gran bocanada de aire tomó el brazo de su compañera. Julia abrió los ojos asombrada y también un tanto asustada, el corazón se le detuvo un segundo y sintió que junto con él, el tiempo también se había detenido. 

-La vamos a dejar ir, está borracha dudo que recuerde algo- dijo April con la mirada al suelo. 

-Admiro su benevolencia majestad- le susurro John en tono serio, aunque parecía mas bien una burla sarcástica. April le lanzó una mirada filosa y continuó su camino. 

A la mañana siguiente el día había amanecido gris y con miras de llover, todo apuntaba a que las ultimas hojas sobrevivientes al otoño iban a caer a lo largo del día. April miro su demacrado rostro en el espejo mientras lavaba sus dientes y luego lucho por tapar sus ojeras, sucumbiendo a utilizar gafas oscuras.   Sin embargo, Julia se había levantado con la piel radiante, un bronceado que persistía del verano la hacia lucir fresca y natural. April había gozado de las mismas vacaciones que su prima, pero su piel insistía en resistirse al sol y permanecer pálida. 

-Lo siento, se que odias hablar por las mañanas, pero estoy aterrada por lo que vaya a decir Alexia, ella es... traicionera- 

-Un bello escorpión picara a la rana que lo transporta a través del río, a pesar de que con esa acción ponga firma a su muerte. No puedo bajar al escorpión de mi espalda a mitad del río, mi única esperanza es encontrar el antídoto a su veneno- 

-Te odio cuando hablas así, es tu venganza por hablarte por la mañana, hacer que no te entienda un comino- le gritó su prima. 

April se encogió de hombros y luego de terminar de alistarse salió camino al comedor. Al bajar las escaleras y toparse con el hall la imagen que recibieron sus retinas la dejó totalmente paralizada. 

El director se encontraba charlando con dos muchachos excesivamente apuestos, pudo reconocer de inmediato la protocolar postura de John, a pesar de que lo veía de espaldas.

 El otro chico tenía un aspecto diferente, cabello rubio al estilo surfista, su camisa con un par de botones desabrochados, que dejaban ver su piel bronceada, su expresión tranquila y relajada, y su aire innegablemente veraniego. 

Frank Newman, el hijo del director y la única persona que había interesado amorosamente a April, John, su amigo de la infancia enviado para cuidarla y el director del internado, entrelazados en una misma charla. "Tragame tierra" hubiera sido la expresión perfecta. 

-Señorita Fretcher, que bueno que nos acompaña, acérquese- le indicó el director con un tono de vos cordial que ocultaba la molestia que le ocasionaba el tenerla allí- Asumo que conoce a mi hijo, él nos va a estar acompañando este año como funcionario- 

Newman explicaba las tareas que su hijo iba a desempeñar, pero April no podía poner atención a otra cosa que no fueran los profundos ojos celestes de Frank, parecía que el mar se había plasmado en ellos. 

-Me alegro de que forme parte del staff, ahora si me disculpan debo tomar mi desayuno- les comentó April intentando no sonar incomoda. 

-Señorita Fretcher, no nos había dicho nada de las preferencias de su familia, a pesar de que no permitimos este tipo de lujos, y usted lo sabe bien, entendemos las circunstancias actuales. Le pido por favor que no presuma de esta libertad que posee, sabe que muchos de sus compañeros tienen los recursos también para contar con un agente de seguridad personalizado, pero debe entender que no podemos alojar el doble de personas en el establecimiento. Por esas razones le pido encarecidamente que sea discreta en cuanto a este tema-

-Puede negarse si así lo desea, ya que no puedo hacerlo yo- su voz cavernosa y desinteresada pareció chocar filosamente contra John, quien a pesar de esperar una explicación no recibió ni siquiera una mirada de parte de su vieja amiga, quien siguió su camino sin reparar en su presencia. 

-No vengo a hacerte la vida mas difícil, solo protegerte- le dijo John sentándose a su lado en el comedor. April rodó los ojos y continuó comiendo su cereal.

-De niña no podía tener amigos, no se me era permitido jugar ni hablar con la servidumbre. De adolescente me mandaron intermitentemente a tomar clases al extranjero. Ahora estoy internada en un instituto que me va a enseñar a gobernar un país que ninguna de estas personas conoce, y encima de estar encerrada y no tener poder de decisión, envían a una persona para que finja ser mi sombra todo el día. Incluso presa tendría mas libertad- 

-Me enviaron a mi para que sientas la comodidad de tener a un amigo a tu lado- 

-No se me permite tener amigos, no se me permite salir con nadie. Yo... no tengo esa suerte- 

-No lo puedo creer, eras real- dijo Alexia sentándose frente a John- 

-Lo único que me faltaba- resopló April. 

-¿Es tu novio? ¿Están comprometidos? Es un príncipe ¿verdad?- preguntó Alexia mientras tomaba las manos de John y las acariciaba. 



La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora