El otoño estaba a pleno en el bosque de Hellig Agnes, los árboles tenían formas esqueléticas, se podía ver una gran escena de cadáveres danzando sobre los troncos al son del viento. Y es que en teoría el otoño era eso, una danza de muerte. Es que el otoño era aquel que hacia morir a miles de hojas vivas y alegres, era quien pintaba el cálido paisaje de verano de un color marrón grisáceo. Una inminente y progresiva muerte que la naturaleza nos regala para enseñarnos que hay que primero morir para poder renacer.
El rostro de April cubierto por un gorro blanco y su bufanda torneada se veía un tanto sombrío bajo las sombras de los desnudo arboles, ella trataba de esconder su mirada, para no dejar expuesta su emoción.
Frank caminaba a su lado con paso tranquilo, el siempre parecía fluir como las olas del mar. Las hojas crujían bajo sus pies y algunas gotitas de lodo salpicaban sus zapatos.
-Estas callada-Dijo él posando la mano dulcemente sobre su hombro y provocando que los sentidos de ella se pusiera alerta.
-Detesto el otoño, el frio, el lodo, la lluvia... no quiero nada de eso- le contesto con tono tranquilo y aceleró el paso.
La bronceada piel de Frank había adquirido un tono rojizo por el frio y su aliento se veía en forma de vapor. El invierno se avecinaba y en esa zona la ola polar era realmente cruel. El bosque se teñía de blanco, el riachuelo se congelaba por completo y casi no se les permitía salir del instituto, algo que para muchos estudiantes s volvía caótico.
-¿Cómo es el clima en tu país?- preguntó curioso luego de acelerar el paso para alcanzarla.
-Mas cálido, aunque no dista m mucho de aquí, solo que nuestro invierno es húmedo y sin nieve - contesto ella, casi con desinterés. El Tono de April siempre parecía ser un discurso armado, algo que habían preparado para ella como si sus palabras no fueran suyas.
-Una desgracia, la nieve es un gran espectáculo-
-Olvide agradecerte, ayer me salvaste dos veces-
-No tienes que agradecerme, te lo debía por dejarte plantada en el baile-
-April se pro en seco y lo miro detenidamente, no sabia aun por que estaba tan sorprendida, si era por que el se acordaba de ese hecho o por el hecho de que quisiera enmendarlo.
-Fue un suceso insignificante, sin importancia- dijo con altanería pero sin levantar jamás el tono de voz. Desde muy pequeña había sido enseñada para jamás quedar mal, siempre tendrá que parecer que controlaba todos los sucesos , incluso las mentes y corazones de los demás, que todo estaba bajo su poder. Había aprendido a ser tan fría e indiferente que podría partirse en dos de tristeza mientras dice convincentemente que era algo sin importancia. Jamás parecía estar del todo enojada, triste o feliz, todo era una meseta. Así la habían domado desde pequeña para que pareciera un ser sin alma, pero también fingir que tenia u corazón muy dulce cuando la ocasión lo ameritaba.
-Bueno...- vacilo el- podríamos ir juntos al baile del sábado entonces- Sus ojos brillantes pasaron sobre la mirada vacía de April, eran tan misteriosos como el océano, por fuera parecían calmos pero al igual que el enorme océano eran impredecible y guardaban mil secretos.
-Si faltas, esta vez voy a mandarte a la horca- dijo con un tono de broma que ocultaba mucha verdad, y sin decir nada mas dio media vuelta y camino hacia el instituto.
Hacia ya tres días del incidente con el director, la misma cantidad de días desde que su prima no le dirigía la palabra. Pr razones que April aun desconocía se había enfadado muchísimo por todo lo acontecido ese día, así que por el momento había optado la ley del hielo, aunque Julia sabia que no iba a lograr nada, si había alguien experta en el hielo, esa era su prima. April se había sentido sola, el silencio era demasiado y se dio cuenta que en realidad todo el ruido era causado por Julia, la gente que se acercaba en la hora del almuerzo, las invitaciones a fiestas, los amigos, las comidas, las risas, todo era por ella, y por primera vez April se dio cuenta de lo fría que era la soledad.
August estaba sentado junto a Julia mirándola minuciosamente, y a pesar de que a ella le atraía mucho no había sido capaz de notar su presencia ni su fuerte perfume con aroma fresco.
-¿Y tu otra mitad?- le pregunto el apuesto muchacho rubio.
-Estoy sola- contestó ella con cierto grado de nostalgia, él la miro unos segundos sin expresión y luego esbozo una sonrisa tímida.
-¿Te pone feliz o te da gracia?- pregunto poniendo los brazos en jarra.
-Me da gracia que ella te haya dejado sola, por que al parecer la extrañas y simplemente me parece irónico el hecho de que alguien te abandone, y me pone feliz por que por fin puedo hablar contigo-
Julia analizó detenidamente cada palabra, cada gesto y cada mirada, el chico le gustaba mucho, pero por defender a su prima lo había rechazado ya varias veces, ella no creía probable que el se siguiera arriesgando. Pero si era ella quien se arriesgaba, podía ser la primera vez en ser rechazada, saldría en revistas, diarios y programas televisivos de chismes. Pero no había nadie al rededor, era muy extraño que se filtrara información y si el decía algo, ella solo podría desmentirla, mas de la mitad del instituto había intentado conquistarla sin lograr su cometido.
-¿Vamos al lago?- Preguntó casi sin pensar.
<<¿Por que dije eso?>> se preguntó a si misma una y otra vez, el lago de Hellig Agnes era famoso entre los estudiantes por ser el típico sitio al que las parejas van cuando quieren intimidad. El año anterior Beth, una niña de cuarto año, había ido con Thomas al lago una tarde de primavera, nueve meses después nacía un hermoso bebe, Beth se casó con Thomas a la fuerza pero después de eso no volvimos a saber nada de ambos. Beth era hija del dueño de una gran cadena hotelera, aunque su nombre no era muy conocido, pero el padre de Thomas era el primer ministro de una gran potencia, así que las noticias de ese tipo no son nada favorables, ni para el, ni para el instituto.
August tragó saliva al escuchar la palabra "lago", era un estudiante nuevo, pero de seguro lo primero que supo fue el prontuario de esa pequeña masa de agua. Luego de unos segundos puso una expresión seria, intentando calmar sus nervios y se puso de pie, su gran estatura provoco que Julia tuviera que levantar la vista para ver su mentón fuerte y anguloso. Él tomó una gran bocanada de aire y le tendió la mano a la rubia chica cuyas mejillas estaban al rojo vivo.
-Conozco un lugar mejor- le dijo con una sonrisa de lado.
Julia posó su mano pequeña sobre la de August y lo siguió cruzando el comedor. No podía dejar de pensar que había quedado como una chica fácil, era él quien había puesto un freno a la situación. <<Qué horror>> se repetía a si misma una y otra vez.
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La Princesa de Hielo
General FictionUna princesa con un corazón congelado por el daño y un apuesto protector serán los encargados de liberar a una enigmática y perdida nación en medio del océano.