12. Nieve Y Libros

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Nieve

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Nieve. Es una de las cosas más relajantes de la vida.Estoy seguro de que la lluvia y la nieve existen para leer. Por eso traje algunos libros al hospital que leeré a los niños y después leeré con Helen.

Entre al hospital junto a Lau y como siempre ella se apartó para hablar con otras personas. Algunas voltean a verme, ¿Por qué siento como si me miraran con lástima? Ay no, mi mente me está jugando una mala pasada.

Ignoré esos pensamientos, subí el elevador y llegué a la sala donde siempre me divierto con todos esos niños. Entre, Peter está aquí, jugando con unos carros.

—Hola Pet —saludé.

—Hola Math —respondió.

Note tristeza en su todo de voz. Caminé hacia él. Me agache a su altura. Hay lágrimas cayendo por sus mejillas.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Él negó suavemente con la cabeza, se paró y me abrazó. ¿Qué tienen estos hermanos por abrazarme? Tal vez parezco oso de peluche.

—Amara esta empeorando, lo escuche de mis papás.

Oh no, saber que tu hermana está enferma no ha de ser fácil para él.

Lo abracé más fuerte.

—Todo estará bien ¿Ok?

Asintió y me abrazo más fuerte.

Papá dice que el helado es el combustible de la felicidad. Si para alguien adulto lo es, paraun niño es mucho más.

—Vamos por helado ¿si?

Peter se alejó sonriendo y asintiendo.

—Si quiero.

Tome su mano y fuimos hacia la cafetería. Ordené los helados, de limón para él y de chocolate para mí.

Nos sentamos en la mesa. Lo cargué para ayudarle a subir, como es tan pequeño sus pies quedan colgando en la silla. Sus ojos están rojos y un poco hinchados de tanto llorar. Estire la manga de mi sudadera y limpié sus ojitos.

Sonrió cuando lo hice.

—Gracias.

Sonreí. Siguió comiendo su helado y yo empecé a comer el mío.

—Math, ¿tienes novia?

Mis ojos se abrieron mucho al escuchar su pregunta. El helado casi caía de mi mano. Toem la servilleta para limpiar lo poco que había caído.

Se carcajeo al ver lo que había hecho.

—No tengo.

—Pensé que sí. Mi hermana dijo que tú y Helen eran novios.

¿Qué? Peor si nunca dijimos algo así. Y así es como se crean los chismes.

—Pero es que en realidad le gustas a ella.

Ay por Dios. Que Peter no escuche nada más, por favor.

No sé qué decir.

—Mi hermana es preciosa no lo crees.

Reí. Asentí.

—Muy bonita.

Peter me sonrió. Siguió comiendo su helado. Que niño más precioso. Quiero un hijo así.

—Sabes, Amara y Helen fueron amigas.

¿Amigas? Vio a todos lados y se acercó un poco más para contarme algo más.

—Hace poco, yo iba a dejarle una hamburguesa que mamá le había comprado, y las encontré hablando. Helen le dijo que no se metiera en sus asuntos y Amara le dijo que no le hiciera daño a las personas.

¿Entre esas personas estoy yo? Tal vez sí. Tal vez soy el único que no puede ver el dolor que estoy a punto de sufrir.

—Oh, que interesante.

Asintió.

—¿Por qué las personas lastiman a otras cuando están enamorados?

¿Por qué las personas lastiman a otras cuando están enamorados? 

No lo sé, tal vez por su egoísmo. Porque siempre desean siempre hacer lo que ellos quieran sin darse cuenta de que lo que hacen tiene consecuencias. Tal vez porque a ellos nunca les ha tocado estar desde el otro lado de la moneda.

No lo sé con exactitud. No sé cuál es el su deseo de dañar. Pero sé que él dolor que se siente es tan grande que es difícil de sanar. Que no cualquiera puede sanarlo.

Pero ¿cómo le explico a un niño de unos seis años que él amor duele pero a la vez fortalece?

—Porque a veces no saben valorar las oportunidades que tienen o a la persona que tienen.

Asintió.

—Gracias por explicarme, Math.

Sonreí.

—Fue un placer, pequeñín.

A los pocos minutos después de terminar su helado, su hermana llegó a buscarlo. Y yo me fui a hacer mi trabajo.

Hagamos algo, ven a mi habitación.
Helen :)

Vi su mensaje antes de terminar de guardar mis cosas. Había decidido alejarme, en serio. Pero cada que lo pienso intentar hacer, vuelve a escribir. Y no puedo negarme.

Cada que pienso que lo estoy intentando, me doy cuenta que hay mil cosas que me lo impiden.

Me dirigí al cuarto de Helen. Di dos toquecitos a la puerta. Pasé cuando dijo que podía hacerlo.

—Hola minion.

—Hola payasito cool.

Sonreí.

—¿Qué haremos? —preguntó.

Saque un libro de mi mochila y se lo enseñé.

—Leer.

—Me gusta esa idea —respondió—. Me gusta leer cuando nieva.

—A mi también me relaja.

Helen me hizo una señal para que me sentará junto con ella en al lado de su cama. Ella está acostada, se mira muy relajada.

—Empieza a leer —susurró.

Me aclare la garganta y empecé a leer.

Helen se fue relajando y cuando terminé de leer el capítulo me di cuenta que se había quedado dormida. Coloque el libro en la mesa de a la par y la observe, se ve tan hermosa, verla dormir me da paz.

Me estire hacia ella y le di un beso en su mejilla. Apagué la luz de su habitación y salí de ella.

Te echaré de menos, lo haré. Pero me duele tanto que no tengas la valentía de hablar conmigo de lo que te molesta o de lo que planeas hacer. Puedes simplemente decirme que me aleje. Pero me sigues acercando cada vez más a ti.

Y se que me dolerá, me dolerá tanto verte partir.

Hasta el último latido  [trilogía latidos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora