28. Tiene Un Final.

41 6 3
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Tal como todo tiene un princio, tiene un final.

Hay ocasiones en el que el final de todo es mejor que su principio y otras en la que sucede justo lo contrario. El final duele más.

—Yo te quiero mucho, y puedo hasta decir que estoy empezando a amarte pero la verdad es que yo... —Apreté los labios y baje la mirada al lavamanos, tomé el papel doblado en mi mano y leí—. Yo ya no puedo seguir aguantando esto.

Suspiré.

En los más de diez años de estudios nos deberían de enseñar a cómo terminar una relación y no la suma de un bendito polinomio que no me servirá de nada si no me voy a dedicar a algo que conlleve eso.

He pasado casi toda la tarde escribiendo que decir para terminar esto con Helen. Y lo único que he conseguido ha sido un “parrafito” de aproximadamente veinte líneas. Es tan difícil, por primera vez en mis diecinueve años de vida estoy empezando a sentir lo que verdaderamente duele una ruptura.

Alguien tocó la puerta del baño del restaurante.

Doble el papel, lo guarde y abrí la puerta.

—Al fin niño —me dijo un anciano muy enojado.

—Perdón —susurre.

Pasé por su lado y seguí mi camino, pude ver a Helen sentada en la mesa viendo hacia la ventana mientras sonreía.

Se ve tan preciosa, parece como si no hiciera nada malo. Su cabello ondulado cae por su rostro, me gusta más cuando lo lleva suelto y no trenzado. Aunque sé que ese tampoco es su pelo natural, sé que son pelucas porque su cabello es corto. Otra mentira que me ha dicho. Una de muchas.

Si contará todas las mentiras que me ha dicho tal vez juntáramos más de diez capítulos de un libro. Pero puedo nombrar algunas y las más importantes:

▪️Que su cabello era natural.
▪️Que no hablaba mucho con Amara.
▪️Que no nos conocíamos.
▪️ Que me ama.

Guau, demasiadas mentiras.

Esto solo me ayuda a confirmar que en serio debo ponerle fin a esto.

Suspiré y seguí mi camino. Me dedicó una gran sonrisa cuando llegué a su lado.

—¿Nos vamos?

Asentí.

Se puso de pie, tomó su cartera y su abrigo.

Tomó mi mano, su tacto me hizo tambalear. Me hizo pensar que tal vez se iba a quedar. Subimos al auto para regresar al hospital. Puso la música y tarareo durante todo el camino.

Yo disfrute oirla cantar. Disfrute ver como era feliz.

Me estacione en cuanto llegamos. Quise que el camino durará más para estar más tiempo a su lado. Quise hacer esa noche eterna para que nos quedáramos juntos.

Hasta el último latido  [trilogía latidos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora