Hasta el último latido [trilogía latidos #1]

26. Alguien Nuevo

Cuando naces con padres como los míos este tiempo de reuniones son inevitables. Mi padre es dueño de la editorial más famosa de Nueva York, mi madre pertenecía a una de las familias más ricas de Alemania. Si juntamos ambas cosas tenemos una familia como en Gossip girl. La élite de Nueva York sí es como en gossip girl u otras series de televisión.

Sí hay chicos que creen que tener lujos a morir es vivir de verdad o que sin ellos no se puede vivir. Hay mucha competencia y en algunos casos, debo ser honesto, llega ser hasta molesto convivir con ellos. Más si se pasarán preguntando sobre tu vida toda la bendita fiesta, por eso decidí alejarme de ellas y desaparecer un poquitin del ojo de la prensa por ser el hijo del dueño de las bibliotecas más famosas de Nueva York y algunos otros países.

La verdad es que Lau es la que siempre ha estado en el ojo público, y desde que decidio ser doctora y se lo comentó a alguien en la fiesta, quien lo conpartió con la prensa, ha estado más en la mira. Ha decir verdad no em agrada para nada ir a esas fiestas, pero debo asistir a algunas de vez en cuando. Más si son las fiestas que mi padre ofrece.

Me adentre en el hotel donde está la fiesta. Me tarde eligiendo un traje y un corbatin, quiero verme perfecto. Esa será la excusa que le daré a todos cuando me pregunten porque tardé.

¿La verdad? Me hice el que no sabía que ponerse para venir tarde y no estar mucho tiempo aquí. Aunque papá me conoce y me sacó rápidamente. Pero fue empatico, se adelantó y me dejó estar otro poco en casa.

Así que aquí estoy, vestido en un traje negro con un corbatin y unos zapatos del mismo color. Agradecí al hombre que me abrió la puerta del hotel. La verdad siempre he sido una persona amable. Pero cuando entro con estas personas, dejo de ser Math y paso a ser Mathew.

Que gran diferencia, eh.

Pero es que Mathew es distinto a Math. Mathew es el chico al que no le gusta socializar y es mejor que no te acerques a él. Y Math el chico amable.

Ah, claro, claro.

Subí por el elevador. Me recosté, oprimi el botón del piso ocho. Las puertas del elevador empezaron a cerrarse. Una chica corrió tratando de subir, pero las puertas ya estaban a punto de cerrarse.

—¡Espera!

Puse mi mano para que no se cerrará.

Una chica rubia pasó por ella en cuanto se volvió a abrir. Sonrió.

Su cabello va suelto, lleva un vestido con tirantes negro que le queda precioso y unos tacones que claramente son de diseñador. Lo sé porque Lau tiene unos igual que Lucas le compró en París.

—Muchas gracias.

Asentí. Sonreí con los labios apretados.

Su sonrisa y su cabello alborotado pero bonito me recuerdan a algo.