“El amor cura hasta lo que no ha dañado”.
El día que leí esa frase me pregunté si algún día yo podría encontrar a la persona que me hiciera sentir el amor de esa manera. Pasé mucho tiempo pensando que no lo encontraría, y de repente lo encontré.
Lo vi pasar por la puerta del hospital con mucho miedo, lo vi sufrir al ver a alguien morir y lo vi empezar a quererme. ¿Me quiere? ¿Math me quiere? No lo sé, pero por todo lo que ha hecho por mí creo que sí.
Y no se si tomar el hecho de que me quiera como un honor o como un dolor. Un dolor porque eso es lo que me causa el saber que lo hiero.
Pero que hipócrita soy. Si el amor de Math hacia mí es un dolor es por mi culpa. Soy yo la que decidió herirlo y la que no tiene la valentía de pararse frente a él y decirle la verdad.
Me puse de pie, tome mi abrigo y mi respirador y salí de mi habitación. Sé a quién acudir.
Desde que recibí la noticia de que tendría un trasplante una persona ha estado vagando por mi cabeza, debo arreglar nuestros problemas antes de que me vaya. Caminé unos pasos y estuve frente a su habitación, estamos cerca así que sé que no es difícil llegar hacia ella. Estiré mi mano intentando tocar su puerta pero no pude. El miedo me ganó.
¿Y si no quiere hablar conmigo? ¿Y si me odia?
Baje mi mano lentamente, agache mi cabeza. Sentí como mis lágrimas empezaban a salir de mis ojos. Me siento fatal.
Quiero hablarle, pedirle perdón y decirle que la extraño y que la quiero mucho, que siempre es y será mi mejor amiga, la persona que me ayudó y me salvó.
Si no me atrevo ahora no lo haré nunca. Estiré la mano y di dos toques a su puerta, no sé si me abrirá, tal vez ya esté dormida. O solo no quiere verme. Prendí la pantalla del teléfono y vi la hora, son las once en punto de la noche. Carajo, a esta hora ya está dormida, a menos que esté viendo una serie que le haya llamado demasiado la atención como para desvelarse.
La puerta se abrió en menos de un minuto y me permitió ver a una Amara despeinada con una bata.
—Helen ¿está todo bien? ¿Te sientes mal? —Asentí.— ¿Llamo a Babi?
Negué, las lágrimas empezaron a salir de mis ojos.
—¿Pue... Puedo ha... Hablar contigo? —Tartamudee.
Mis sollozos no permitieron que me expresará bien, todo era un caos.
Me dio una pequeña sonrisa y se hizo a un lado dejándome pasar. Me adentre a su habitación.
Todo sigue como siempre, sus libros en las esquinas, su escritorio pegado a la pared con sus libretas sobre el. Su ropa sobre la silla del escritorio porque le da pereza doblarla y guardarla. Solía ayudarle a hacerlo antes.
—Todo sigue igual —susurre.
—Hay algunas cosas que nunca cambian —respondió cerrando la puerta tras de ella.
—¿Estabas dormida?
—Un poco, hoy tuve radioterapia y fue un poco cansado.
Me gire a verla. Está parada cerca de su escritorio con sus brazos cruzados.
—Puedo regresar mañana que ya estés descansada.
—Está bien, puedo escucharte.
Sonreí.
—Gracias.
—Para servirte.
Deje salir un suspiro.
¿Por dónde empiezo? La verdad es que ni yo misma sé explicarlo. No sé qué decir o cómo decirlo. Como explicar mis sentimientos o mi dolor. Porque ni yo soy capaz de comprenderlo.
Mis lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Solloce.
—Hazel ¿qué pasa? —Amara se acercó preocupada a mí.
—No sé qué estoy haciendo Mara. No tengo ni la más mínima idea.
Puse mis manos en mis rostro ocultando mi llanto, aunque en realidad era imposible. Mis sollozos me delataban.
—Es sobre Mathew ¿verdad?
Asentí.
Amara me abrazó, me dio ese abrazo tan animador que me hace saber que tengo la ayuda de alguien. Tengo su ayuda.
—Hazel, debes hacer algo. Te estás lastimando a ti y a él.
Volví a sollozar.
Sobó mi cabeza tratando de calmarme. Fui haciéndolo lentamente, mis lágrimas cesaron. Pasé mis manos limpiando las lágrimas que quedaron en mis mejillas. Amara se acercó a su escritorio y sacó un pañuelo desechable, me lo entregó.
—Gracias —susurre.
Me sonrió.
Se sentó en su silla. Sus ojos están casi cerrados, está cansada y yo solo estoy haciendo que se cansé más escuchándome hablar.
—¿Puedo darte un consejo? —preguntó.
Asentí.
—Debes hacer algo Hazel, habla con él. Dile la verdad, si él decide quedarse pues todo bien, limpias tu conciencia. Pero si no hablas cargaras con ese peso siempre.
Baje mi vista, Amara y Babi parecen estar conectadas, siempre opinan igual. Me impresiona, la verdad.
—Además, eres buena para hablar ¿no? —Preguntó.— No te será difícil.
Reí para mis adentros.
Soy buena para hablar pero mala para amar.
—Gracias Mara.
—Somos amigas ¿no?
La miré sorprendida.
—¿Lo somos?
—Por más alejadas que estemos, siempre seremos amigas.
Sonreí.
Esa noche descubrí varias cosas.
La primera es que Amara es y siempre será la amiga que me salvó la vida.
Y que ella y Babi tienen razón. Me siento tan mal pero, sé que ellas tienen razón. Quiero quitarme este dolor y molestia que me invade cada noche antes de dormir cuando pienso en él. Quiero quitármelo y tener paz.
Debo hablar con él, no quiero dañarle más, voy a hablar y a arriesgar todo lo que tengo ahora.
Lo haré.
Te lo juro Math, te lo diré y te haré feliz. Prefiero ser la causante de tu felicidad a ser la causante de tu dolor.
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Hasta el último latido [trilogía latidos #1]
RomanceLos miedos nos ayudan y nos perjudican a la vez. Debemos vencerlos, y aprender a vivir con ellos. Math debe saber cómo hacerlo. Mientras lo intenta, enfrenta un nuevo miedo. Sin darse cuenta, poco a poco ese miedo se convierte en realidad. BORRAD...