20. Un Abrazo Animador

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El dolor más grande que existe probablemente lo causa el amor. Pero el más doloroso es el que causa el amor que nunca pudo llegar a ser, como el que yo siento hacia Helen.
No pudimos darle la oportunidad para crecer y que llegara a ser tan grande.

Yo si quería darle esa oportunidad, ella es quien no lo desea al parecer.

Abrí la puerta de la biblioteca y me adentre. Desde que papá me comentó que esta sería mía me ha gustado hacerme cargo de algunos aspectos de ella, como por ejemplo, me gusta ser quien contrata a las personas. Hace poco contraté a alguien. Según su hoja de vida es italiana, me agradan los italianos. Y ella se veía agradable.

Subí las escaleras para llegar a la oficina donde se supone debe estar la nueva chica y el gerente de la biblioteca. Di dos toques a la puerta y luego de escuchar que me dejaban pasar entre.

—Buenos días. —Dos pares de ojos se posaron en mí.

—Buenos días Math —saludó Kevin, el gerente —. Siéntate por favor. Te presento a Grace, la nueva bibliotecaria.

La chica me vio y me dedico una pequeña sonrisa.

—Mucho gusto, Mathew.

—Dime Math, por favor.

Extendí mi mano y ella la tomó.

—Math.

Sonreí.

—Entonces empecemos —habló Kevin.

La reunión fue de lo más tranquilo. Le explicamos a Grace lo que debía hacer. Le mostramos el lugar y presentamos a las otras personas que trabajan aquí. Esa chica me cae muy bien.

Terminamos de darle el recorrido y se despidió, empezará mañana a trabajar. Hablé unas cosas con Kevin y revisé un poco el lugar antes de irme.

La verdad no tengo ganas de hacer nada, solo quiero ir a mi casa y descansar, hoy es el único día que Lau y yo tenemos de descanso y quiero aprovecharlo, la verdad. Manejé hasta un restaurante de comida china, compre algunas cosas y me dirigí a mi casa.

Se que encontraré a Lau allí, siempre llega cuando su padre debe trabajar y sé que hoy él y mi padre están en una reunión de trabajo. Así que compre suficiente para ambos. Necesito hablar con ella, necesito ese abrazo animador que me da siempre que cometo un error.

Estacione el auto, tome las bolsas y subí. Abrí la puerta con mi huella, la Empujé con mi cintura para no botar nada. Dejé los zapatos en la entrada y me adentre. Y ahí está.

—Hola mi Lau.

Me miró, lleva una manzana en su boca, está escuchando algo en su teléfono.

—Hola Math —habló con al boca llena.

Reí mientras caminaba a la mesa en el centro de la sala para dejar las cosas.

—Perdón si invadí tu casa pero, no quería estar sola —susurró.

—Puedes invadir cuando gustes —respondí.

Me sonrió y siguió comiendo su manzana. Me senté en el piso cerca de la mesa, saqué la comida, le pasé un poco a Lau y me serví otro poco a mí.
Me agradeció y tomó el plato.

—¿Estás bien?

La miré y asentí.

Arrugó sus cejas y entrecerró sus ojos.

Carajo, odio cuando sabe que algoe está pasando.

—Hay algo merodeando en mi cabeza desde la mañana —comenté —. Y no me agrada.

—¿Qué es?

Ese pequeño dolor en el corazón volvió a aparecer, ese molesto dolor que me recuerda que estoy a punto de sufrir.

—Sé los planes de Helen —dije sorprendiéndola.

—¿Qué?

—Sé que se irá a Ámsterdam en poco tiempo por un trasplante y que me dejará.

Sentí su mano en mi hombro, dio un apretón suave.

—Lo siento tanto —susurró.

—No hay porque.

—Math, te estaba gustando, estabas permitiendo a tu corazón amarla, no puedes fingir que estas bien.

Metí un poco de comida a mi boca.

Tiene razón, lo sé. Pero no quiero sufrir por ella, no quiero.

—¿Le dijiste qué ya sabes?

Negué.

—Solo seguí como si nada, y ella avanzó más.

—Math...

Baje la vista a mi plato de comida.

—Y decidí no decirle que sabía, no quería que se fuera y huyera, quería hacerla feliz un poco antes de que partiera.

Suspiró.

—Math, no debes ni tienes porque ser quien se encargué de su felicidad si eso implica complicar la tuya.

Desde que mamá murió he tenido ese sentimiento de querer alegrar a todos, aun cuando yo no lo estoy así.

Sentí como una lagrima cayó por mi mejilla.

—En la mañana yo... —Mi voz se cortó —. Solo me puse a pensar si soy difícil de amar, porque nadie se queda conmigo. Nadie me ayuda a mejorar solo hacen que empeore, sus palabras, sus acciones, todas me hieren. Y luego dicen que me aman.

Lau bajo del sillón y se arrodilló a mi lado. Me abrazó. Me dio ese abrazo que me hizo saber que tenía alguien que me apoyaba. Me dio esa seguridad y el amor que necesitaba en ese instante.

—No eres difícil de amar, Math, solo que no has encontrado a la persona que sepa hacerlo —susurró dejando un beso en mi cabeza.

Y allí, con ella abrazándome, me permití llorar. Lloré por todo lo que me ha pasado, y por lo que estoy a punto de pasar. Pero decidí quedarme, y debo aceptar las consecuencias de mis actos.

Y luego llegaste tú, y ya sabes que pasó.

Hasta el último latido  [trilogía latidos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora