6. Dolor Y Felicidad

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Perder a un ser querido es duro

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Perder a un ser querido es duro. Te deja un vacío tan grande que no llena nadie. Solo aprendes a vivir con él. Con la esperanza de que algún día lo volverás a ver.

Pero en lo que eso sucede, el dolor te pesa. Te hace sentir que no puedes sanar. El tiempo no cura tu dolor solo así. Debes desahogarte, debes pasar tu etapa de duelo. Si no lo haces ese dolor quedará allí para siempre. Lastimándote.

El duelo es solo amor, amor que no sabe a dónde ir. Y no se irá, solo se acoplara, hasta que llegue el momento de volver a ver a la persona que perdiste.

Sábado, un día que no quería que llegará, para ser sincero jamás lo imaginé. Jamás imaginé mi vida sin mi madre, sin la primera mujer que me amó de verdad.

Vi el reloj en la mesita en cuanto abrí mis ojos. Las 6 de la mañana. Mi padre tiene un bonito día preparado, yo no sé qué haremos. Lo único que me dijo es que no hiciera muchos planes. Aunque conociéndolo, sólo iremos al cementerio y a comer. Mi padre no es un buen organizador.

Me bañe y me cambié, tomé mi teléfono y me dirigí hacia el comedor donde esta mi padre.

—Y ¿Qué haremos hoy? —pregunté a papá.

Me dio una mirada detrás de sus lentes que usa para leer el periódico, sonrió.

—Iremos primero al cementerio a dejar algunas flores a tu madre, no hemos podido ir esta semana, —respondió —. Luego iremos a comer algo con Laura y Lucas, nos invitaron. ¿No te dijo nada Lau?

Negué. Tal vez se le había olvidado. Mi amiga es la mujer más olvidadiza del mundo. Aunque nunca lo admite.

Terminamos de desayunar y nos dirigimos al cementerio. Aparcamos el auto y bajamos, papá había comprado las flores favoritas de mamá, tulipanes.

Caminamos hasta llegar a su lápida. El cementerio es uno de los lugares que más te hacen reflexionar sobre tu vida. Siempre que lo visitó me pregunto si estoy valorando mi vida. Si en serio estoy haciendo las cosas bien.

Ver cada nicho, cada lápida, me hace pensar en lo corta o larga que fue la vida de cada persona. ¿Habrán disfrutado de su vida? ¿Fueron felices? Si aún vivieran ¿Qué harían?

Lo único que deseo es vivir feliz, disfrutar y hacer lo que tal vez esas personas no pudieron hacer. Llegué hasta la lápida de mamá. Me acerque, quité las flores casi marchitas y coloqué las nuevas. Mi vista se dirigió a las palabras que mamá siempre decía y quizo dejar plasmado.

Elisabeth Peterson
“Vive como si este día fuera el último. Así podrás disfrutar más de tu vida”.
1974 — 2012

Pasé mi mano sobre su nombre. Las lágrimas quieren salir de mis ojos.
El día que mamá murió, no quise decirle buenas noches, y minutos después murió. Mi conciencia quedó marcada desde ese día. Si le hubiera dicho ello ¿qué hubiera pasado? ¿Qué hubiera respondido?

A un niño pequeño le cuesta entender que su madre le amaba. A mí me costó entender que mamá no dejó de quererme ese día.

Papá se agachó a mí lado, puso su mano en mi hombro.

—Sabes, tu madre te amó mucho Math —habló—. Sé que piensas que ella murió pensando que tú no la querías, pero no es así, ella supo que la amaste con todo tu corazón.

Se acercó a mí y me abrazo. Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Agradezco a mi padre por cuidarme, amarme cada día, y luchar por siempre darme todo lo necesario.

Siempre ha querido que me sienta amado.

—Te quiero papá.

—Yo a ti, Math.

Después de estar un tiempo en el cementerio, nos dirigimos a casa de Lau. Mi vista está fija en el paisaje fuera del auto. Sentí lairada de mi padre sobre mí. Lo vi de reojo, sonrió al verme.

—¿Cómo te ha ido en el hospital? —preguntó.

—Muy bien —respondí, espero que no me pregunté por Helen.

—Que bien, y alguien me contó que conociste una chica.

Rayos

Claro, es mi padre, lo sabe todo. Y ahora ¿Cómo le voy a contar de Helen?

«Piensa Math, piensa».

—Se llama Helen, es muy bonita. Ha estado desde chiquita en el hospital, es muy chistosa, odia la cebolla, ama a los minions. Y estoy cien por ciento seguro que la conozco desde antes.
Me recuerda a mamá.

Papá se quedó en silencio unos minutos hasta que empezó a esbozar una sonrisa.

—Estas enamorado —comentó.

—¿Qué? Claro que no, sólo me gusta.

Abrí muchos los ojos cuando me dí cuenta de lo que había dicho.

—Es decir, es bonita pero...

—Te gusta.

—Papá, podemos olvidar lo que acabo de decir.

Papá sonrió y aparco frente a la casa de Lau y Lucas. Lucas abrió la puerta para que entráramos, allí estaba Lau, junto a su madre y su nuevo novio.

Claro, por eso no me dijo nada. Los padres de Lau se separaron cuando ella era pequeña y la madre de Lau no la quiso llevar con ella, por eso a  Lau no le gusta pasar tiempo con ella y sus novios.

—Hola —saludamos papá y yo.

Lau me hizo una seña para que me sentará junto a ella.

—Hello —saludó—, vamos, siéntate.

—¿Por qué no me habías dicho nada? Pude haberme inventado algo para sacarte de aquí.

Lau solo sonrió.

—Estoy bien de hecho ellos ya se van, mamá hiso una reservación para ellos dos —respondió con sarcasmo.

Cuando la madre de Lau y su novio se fueron nosotros empezamos a comer.
Después de comer, papá y Lucas se apartaron para platicar.

—Oye necesito dinero así que te alquilare como novio —dijo Lau de un momento a otro —. Escucha, se alquila novio de compañía, ojos azules, cabello castaño, alto, guapo y ama leer. ¿Te gusta?

Preguntó con una sonrisa.

—Estas loca Lau —respondí mientras empezaba a reírme a carcajadas.

Una canción empezó a sonar por la bocina.

—Vamos, tenemos que bailar —dijo Lau poniéndose de pie.

Yo me pare y empecé a bailar junto a ella.

—Alabama arkansas.

—I do love my ma and pa.

—Not that way that I do love you.

Y ahí me di cuenta que hay que valorar esos pequeños momentos con las personas que más amas, esos segundos, porque jamás sabes cuando será el último.

Ojalá la vida pueda perdonarme todas las veces que no la viví, que no la aprecié.

Hasta el último latido  [trilogía latidos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora