25. Tres De La Mañana

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La campanilla de la cafetería sonó anunciando que mi pedido estaba listo. Me puse de pie y caminé a traerlo. A esto le llamo el camino a la felicidad. Respiré hondo inhalando el olor tan delicioso de la comida, papas fritas y Coca Cola. Lo sé, nada nutritivo pero, es delicioso.

Caminé de regreso a mi mesa, me senté y serví los aderezos que me habían dado. Dejé que se mezclaran. Si Amara ve esto el da algo, detesta ver que los aderezos se junten. Abrí el empaque de la pajilla y lo metí en el vaso, aparte unos centímetros la bandeja y abrí mi libro. Esto es el paraíso. Pude quedarme en mi habitación pero, no es igual que hacerlo aquí.

Como son las seis de la tarde no hay muchas personas, ya no es hora de visita así que las únicas personas que están aquí son enfermeros o doctores.

Pasé varios minutos así, en el paraíso. Hasta que la silla frente a mí se abrió y alguien se sentó. Math se sentó frente a mí. Tiene una sonrisa en sus labios.

—Hola, minion —saludó.

—Hola payasito.

Cerré el libro y le di toda mi atención.

—¿Está todo bien?

Asintió.

—Lo está. Pero tengo una pregunta.—
Lo miré muy curiosa—. ¿Hace cuánto no vas a una feria?

—Hace demasiados años.

Sonrió.

—Pues hoy iremos a una. Claro, no subiremos juegos super extremos, de hecho, solo trataremos de ganar algún peluche, tomaremos fotos en la cabina y luego tomaremos chocolate caliente o podemos cenar algo.

Sonreí.

—Math, en verdad quiero salir. Pero debo pedir permiso, recuerdalo.

Bajo su vista y sus manos sacaron algo de su pantalón.

Me pasó una hoja doblada.

Limpié mi mano en mi vestido y tomé la hoja, la desdoble. Mi boca casi caía al piso al ver lo que era.

—Pero ¿Cómo lo hiciste?

Sonrió.

—Tengo contactos.

—¿Ese contacto es mi tía?

—Exactamente, nos dio permiso para salir. Debemos irnos ya para no regresar tarde. Así que ponte de pie.

Se puso de pie y yo le imite.

La emoción me está recorriendo todo mi cuerpo. Iré a una feria con Math, será como una pequeña cita. Ay por Dios, que emoción.

Tomó mi mano y nos dirigió para salir del lugar. Pasamos a mi habitación por mi abrigo y guantes, los que compartimos. Nos subimos al auto y empezó nietara travesía. Manejó aproximadamente unos treinta minutos hasta llegar a al lugar.

Hasta el último latido  [trilogía latidos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora