El amor no condena. O bueno, lo hace cuando el amor que se entrega lo entrega alguien como yo. Estoy condenando a Math. Y me duele demasiado hacerlo.
La puerta de mi habitación se abrió. Se quien es. Lo sé porque puedo sentir el olor a dulce. Babi ama usar perfumes dulces.
Cerré mis ojos un momento. No puedo enojarme por algo que es verdad, se que lo que ella dirá, cada palabra que salga de su boca será verdad. Aunque me duela debo admitirlo.
Cerró la puerta tras de ella y camino hacia mí. Abrí mis ojos, mi mirada se quedó fija en ella. Está muy enojada, su cara lo dice todo. Deje salir el aire de mis pulmones, hablé.
—Hola Babi.
—¿Qué está pasando por tu cabeza en este momento, Helen Hazel?
Bueno, está furiosa, me ha llamado por mis dos nombres así que lo puedo confirmar.
—Bueno, que espero que haya pudin para la cena —bromee.
Parece que nada de eso le hace sonreír.
—No te pases de graciosa, no estoy jugando.
—¿Cómo te enteraste?
—Eso no importa ahora. ¿Por qué lo haces?
—¿Por qué no puedo?
Se cruzó de brazos.
—No es que no puedas pero, ambas sabemos el desenlace. Tú no lo haces porqué en serio quieras a Math.
Me estoy enojando, no quiero hacerlo.
—Tú no lo sabes, Babi.
—Estás muy equivocada, lo sé.
—Babi, es mejor que dejemos esta conversación aquí.
Soltó una risita. Se está enfadado cada vez más y yo igual. No quiero que nos enfademos por esto, no lo quiero.
—Helen, lo estás hiriendo. Lo vas a lastimar y no te importa.
Ahora si me enojé. Me puse de pie.
—¿Qué no me importa? ¡Lo hace y demasiado! —grité.
—Si lo sabes ¿por qué lo haces, Helen?
Mi respiración está cada vez más pesada. No puedo ni quiero enfadarme más.
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Hasta el último latido [trilogía latidos #1]
Storie d'amoreLos miedos nos ayudan y nos perjudican a la vez. Debemos vencerlos, y aprender a vivir con ellos. Math debe saber cómo hacerlo. Mientras lo intenta, enfrenta un nuevo miedo. Sin darse cuenta, poco a poco ese miedo se convierte en realidad. BORRAD...