Capítulo 18.

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En el capítulo anterior.

-Bell... se feliz...-Dijo ella, soltando el agarre y alejándose a trote lento.

A lo lejos la veía, como se iba.

-Esto es lo mejor... me alegra que lo haya tomado de buena manera...-Se dijo a sí mismo, mirando su mano.

En la actualidad.

Bell caminaba hacia una dirección desconocida, con la cabeza agachada, sus manos dentro de sus bolsillos y sin hacer caso a los saludos de los aventureros y civiles con los que se cruzaba, en pocas palabras, estaba perdido en su propio mundo, pensando únicamente en el encuentro que tuvo en las murallas hace tan solo unos minutos.

El joven, al ser alguien que normalmente empatiza con los demás, a tal grado de identificar los sentimientos más profundos de sus personas allegadas, notó la falsedad en las palabras de Aiz, la princesa de la espada.

Notó su tristeza.

Su dolor.

Lo difícil que era para ella desearle lo mejor aun cuando lo quería q su lado.

Pero él no podía ni quería mentirle.

No quería darle falsas esperanzas, estaba decidido a seguir lo que su corazón desee, así eso signifique romper el corazón de la mujer que una vez amó.

-Sé que dejar las cosas claras desde el principio es lo más idóneo, no quiero que sus sentimientos nacientes hacia mí aumenten para después desilusionarla...-Susurró, levantando la mirada sin frenar su avance.

-Si tan solo nuestros sentimientos hubieran coincidido desde un principio... tal vez no habríamos tenido que llegar a esto...-Declaró, suspirando pesadamente.

-Declaró, suspirando pesadamente

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-Sin embargo... si eso hubiese pasado, no habría conocido a Freya y Tiona... tal vez estaba en mi destino no ser correspondido-Agregó con una ligera risa, burlándose de su propia desgracia de manera irónica.

-La vida labora de maneras misteriosas y lo único que podemos hacer es seguir viviendo, continuando el camino que crearon tus decisiones a lo largo del tiempo-Finalizó con un tono melancólico.

-Debo ir con Hermes-Sama, le prometí a Freya que encontraría una manera de que ella pueda salir sin ser objeto de deseo de todo el que se cruce a su lado-Dijo el joven peliblanco, recordando su promesa y el objetivo que se había planteado al salir del hogar de la diosa nombrada anteriormente.

Gracias a ello, aceleró su velocidad y se encaminó a la sede del Dios Hermes, quien era un amigo de la familia Hestia, específicamente de Bell.

Torre de Babel.

Una habitación con muebles tirados, copas de vino en el suelo con dicho líquido derramado en la alfombra que cubría el lugar, esa era la vista general del cuarto si entrabas, con el ligero detalle o más bien dicho, con la presencia de cierta diosa sentada en ese mismo suelo, sus rodillas pegadas a su rostro, como si no deseara ser vista por nadie, tal vez eso se debía a que... estaba llorando.

¿El primer amor es el más importante?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora