Capítulo 24

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Narrador

Dylan posó su mano derecha sobre el hombro del castaño, justo en el momento en el que Troye apretaba sus puños. Su rostro rojo de cólera, le daba a demostrar a la castaña que estaba más que enojado.

Troye fulminó con la mirada al oficial que estaba frente a él y tomó varias respiraciones para tratar de tranquilizarse y no lanzarle un puñetazo por su falta de profesionalidad.

Ambos habían llegado a la comisaría de Londres y esperaron cerca de quince minutos para ser atendidos. Cuando por fin lo lograron, Troye habló por Dylan, explicándole al oficial todo lo que había sucedido. El sheriff escuchó con atención, y a de vez en cuando le preguntaba algunas cosas a Dylan, la cual se limitaba a responder con monosílabas o simplemente agitaba su cabeza negando a afirmando.

―¡¿Cómo que no puede hacer nada?! ―chillo Troye al fin, llamando la atención de algunas personas que estaban a su alrededor. Apoyó su mano sobre el mesón con fuerza, provocando un ruido sordo y miró de manera fulminante al policía. ―Esto es una maldita emergencia, ¿y usted me dice que no pueden hacer nada hasta que no haya una amenaza en sí? ¿Qué mierda es lo que está esperando? ¡¿Qué mi amiga aparezca muerta, pata que comiencen a mover su estúpido culo?!

―Le voy a pedir que por favor, baje la voz―susurró el oficial, un poco cansado. Se frotó la frete con rudeza, sin despegar la mirada de Troye―. Además, le pediré que modere su vocabulario. Usted puede ser sancionado por faltarle el respeto a una autoridad.

―¡Oh, por favor! ―Troye alzó los brazos―¿Cómo me está pidiendo usted, oficial –miró la pequeña plaquita para leer su nombre- Bradley, que me calme cuando ustedes no pueden hacer su maldito trabajo?

―Troye… ―susurró Dylan, un poco avergonzada y con un poco de miedo, también. Hacía un tiempo que no veía en esas condiciones a su amigo.

―No, Dylan― Troye la miró de reojo y sacudió la cabeza―. Estos idiotas policías deben enterarse que el Estado está mal gastando su dinero, entregándoles sueldos demasiados elevados, ¿y para qué? ¡Sólo están sentados sin hacer nada!

―¡Señor, por favor! ―alzó la voz el hombre, hartado―. Si no modera su vocabulario, me veré en la obligación de detenerlo.

Troye rió con sarcasmo―. ¿Eso si puede hacer, no? ―lazó su ceja― Pero, ¿no pueden detener a un maldito demente que trató de abusar de ella?

―Ya le dije, Suvan―el oficial suspiró―. Si el demandado no efectúa una amenaza directa a la señorita Morgan, nosotros no podemos hacer nada. Solo podemos otorgarle la ley de restricción y…

―La maldita ley, lo que menos haré es mantenerlo alejado. ¡Entiéndalo!

―Bueno, si es así, nosotros no podemos hacer más. El caso de la señorita quedará en los archivos.

―¿Sabe qué? Usted, y todos sus oficiales pueden irse al carajo y meterse todos sus  putos archivos por donde mejor les quepan. Haremos las cosas a nuestra manera.

Troye le envió una última mirada fulminante al oficial y se giró bruscamente. Cogió la mano de su mejor amiga y ambos salieron de la oficina de Bradley. Al ir caminando por el pasillo, Troye -a propósito- chocó su hombro con fuerza con algunos policías. Realmente estaba enojado.

¿Cómo era posinle que esos idiotas no pudieran hacer algo? Pensó Troye. ¿Acaso estaban esperando a que Dylan apareciera con un corte en el cuello para poder arrestar a Sam?

(…)

―Ten―Dylan le tendió a Troye un licuado. El castaño lo aceptó y sonrió de lado.

―Estoy tan enojado―Troye suspiró y miró el cielo―, y no me logro explicar cómo tú puedes estar tan tranquila, Dylan―sacudió la cabeza y la miró.

―¿Qué saco con alterarme? ―la chica se encogió de hombros, dándole un sorbo a su bebida. ―Ellos no harán que las cosas mejores.

―Ellos son una mierda―espetó Troye, llevándose la pajilla a los labios. Se quedó pensativa por unos segundos.

Dylan miró a su amigo, y vio como sus ojos se iluminaban después de unos minutos.

―Ya sé lo que haremos―dijo Troye. Posó su vaso sobre la pequeña banca y sacó su móvil

―¿Qué haremos?

―Ahora mismo llamaré a Derek y le diré que venga. Mañana mismo si es necesario.

―Troye…, ese chico debe estar ocupado―trató de convencerlo.

Derek era algo así como un detective y guardaespaldas. Dylan ni siquiera lo conocía. Ella no quería que su amigo lo molestara. No quería involucrar a más personas. Además, si Derek aceptaba lo que Troye lo propondría, no podría estar tranquila. La sola idea de que tendría a un chico las veinticuatro horas al día con ella, la ponía nerviosa.

―Su trabajo s investigar a las personas, Dylan. Además, ese chico me debe favores―musitó, poniendo el móvil en su oreja.

Dylan hizo una mueca y asintió. Troye era tan cabezota, que cuando se le metía algo en la cabeza, era muy poco lo que ella podía hacer. Troye n descansaría hasta conseguir lo que quería.

―Derek―hablo Troye cuando el muchacho al otro lado contestó la llamada. ―Necesito que me hagas un favor―Dylan lo miró con detenimiento. Troye le guiñó un ojo, demostrándole que todo estaba bien. ―Sí, es algo muy importante. ¿Puedes venir? ―silencio. ―Sí, a Londres―otro silencio―. ¿Cuándo estaría llegando, entonces? ―pausa― Perfecto, entonces, te veo en dos días. Adiós.

Troye cortó la llamada, y mientras guardaba el móvil nuevamente, una sonrisa se le formó en el rostro. El castaño miró a su amiga y tomó su mano derecha entre las suyas. Dylan lo miró, de manera agradecida. ¿Qué haría si no tuviera a un mejor amigo como Troye? Pensó.

―Derek estará aquí el miércoles.

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Fin del mini maratón

Gracias a las que votaron y comentaron(:

Nos leemos luego ¡¡Bye!!xx

mistakes; kian lawley (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora