Capítulo 12

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Kian’s POV

Pasé el resto de la tarde tratando de hablar con Dylan, pero ella en ningún momento me dejó ¿explicarlo? Ni si quiera hay explicación, pero necesito hablar con ella. La seguí la mayor parte de la jornada de clases, pero ella nunca estaba sola. Si no estaba con Connor, iba con Troye. Trevor también se les unió un par de veces, y también el imbécil de Jc.

Me sentía un completo pedazo de mierda. Al ver sus ojos llenarse de lágrimas, mi corazón se estrujó e imágenes de ella llorando llegaron a mi mente. ¿No era la primera vez que la hacía llorar? Parecía que no, y eso me hacía sentirme más mal.

En la salida, cuando logré divisarla a lo lejos, rápidamente le envié un texto.

De: Kian.

Para: Dylan.

“¿Podemos hablar? K. xx”

Vi como cogía el móvil de su bolso, leía el mensaje y luego lo guardaba. El ojiazul le preguntó algo, y ella solo negó con la cabeza. Bufé, un poco molesto y le envié un nuevo mensaje.

De: Kian.

Para: Dylan.

“No puedes ignorarme siempre.”

Volvió a coger el teléfono, leyó el mensaje y lo guardó. Gruñí despacio y deslicé un cigarrillo de la cajetilla, sin quitar mi mirada de ella. El ojiazul se despidió de ella y Dylan se quedó de pie, ahí. Cuando iba a comenzar a acercarme, ella sacó el móvil de su bolsillo y tecleó un par de veces. Mi móvil vibró en mi mano.

Desbloqueé la pantalla. Reí al saber que era ella. Pero la sonrisa desapareció al leer el mensaje.

De: Dylan.

Para: Kian.

“No puedo, estoy ocupada.”

Rodé los ojos y caminé hacia ella. Cuando me faltaban algunos metros para llegar a ella, dirigió su mirada a mí y se tensó. ¿Por qué me tenía tanto? Recuerdos vagaron por mi cabeza. Ella llorando. Mi palma impactando en su mejilla…

Mierda. ¿Yo la había golpeado? Me tensé y no pude seguir caminando. No puedo creer que yo haya sido de hacer eso. Traté de recomponerme, respirando repetidas veces y terminé de acercarme a ella.

―Hola―la saludé, tomando una calada de mi cigarro.

Ella me miró, frunció el ceño y habló:

―Hola.

―¿Cómo estás? ―susurré, tratando de sacar conversación. Su actitud hostil me incomodaba.

―De maravilla―rodó sus ojos, y miró por sobre su hombro, buscando a alguien.

―Uhm… ¿Podemos hablar? ―le di una última calada al cigarrillo y luego lo pisoteé.

―No puedo, respondió cortante.

―¿No puedes o no quieres? ―alcé una ceja.

Ella me miró  y asintió. ―Exactamente. No quiero hablar contigo, Kian.

―Quiero explicarte lo de hace unas horas ―susurré, con un poco de vergüenza.

―No tienes nada que explicarme. Tú y yo no somos nada.

―Claro que somos algo.

―¿A sí? ―alzó una ceja, mirándome fijamente. ―¿Qué se supone que somos?

―Uhm…, nosotros somos…―balbuceé, sin saber que decir.

―Exactamente. ―Ella rió sin humor―Ni siquiera sabes lo que somos y vienes y quieres darme explicaciones. Eres libre, Kian Puedes hacer lo que se te venga en gana.

Yo no debía darle explicaciones, pero quería hacerlo. Me siento un completo idiota que se deja dominar por su novia, pero si hacer eso me asegura que ella estará conmigo, lo aceptaré. Seré un jodido macabeo* [Hombre que se deja dominar por su novia/chica/prometida/esposa.]

―Pero quiero hacerlo.

―Pero no quiero escucharte―ella gimió, como una niña pequeña que quiere conseguir un nuevo juguete

―Agh, eres tan molesta.

―Y tu tan insistente.

El jardín delantero del instituto se comenzaba a desolar de estudiantes. Y Dylan seguía parada esperando a alguien. La morena –de la sesión de besos- apareció en la puerta, y en cuanto me vio, sonrió de manera sensual. Pero al ver a Dylan a lado mío, frunció el ceño.

―Mira―Dylan espetó, apuntando con la cabeza a la chica―, allí está tu novia, Ve, ella te espera.

―Ella no es mi novia―dije, con los dientes apretados.

―¿Cómo lo sabes? ―musitó, sin dejar de mirar hacia la entrada.

La comisura de sus labios tironeó hacia arriba, cuando Jc apareció. Así que él era al que estaba esperando.

―Porque tú lo eres―susurré, pero ella me ignoró.

Dylan caminó, sonriente a encontrarse con su nuevo amigo, y lo saludó con un beso en la mejilla. Pasaron a mi lado y me ignoraron por completo. Esperé a que avanzaran unos pasos, y giré mi rostro para verla alejarse junto a ese chico. Apoyé lo más que pude mis pies en el concreto para no ir y buscarla. El poco orgullo que me quedaba me lo impedía. Ella me había rechazado, y yo solo quería ir tras ella.

“De todas formas, ¿quién la necesita?” Pensé. Si ella iba a ignorarme, pues bien, que lo haga. Puede salir con quien quiera y yo haré lo mismo

―Mierda. ¿A quién engaño? ―susurré para mí mismo―. Todo lo que haga ella, me interesa.

mistakes; kian lawley (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora