Capítulo 11

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Kian’s POV

Encendí un cigarrillo y sentí como a primera calada de humo iba relajando mis pulmones. Mis músculos estaban tensos y mi corazón aun palpitaba con violencia sobre mi pecho.

Apoyé mi espalda sobre el concreto de la pandereta, y seguí fumando. Nada más que el silencio me rodeaba. Todos los estudiantes estaban dentro de sus respectivas aulas, tomando las estúpidas clases. Nunca me ha gustado ir a la escuela, es una pérdida de tiempo.

Apreté los puños y solté un gruñido con el humo del cigarro saliendo cuando recordé lo sucedido con Dylan. ¿Quién mierda se cree ella que es? ¿Por qué defiende a ese idiota recién aparecido? No es más que un cobarde, que en la primera oportunidad se esconde tras las faldas, y ella como una reverenda tonta, le cree.

―¿Es que acaso no se da cuenta de cómo la mira? ―susurré, botando el humo―. Ja. Por supuesto que no.

―¿Con quién habla, Kian?

Giré mi cabeza al escuchar una voz femenina, un poco chillona a mi lado derecho. Una morena de pelo castaño, me sonreía de medio lado. Recorrí su cuerpo de arriba hasta abajo y maldije. Ella era realmente ardiente.

―¿Y tú? ¿Quién eres? ―enarqué una ceja. “Hey idiota, no te olvides de Dylan” susurró mi subconsciente. ¿Dylan? ¿Quién es Dylan? Ah, sí. La castaña defiende capullos.

―Mi nombre es Andrea (Russett) ―caminó hacia mí, y cuando se detuvo, pude oler el perfume de su cabello. Fresa ―¿No me recuerdas? ―hizo un leve puchero.

―¿Debería?

Ella se acercó a mí y dibujó mi mandíbula con su uña. Debía reconocer que ella era caliente. Pero era una más como todas. Se relamió los labios, de una manera que nunca antes había visto, haciendo que reaccionara un poco.

―Por supuesto que sí―jugueteó con mi cabello. Sacó mi mano del bolsillo de mi jean y la colocó sobre su cintura―. Yo era tu antigua novia.

Bien, vale, esta no me la creo. ¿Mi novia? Sí, ella podía calentar completamente el polo norte y todas las mierdas, pero creo que ni siquiera con dos dedos de frente la hubiera elegido como mi novia. Algunas chicas solo son para pasar el rato, por ejemplo, ella. Pero el asunto de la novia es algo sumamente delicado para mí. Si bien, he sido un chico que jugaba con los sentimientos y cuerpos de las chicas, pero en el asunto de las novias no. Si elegía a una chica como novia tendría que ser por algo serio. Y ella, con tan solo mirarla, no lo era.

―¿Sí? ―susurré con sarcasmo, siguiéndole el juego. No lo notó. Acercó su rostro aún más al mío. ―Creo que deberías ayudarme a recordarte, ¿no?

Sin titubear, la morena chocó sus labios junto a los mío. Sabía, a ciencia cierta, que la chica se estaba pasando de lista u se estaba aprovechando porque había perdido la memoria, pero, ¿qué tiene de malo? Maldición, quiero decir…, los chicos somos primitivos. Dormir, follar, comer. Tres cosas fáciles.

Lancé el cigarrillo al suelo y con ambas manos, la acerqué un poco más a mí. Estabamos en un lugar público, y la escuela no era un lugar muy indicado para manosear a una chica, pero, ¿a quién mierda la importan a las reglas? A mí no. Aprté su trasero y ella soltó un gemido que se vio ahogado en mis labios. Introduje mi lengua dentro de su boca, saboreándola, explorando su cavidad bucal más a fondo. De repente, hacía mucho calor ahí.

Cuando me dispuse a deslizar mis manos hasta su espalda, escuché una tos carente de realidad a unos metros de nosotros. No quise tomarle atención, y seguí explorando el cuerpo de la morena, sintiendo sus manos tironear mi cabello.

La tos se volvió a escuchar y gruñí en el beso. ¿No puedo tener privacidad? Seguí el beso, y la tos volvió. Me separé de la chica y la miré. Sus labios entreabiertos, estaban hinchados. Me envió una mirada llena de lujuria y sonreí de medio lado. Dirigí la mirada sobre su cabeza, pensando en las mil maneras de matar a golpes al gilipollas que interrumpió este momento.

Todo se fue a la reverenda mierda cuando vi a Dylan parada a unos metros.

Quité mis manos de la chica, como si quemara. De un manotazo la aparté de mi camino. La vergüenza corría por mi cuerpo. Sentí la sangre fluir hasta mis mejillas. ¿Desde cuándo me sonrojo? Dylan enarcó una ceja y la comisura de sus labios formaron una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus ojos. Sus ojos se llenaron de lágrimas no derramadas, pero ella los cerró con fuerza y cuando lo volvió a abrir, su mirada era dura, llena de resentimiento y recelo.

―A…―traté de hablar, forzando a mi cerebro a crear una excusa, pero maldición, todo estaba bastante claro―. ¿Qué haces aquí? ―¿Qué maldita pregunta era esa?

―Solo venía a pedirte disculpas por haberte hablado de ese modo hace unos minutos―alzó su barbillas, tratando de contener las lágrimas en sus ojos―, pero veo que estás ocupado―hizo una mueca irónica―. Lo siento mucho por interrumpir, Pero, ¿te puedo dar un consejo? ―susurró, de manera cómplice, Parpadeé perplejo, se lo estaba tomando bastante bien, creo―. Existen moteles. Ya sabes―se encogió de hombros―, para follar putas y todo eso.

Una exclamación de indignación se escuchó por parte de la morena a mis espaldas.

―Yo no…

―¿No es lo que pienso? ¿No estabas haciendo nada? Relájate― me interrumpió―, nosotros no somos nada―remarcó la última palabra, haciendo un ademán con su mano―. Puedes hacer lo que se venga la puta gana.

―Dylan, yo…

Se giró sobre sus talones y me dejó con la palabra en la boca. Maldición. Maldita morena, maldita testosterona. Maldito yo.

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Heyaaaa!

Por favor, si shippeabas a Andrea y a Kian como pareja, no te lo tomes a mal, aquí solo pretende ser un personaje más, así que, solo tómenlo como algo ficticio, asi que, sin insultos, por favor(:

Byeeee xx

mistakes; kian lawley (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora