Capítulo 39

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Kian's POV

Salí de mi habitación, frotándome el rostro con frustración. Había llegado hace como tres horas a casa, y aun me sentía un mierda. Después de que había salido de la enfermería, me vine directo a casa. Mamá me había visto entrar, pero no estaba de ánimos para hablar con ella. Ni con nadie. Lo único que quería era dormir, y que cuando despertara al día siguiente, darme cuenta de que todo había sido nada más que una pesadilla. Solo quería que Dylan estuviera de nuevo a mi lado

Caminé por el pasillo, y escuché el timbre de la puerta. Gruñí en silencio.

―¿Kian? ―Hablo mamá, desde su habitación. ―¿Podrías ir a abrir la puerta, por favor?

―No quiero―alcé la voz, lanzándole una respuesta cortante. ―Si quieres saber quién eso, pues anda tú.

―¡No seas grosero, Robert! ―Dijo molesta, bufé. Mamá sabía que odiaba mi segundo nombre. ―¡Estoy a punto de tomar una ducha, ve y abre la puerta!

―¡Esta bien! ―gruñí, y bajé las escalera, dando fuertes pisadas.

Abrí la puerta y me encontré a Ricky, sosteniendo un cigarrillo entre su dedo índice y corazón. Solté un suspiro. Anteriormente, no quería conversar con nadie, pero al verlo, me hizo darme cuenta de lo que necesitaba en estos momentos era una charla de amigos. Aunque, él era un maldito sabelotodo, y se empeñaba en joderme la vida con sus malditos y cursis consejos.

―¿Qué tal? ―Me saludé. Salí de la casa y cerré la puerta tras de mí. ―Aquí huele a depresión―hizo sonidos con su nariz y yo rodé los ojos. Ricky siempre sabía cómo mejorar mi ánimo. Un poco, pero lo hacía, aunque nunca se lo dijera y tampoco la reconocería. Abrí la boca para decir algo, pero él interrumpió. Sus ojos brillaban con diversión. ―No, no me digas. Deja lo adivino.

Rodé los ojos y reí. Salí al jardín delantero y encendí un cigarro. Comencé a fumar, sintiendo la nicotina llenado mis pulmones.

―¿Dylan? ―Inquirió. Asentí, botando el humo por la boca, creando una anilla que desapareció en el aire. ―¿Qué sucedió ahora?

―Lo mismo―me encogí de hombros y seguí fumando. ―Hoy me metí en problemas y...

―Maldición―susurró, y me miró. ―Siempre cuando falto a clases, a ti se te ocurre la puta idea de golpear a algún idiota. ¿No puedes esperar a que yo llegue?

―Cierra la boca, tonto―lo empujé levemente, y él hizo una mueva dramática.

―Te haré caso―hizo una falsa reverencia, riendo. ―Pero cuéntame. ¿A quién le partiste la cara?

―A Charlie Stevenson―dije. La di la última calada l cigarro y lo bote para aplastarlo con la punta de mi zapato. ―El idiota se pasó de listo, y digamos que yo no estaba de humores para cargar con su maldito humor.

―¿Qué hizo? ―murmuró.

La relación entre Ricky y Charlie no era una de las mejores. Charlie había mantenido una relación junto a Jamie, la hermana de Ricky, y después de que el idiota de Charlie consiguió lo que quería, se largó. Y el resto es historia. Ricky le sacó la mierda a Charlie, al igual que Charlie a él. Y así ab estado por todo un año. Cada oportunidad que tiene, Ricky la parte la cara al idiota de Charlie, aprovechaba cada chance, como si fuera lo última cosa en la vida.

―Comenzó a decir mierdas. Y todo por culpa del señor Peters. Dijo que Dylan me tenía de la quijada. Este no ha sido mi días, y como sabes que tengo un temperamento de los mil demonios―él rio y asintió. Yo solo rodé los ojos, ―aproveché, y me descargué con él.

mistakes; kian lawley (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora