Capítulo 42

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Dylan's POV

Saludé con la mano a Connor mientras entraba al instituto junto a Jc. El ojiverde me sonrió y me devolvió el saludo, Troye, que estaba junto a él, me guiñó un ojo.

―¿Mi taquilla o la tuya? ―le pregunté a Jc, a medida que caminábamos por el pasillo principal.

―¿La mía? ―dijo él y me encogí de hombros. ―No, mejor la tuya.

―Bien, como sea―rodé los ojos, sonriendo.

Doblamos hacia la derecha y seguimos caminando, conversando de cosas triviales. Jc comentó algo acerca de volver a Texas por las vacaciones, las cuales se acercaban. Me alegré bastante al escuchar el tono emocionado de su voz.

Llegamos hasta mi taquilla y Jc se alejó para hablar co Marie. Le envié una sonrisa significativa cuando me miró. Trevor me había comentado que Marie gustaba de él, pero Jc no le hacía caso. Recuerdo haber rodado los ojos y golpear el hombro de mi amigo por su comentario. "El chico no quiere nada con Marie porque le gustas tú."

Bah, estupideces.

Sacudí la cabeza y me dispuse a abrir mi casillero, dejando de lado el cotilleo mental. Introduje la clave y solté un suspiro. La combinación era algo -demasiado- boba.

La fecha en que Kian y yo nos conocimos.

En cuanto la puerta de mi casillero se abrió, algo cayó disparado al suelo. Fruncí el ceño y  dejé los cuadernos junto a mi bolsillo en el interior del casillero. Dirigí mi mirada al suelo.

Una rosa color azul yacía en el suelo justo al lado de mi pie. Una sonrisa tironeó en la comisura de mis labios cuando pensé en la única persona que podía haber hecho eso.

Me agaché y con cuidado tomé la flor. En cuanto la levanté, una pequeña bolsita de terciopelo del mismo color de la rosa, quedó colgando. Desaté el moño del lienzo que mantenía la bolsa cerrada y la abrí.

Algo pequeño y fino rozó la punta de mis dedos. Con delicadeza, tomé lo que había dentro y lo saqué. Un pequeño dije salió. Era una pequeña y hermosa letra "K" de plata.

―¿Te gusta? ―Cuestionó una ronca voz a mis espaldas.

Giré mi cuerpo rápidamente, encontrándome con la mirada miel de Kian. Asentí, con la mirada nublada a causa de las lágrimas.

―Es... hermoso―susurré, con una sonrisa tímida en los labios.

―Me alegra mucho que te guste―dijo Kian, acercándose a mí. ―Permíteme.

Cogió el colgante con sus dedos, sacándolo por completo de la bolsita aterciopelada. Posó sus manos sobre mis hombros e hizo girar mi cuerpo. Tomé mi cabello, levantándolo hasta la parte superior de mi cabeza mientras que mi boca sostenía la rosa azul que Kian me había obsequiado. Kian abrochó el colgante alrededor de mi cuello y la pequeña letra de plata hizo contacto con mi piel. Kian acarició mi cuello expuesto y me hizo estremecer.

Acariciando mis hombros, el ojimiel posó sus labios en mi nuca, a la altura de donde descansaba el colgante. Y yo sentí como mis rodillas comenzaban a temblar.

―Gracias―le dije sincera, jugueteando con la rosa azul entre mis dedos.

Los largos dedos de Kian acariciaron mi mejilla.

―No tienes nada que agradecer―dijo él. ―Yo tengo una igual.

―¿Huh? ―alcé la mirada.

Kian me sonrió. Alzó su mano izquierda hasta el borde superior de su camiseta blanca y tomó con sus dedos una cadena de plata. Deslizó esta misma por sus dedos, hasta tomar la inicial que descansaba ahí. Una "D".

Por acto reflejo, apoyé la mano sobre mi pecho, sintiendo como la letra "K" hacía contacto con mi piel. Kian había comprado ambas cadenas con la inicial del otro.

Abrí la boca para volver a decir algo, pero el timbre que daba inicio a las clases comenzó a sonar. Oh. ¿Todo este tiempo habíamos estado en la escuela?

―Vamos, quiero mostrarte algo―dijo Kian, con una sonrisa.

Cerré el casillero dejando todas mis cosas dentro y entrelacé mis dedos junto a los de Kian.

(...)

―¿Dónde estamos? ―Le pregunté a Kian por decimoquinta vez, y como las veces anteriores, Kian sacudió la cabeza y rió. ―Tonto―apreté su mano, aún con nuestros dedos entrelazados. ―Que me digas dónde estamos, Kian...―tironeé su brazo, llamando su atención.

―No lo haré. No te diré―canturreó él. ―Solo tienes que conformarte con saber que te encantará.

―¡Pero llevamos caminando mucho tiempo! Además, estoy muy cansada―me quejé, tal cual niña de cinco años.

―¿Quieres que te lleve? Súbete a mi espalda―dijo Kian, mirándome. Asentí.

El castaño detuvo su paso, inclinó su cuerpo hacia adelante y yo salte sobre él. Solté un chillido cuando Kian se enderezó y mi cuerpo se fue hacia atrás.

―Tranquila, nena―dijo Kian, riendo. ―No dejaré que tu lindo trasero llegué al suelo.

―Más te vale―amenacé en su oído en un susurro u sentí como se estremeció.

Las grandes manos de Kian se posaron en mis muslos y yo rodeé su cintura con mis piernas. Hice lo mismo con mis brazos alrededor de su cuello y escondí mi rostro en el cuello de Kian, inhalando el exquisito aroma de su colonia.

Y Kian retomó el camino.


+


¡me imaginé la parte en la que kian carga a dylan y es lo más hermoso que me pude imaginar! Cuando subí el capítulo 41, no me pude creer el hecho de que en menos de DOS días ya había más de 40 votos, en serio, NO SÉ COMO MIERDAS AGRADECERLES TODO EL APOYO

LAS AMO.


¡bye!xx

mistakes; kian lawley (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora