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Caminar cogidas de la mano frente a todos era un lujo que muy pocas veces eran capaces de darse. Con la profesora ‘persiguiéndolas’ por todos lados en el instituto y con Sana ‘castigada’, eran escasas las veces en que podían salir juntas y quedar a la vista de todos. Muy poco les importaban las miradas juzgadoras o de reproche que recibían solo por demostrar su amor en público. Lo único que realmente les importaba era que estaban juntas.

-¿De dónde vienes?- Sana miró de reojo a Tzuyu, sonriendo suavemente cuando la vio con su aparente imperturbable expresión de chica mala.

-Tuve que ir a casa de Sunmi- O mejor dicho, Rosé la llevó a rastras hasta ese lugar. Ni tiempo de protestar le dio, por lo que terminó en esa enorme mansión compartiendo un par de minutos con la mujer.

-¿Vas a decirme por qué pareces tan confianzuda con la directora?- Sana recordó de inmediato el tema que dejaron pendiente el día anterior cuando escuchó a su novia hablando tan tranquila de la vida de una mujer a la que se suponía que debían respetar.

-Es amiga de mi madre- Respondió sin más.

-¿En verdad?- Los ojos de la japonesa se abrieron ligeramente a la par que giraba completamente su cabeza para ver mejor a la más alta.

-Sí. La conozco desde que era niña, así que suele tratarme como si fuera su hija o yo que sé. Se la pasa molestándome por todo- Se encogió de hombros, realmente no había mucho más que decir después de eso.

-No puedo creer que sean tan cercanas.

-Sunmi está algo así como obsesionada con cuidarme, así que sí, somos bastante cercanas, o bueno, no nos tratamos de manera tan formal. A menos que haya alguien cerca- Seguramente algunos pegarían un grito al saber que siempre que iba a la dirección por golpear a alguien estaban la mayor parte del tiempo jugando o hablando, sin darle la debida importancia a la razón por la cual Tzuyu estaba allí. 

-¿Por eso es que todavía no te han expulsado?- Preguntó con burla.

-A lo mejor. Sunmi se la pasa protegiéndome de todo.

-Tienes suerte- Y si que la tenía, no todos podían ir por la vida diciendo que tenían una persona tan cercana que trabajará como directora de una institución.

-Sí, pero bueno, básicamente es eso, con Rosé también nos conocemos desde hace mucho, pero rara vez la veo pues no pasa mucho tiempo en Corea.

-Ya veo.

-¿Hay algo más que quieras saber?- Preguntó con voz suave, esperando a que la próxima pregunta fuera hecha.

Pero Sana, como nunca espero que alguna vez Tzuyu fuera a abrirse tanto a ella, dándole el permiso para conocerla un poco más, se quedó completamente en blanco, guardando un silencio que la más alta tomó como que no tenía nada más por preguntarle.

-Bueno, si no tienes más dudas por ahora está bien- Tzuyu se soltó del agarre de Sana para poder abrir la puerta de la cafetería que había mencionado -Pero si llegas a tener alguna duda. No dudes en preguntarme.

-Está bien- Sana no tardó mucho en volver a aferrarse con algo de fuerza al brazo de Tzuyu a la par que caminaban en dirección a una mesa libre.

-¿Qué quieres de comer?- Tal vez fue suerte, pero lograron encontrar un buen lugar libre donde seguramente no las molestarían ni las mirarían como si fueran un par de extraterrestres.

-¿Qué quieres tú?- Sana se inclinó un poco sobre la mesa para poder ver más de cerca el rostro de la taiwanesa, que ahora que lo notaba estaba un poco pálido.

-Realmente no quiero comer- Tzuyu tiró su cabeza hacia atrás a la par que se pasaba las manos por el rostro con algo de rudeza.

-Tzuyu- La llamó a modo de advertencia.

TOXIC •SATZU•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora