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Sana sabía que su decisión traería consecuencias. Lamentables para ella. Le iba a doler como el infierno. Lo sabía, no por nada llevaba todo el fin de semana llorando hasta que se sintió seca por dentro. No podía pasar ni un solo minuto sin que un recuerdo de lo que vivió con Tzuyu nublara su mente. La tenía presente en cada parte de su ser, en cada recuerdo, en cada cosa. Todo, absolutamente todo se la recordaba.

Estaba rodeada de recuerdos que la hacían querer salir corriendo de su habitación y no volver jamás. Podía ver allí los regalos de Tzuyu, toda la ropa, los accesorios, incluso el celular era doloroso de tener cerca.

Todos eran regalos de la persona que amaba.

De la mujer que amaba pero que también odiaba. Si era sincera, no se entendía ni a ella misma. Al principio pensó que sería mejor mantener una distancia prudente con Tzuyu, pero, ahora, sentía que cada segundo que pasaba se hacía eterno al pensar que Tzuyu no volvería a estar a su lado. No iría a buscarla, no la saludaría en el instituto, no podría ir a visitarla a su lugar favorito, no volverían a reunirse con sus amigas y a pasar un rato un agradable.

Todo quedó en el pasado como un doloroso recuerdo.

Y ella lo sabía, era demasiado consciente que ella solita se iba a meter en un mundo de tristeza, donde solo lloraría hasta que su cuerpo se apiadará de ella y la dejará dormir aunque sea un poco. Ese era el único momento en que podía estar en paz, claro, siempre y cuando no soñara con Tzuyu, lo cual, por desgracia, estaba pasando cada vez con más frecuencia.

Le parecía increíble que estuviera pasando. Cuando empezó a salir con Tzuyu nunca se vió en un futuro siendo ella misma la que cortaba la relación. Siempre esperó que fuera Tzuyu la que se cansará y la dejará, como lo hacía con todas. Era lo que pensaba, por eso siempre trató de hacer su mejor esfuerzo para que con ella fuera especial, para mostrarle que podía ser diferente, quería enseñarle un camino diferente y que no solo viera el placer sexual como la única relación que se puede tener entre dos personas. Ella lo Intentó, se preocupó por Tzuyu, la cuidó, la protegió, la defendió de sus padres, de sus amigas, de todo el mundo. Entonces, ¿Cómo es que las cosas cambiaron de un momento para otro y ahora era ella la que puso un punto final a la relación?

Era la segunda vez que lo hacía y esta vez Tzuyu no tuvo el poder para detenerla, no hizo que se echará para atrás, por más que se lo pidió.

Pensó que para Tzuyu sería como un trámite más. Como una novia a la que realmente no quieres y que después de terminar, te sientes incluso agradecido de que todo acabará porque no lo soportabas más.

Por muy cruel que sonará, una parte de ella siempre dudo de que Tzuyu realmente la amara.

Algo le decía que nunca sería suficiente para alguien como Tzuyu, le resultaba poco creíble pensar que realmente pudiera enamorarse de ella, no importaba cuantas cosas hiciera, siempre se sintió insuficiente.

Y ahora más. Pese a que fue su decisión, se sentía como la peor novia que alguna vez Tzuyu podría tener. Era la peor por romperle el corazón, por hacerla llorar, por no ayudarla, por no creerle, por no apoyarla.

Era su culpa que Tzuyu ahora estuviera así.

En su cabeza, creó muchos escenarios para intentar recrear la manera en que Tzuyu tomaría las cosas después de su ruptura. Todas eran dolorosas de solo pensarlo.

Pero lo que nunca se esperó fue que Tzuyu reaccionará de la manera en que lo estaba haciendo.

Aún le parecía una mala broma de su cerebro cuando se asomaba por su ventana y la veía allí, a veces parada, a veces sentada y recostada contra un poste de luz, no importaba la posición, siempre que tenía el valor para acercarse a su ventana la veía.

TOXIC •SATZU•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora