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-Lo siento.

Escuchar esas palabras no era precisamente un calmante para su desesperación, al contrario, solo la empeoraba. Las ganas de seguir rogando y suplicando la doblegan con facilidad. Estaba segura de que no se iba a levantar de su lugar hasta que escuchará algo positivo saliendo de la boca de Sana.

Sabía que no tenía mucho para ofrecer, ni siquiera estaba segura de poder cumplir con todo lo que terminaba de decirle. Después de todo, salir de las adicciones no era fácil y menos si no colocas de tu parte. Por otro lado, su personalidad tampoco iba a cambiar de un día para otro y eso la asustaba, porque Sana estaba en su límite, no iba a tolerar por mucho tiempo sus actitudes, estaba segura.

Dios, no sabía qué más podía hacer. No sabía si era buena idea seguir suplicando por perdón y por una oportunidad más. Sentía la mirada de Sana quemando cada parte de su ser, daba la impresión de estar pensando en algo que decirle, aún cuando ese "Lo siento", se escuchó perfectamente en su cabeza como un "No".

No la iba a perdonar. La iba a dejar como las demás, Tal y como su padre se lo advirtió, todo iba a terminar igual. El problema estaba en que las consecuencias serían diferentes... No la iba a poder superar.

Hace bastante tiempo que se dio cuenta de que Sana se convirtió en alguien tan especial para ella que será incapaz de dejarla ir así sin más. Sin importar si le terminaba, seguiría buscándola y siguiéndola a todas partes, no le importaba ser acusada de acoso.

Porque eso era lo que había aprendido en su corta vida.

Se debía recurrir hasta las peores artimañas para conseguir lo que quieres.

Su mente trabaja rápido y le manda incontables ideas para doblegar a Sana.

Sabía que sería sencillo si la manipulaba con el poder que aún seguía teniendo. Tal vez una amenaza de que se haría daño si la dejaba haría que cambiará de opinión.

En su cabeza, sinceramente no sonaba tan mal. Después de todo estaría consiguiendo lo que quería, quedarse con Sana. Es más, estaba dispuesta a hacerse daño allí mismo para hacerle entender que iba en serio.

Sus ojos se cerraron fuertemente al caer en cuenta sobre el tipo de pensamientos que estaba teniendo. Se supone que eso no está para nada bien.

Oh, Elkie tenía tanta razón. Se parecía a su padre. Él siempre manipuló a su madre para que no lo dejara. Tal y como estaba pensando en hacerlo.

Todas esas personas que la atacaban y hablaban de ella tenían razón. No era más que una copia barata de su padre. En un futuro seguramente tomaría el control de las empresas que esté tenía y seguiría su retorcido camino.

No eran diferentes, en su sangre recorría la misma maldad.

De un momento para otro, su mente empezó a jugarle una mala pasada de nuevo, la sangre parecía quemar en su interior. Como siempre lo hacía cuando empezaba a pensar en la semejanza con su padre, sus uñas empezaron a restregarse, tal vez con demasiada fuerza por sus brazos. Quería salirse de su propia piel, abandonar ese cuerpo y convertirse en otra persona.

Convertirse en una persona que pudiera ser amada.

-¿Por qué eres así?- Tzuyu abrió ligeramente los ojos cuando sintió las delicadas manos de Sana deteniendo las suyas para evitar que se siguiera haciendo daño deliberadamente. Los oscuros y fríos ojos de Tzuyu se alzaron lentamente para ver la expresión de lástima que adornaba a lo que podría considerar su ex-novia, era una de las pocas personas que la miraba así, por lo general recibía miradas de odio y desagrado -Sé que no eres una mala persona...- Prosiguió -Entonces ¿Por qué?... ¿Por qué actúas como si lo fueras?

TOXIC •SATZU•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora