- Dime, Emilia -pide Berlín- Del uno al "no te lo digo porque seguro te la vas a querer follar tú" ¿que tan buena es Nairobi en la cama? -cuestiona-
-Ezeiza frunció el ceño- Del uno al Berlín ¿Que tan pelotudo te levantaste hoy? -inquirio Ezeiza- ¿Para que querés saber?
- Para saber si realmente vale la pena que te pierdas a ti misma por ella -responde convencido- No eres tú, estás siendo lo que ella quiere que seas... a veces extraño tu relación con Alicia -agrega con pena, Ezeiza golpeó el escritorio-
- No me la nombres -pide entre dientes- te recuerdo que todo se fue a la mierda por el plan que teníamos antes de que nos metas en esta mierda... -recuerda Ezeiza-
- Vuelve a ser Emilia y deja de lado la estupidez de la niña buena por la feminista insoportable aquella -ordena Berlín severamente-
- A veces creo que tenés problemas mentales y otras veces lo confirmo -comenta Ezeiza asintiendo con la cabeza pero con el ceño fruncido-
- Berlín -interrumpe Nairobi- Estás saliendo en la tele... -comenta asombrada-
Los mejores amigos compartieron una mirada preocupada. Si lo descubrían a el la podían descubrir a ella y todo se joderia.
- Conocido por perpetrar numerosos atracos a joyerías y establecimientos de lujo, Andrés de Fonollosa, también se le atribuyen otros delitos de carácter sexual -informa la periodista-
- ¡Vaya currículum! -comenta Nairobi asombrada-
Andrés tenía la vista clavada en la televisión. Ezeiza le hizo un gesto a Nairobi para que se quede callada.
- Andrés de Fonollosa -repite- Quien lo iba a pensar, con esa finura que tienes... y ese palo que parece que te han metido por el culo... y al final, mira, lo que te van son las putas... ¿También catabas a las búlgaras antes de venderlas? -cuestiona con desprecio-
Ezeiza apretó la mandíbula y comenzó a tronarse los dedos, concentrándose en su respiración, contando de cero a diez y de diez a cero, para no saltar contra Nairobi.
La amaba, pero Andrés era familia. A la familia no se la traiciona, eso lo tenía muy claro.- Se le adjudican cargos de proxenetismo, extorsión a menores -habla la idiota de la periodista-
- ¿Menores? -cuestiona alterada Nairobi- Menores -afirma- Menores... ¡eres un cerdo! -exclama- ¿Se puede saber a qué viene tener a esa niña atada en tu despacho? -pregunta-
La Argentina miro a Berlín confundida. ¿De que niña hablaba Nairobi?
- ¿Que pretendes hacer, pedazo de escoria? -cuestiona con desprecio- Ah, encima eres un soplon... -exclama apoyando su dedo índice contra el pecho de Berlín-
Ese fue su límite. El contacto físico detonó la bomba.
Berlín tomó a Nairobi del cuello y la puso sobre una mesa.
Ella no iba a intervenir. Si no lo hacía Berlín, lo hacía Ezeiza. Nairobi sobrepasó los límites de tolerancia de ambos.
Nairobi le dió dos golpes a Berlín en la nariz, pero este pareció no sentirlos.
- Yo nunca vendería mujeres -niega Berlín-
Su tono parecía serio, pero Ezeiza percibió un ligero temblor. Se sentía ofendido, habían manchado su imágen y jugado con su honor.
- Y mucho menos sería su chulo, tengo un código ético que me lo impide -agrega- Como también me impide delatar a un compañero por mucho que sea un miserable despojo y eso no tiene nada que ver con mis gustos y aficiones, Nairobi -niega-