La banda se preparaba para la entrada de la policía al banco, desbloquearian las puertas y los sacarían directo a la cárcel, pero como no podía ser menos ellos tenían un as bajo la manga.
— Puertas desbloqueadas, todo el mundo preparado -ordena Tokio-
Todos los rehenes obedecieron, algunos lloraban y otros parecían bastante neutrales.
— ¡Preparados, caretas puestas ya! -vocifero Estocolmo-
Fuera todos se movilizaban, la policía lanzó humo para lograr entrar.
En el Hall, Helsinki estaba preparado con su bebé... La Browning. La banda saco a todos los rehenes al balcón con armas falsas, para intentar ahuyentar a la policía, pero ellos seguían avanzando. Denver le trajo las cajas rojas a Gandía, las cuales contenían todos los secretos del estado dentro.
— Denver, se va a negar... salgo yo -se adelanta Ezeiza-
Aunque bien sabía el no iba a dejarla, no les convenía que sepan sobre que ella estaba allí.
— ¡Que salgais de una puta vez! -ordena Denver-
— Que nadie se mueva -contradice Gandía- Las fuerzas especiales están a punto de entrar, no se mueve nadie. ¿Que vais a hacer? ¿Nos van a disparar como dispararon a a tu papá? -cuestiona burlón-
Denver le propinó un golpe y salió corriendo, Ezeiza trato de seguirlo pero Helsinki la freno
— Déjalo, no pueden saber que estás aquí...
Salió agitando una bandera blanca, en señal de paz y tiro las cajas sin bajar la bandera. Los nervios consumían a Ezeiza, sintió un poco de miedo de perder a Denver al ver como todos los fusiles se dirigían a su cabeza, por un momento creyó que Tamayo no respetaría la bandera blanca, pero se llevo una sospresa al ver que lo había hecho.
En el hall principal, El profesor le informaba a Tokio que Rio ya se encontraba en España, eso había tranquilizado un poco a Ezeiza, pues tanto esfuerzo y tanto desperdicio al menos había servido de algo.
Tokio, Palermo, Helsinki, Denver y Ezeiza se abrazaron eufóricos. El profesor conecto una llamada con la carpa a Ezeiza, la cual se estremeció al escuchar esa voz tan conocida para ella...
Alicia Sierra, su colorada.
Estaba utilizando a la madre e hija de Lisboa como punto débil, un estilo clásico de manipulación, el cual usaba bastante a menudo. Mientras, en la galería, Palermo golpeaba a boca jarro a Gandia.
Luego de escuchar la llamada, se enteró las razones por las cuales lo había hecho, espero a que todos se duerman y busco a Gandia, lo desato y lo subió a lo más alto, atándolo cabeza abajo. Los gritos del calvo despertaron a sus compañeros, Nairobi fue la primera en correr en su busqueda.
— ¡Loca! ¿Que cojones haces? -grita la morocha-
— Me encargo de que este pelado pelotudo aprenda a respetar a las mujeres -responde Ezeiza mientras usaba los genitales y el estómago de Gandia como bolsa de boxeo-
Helsinki corrió hacia Ezeiza, poniéndola sobre su hombro para evitar que continúe golpeando al pobre Gandia, el cual estaba rojo e inconsciente por la sangre en su cabeza y los golpes de la Argentina. Una vez bajaron a Ezeiza, los gritos y reproches de su mujer no se hicieron esperar.
— ¡Me chupa un huevo! ¡Nadie le va a pasar por encima a mi mujer mientras yo este viva! -vocifero Ezeiza-
— ¡Yo no te he pedido que me defiendas! ¡Madura y comportate como una adulta, niña tarada! -responde Nairobi-
Ezeiza, cansada de la discusión se dio vuelta y se fue, ignorando los gritos de Nairobi, la cual inclusive amenazo con dispararle, pero fue en vano ya que no logro detener a esa tan terca Argentina.
MILICIA
— Señoras y señores van a entrar -informa Palermo- y todos sabemos muy bien lo que eso significa, me encantaría tener más información, pero no la tengo...
— Así que nos queda un solo camino... utilizar la violencia como método disuasorio -agrega Ezeiza-
— ¿Cómo? -pregunta Tokio-
— Que ni bien veamos el primer blindado lo vamos a cagar a tiros y lo vamos a hacer retirar -responde Palermo, mientras Ezeiza destapaba su artillería-
— ¿Eso te lo ha dicho el profesor?
— No, por que perdimos contacto con el profesor-niega Ezeiza- y no sabemos muy bien si fue un problema técnico o si es algo más grave, el asunto es que estamos solos, y que nosotros estamos a cargo ahora
Tener a Ezeiza y Palermo juntos era incluso peor que tener a Ezeiza y Berlin juntos, ambos eran dos locos maniáticos que no teníamos nada que perder en la vida, lo cual los volvía aún más peligrosos.
— A ver, un momento... no sabemos por donde van a entrar, ni si lo van a hacer con blindados, descolgandose por las ventanas o por las putas alcantarillas ¿Donde coño vas a lanzar esos misiles? -pregunta Tokio en frente de Palermo- ¿Nos hemos vuelto locos o que? Chicos, no me jodais eh -bisbiseo al ver que nadie se oponía a las reglas de aquel ingeniero y de la sargento- Ahí afuera esta nuestra gente, hemos entrado aquí lanzando dinero no bombas, esa nunca sería una estrategia del profesor, el intentaría ganar tiempo...
— Así que "Doña gatillo fácil" ahora propone ganar tiempo ¡Que curioso! -se burla Palermo-
— ¿Sabes que es lo que creo, Tokio? Que vos tenes muy claro que si sacamos los antitanques no te van a dar a Rio -susurra Ezeiza- Acá no se trata solo de Rio, somos muchos más y yo no puedo permitir que maten a mi banda y que hayan usado mi plan en vano... ¡Que nos van a quemar con nepal! ¿Que carajo les pasa? -grita Ezeiza-
— ¡Vamos, despiértense! -grita Palermo-
Todos comenzaron a acercarse a agarrar armas, decepcionando a Tokio.
— Cariño, yo lo siento por tu historia de amor, pero ahora toca defenderse -comenta Nairobi en dirección a Tokio-
Ya no había tiempo para el amor, era matar o morir. Y ni Palermo ni Ezeiza estaban dispuestos a morir por un cuentito de hadas.
Mientras los minutos pasaban, la policía ingresaba, pero gracias a la picardía y viveza de Ezeiza, ganarles fue más fácil de lo esperado. Los encerraron en una celda de láser, los desnudaron y los obligaron a cantar el Bella Ciao. En el video se llegaba a ver un Dalí, Alicia analizando el video descubrió un tatuaje que rápidamente identificó, pues era de ella...
Emilia Gonzalez.