𝚃𝟸𝙴𝙿: 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘

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La banda se dividió para cubrir las zonas importantes del banco. Nairobi y Tokio al despacho del director, Palermo entreteniendo a los rehenes, el resto acomodaba las cosas, Ezeiza simplemente esperaba el momento exacto en que todo se iría a la mierda.

Mientras Ezeiza admiraba el panorama logro divisar a Tokio y Nairobi, las cuales estaban siendo acorraladas por los escoltas del gobernador.

- ¡Suelten las armas! -grito Ezeiza apuntando a los escoltas-

Segundos después llegaron Estocolmo, Helsinki y Palermo.

- Señores, me presento. Mi nombre es Ezeiza y soy la autora Intelectual de este crímen, el es Palermo el atracador al mando... les rogamos, que apunten a nuestros pechos, somos los bancos más valiosos...

- a ellas -ordena Gandía, el guardia personal del gobernador-

- Bueno, veo que tenemos unos segundos antes de empezar así que vamos a hablar de anatomía ¿Qué les parece? -cuestiona Palermo, Ezeiza lo miro intenso fusilarlos con la mirada. Ese hombre no sabía quedarse callado- El ser humano tiene dos ojos, y a diferencia del camaleón los presenta fijos y en la parte frontal del rostro, esto los deja en franca desventaja antes de empezar un tiroteo ¿No les parece?

- Dispara y tendrás dos tías muertas -informa Gandía-

- Te hablo puntualmente a vos, Gandía... que vas todos los domingos a las prácticas de tiro, que compras revistitas de armamento, que llevas toda tu puta vida esperando este instante para convertirte en un héroe, yo te recomiendo que pienses mucho en Marisa, que visualices el angelical rostro de tu hijo Juanito... y que bajes el arma muy lento, hijo de puta -ordena Palermo, Ezeiza le hizo señas de que pare -

Si bien nunca le importo mucho poner en riesgo su vida, pero se trataba de la vida de dos compañeras, una de ellas, su mujer.

Gandía comenzó a bajar lentamente su arma, pero de un segundo a otro, todo se descontroló. El le disparó a Palermo y la lluvia de balas no tardó en llegar.

En ese momento el profesor se dió cuenta de que ese golpe iba a ser muy diferente al de la fábrica de moneda y timbre, por qué este no había salido de su cabeza ni había tenido tiempo suficiente para hacerlo suyo, si hubiera tenido un botón para darle rewind lo hubiera hecho en ese mismo instante...

Pero no lo tenía.

Palermo tenía los ojos llenos de vidrios, ninguno sabía que hacer y Tokio intento tomar el mando, parecía que se había olvidado que tenía una médica profesional en la banda.

- Tokio, déjame a mi -pide Ezeiza- Soy profesional, déjame a mi...

- No, no hay nadie mejor que yo... -niega Tokio-

El Argentino decidió que de sus ojos se iban a ocupar después, que tenía cosas más importantes y se levantó de la camilla, del brazo de Denver salió caminando de la sala.

En el hall principal, Nairobi buscaba voluntarios junto a Bogotá.

- Un momentito de atención por favor, hemos colocado 460 kilos de explosivos, en puertas, en ventanas, en todas las entradas y en todas las salidas, de modo que si alguien quiera escapa ¡bum!, lo hará... por partes -informa con un tono de voz elevado, de líder- no merece la pena, es verdad que estamos obligados a permanecer juntos algunos días, pero durante este tiempo nosotros les protegeremos a ustedes y ustedes nos protegerán a nosotros...

- De igual manera, si alguno se pasa de pillo... algunos de mis compañeros y yo, no vamos a dudar ni un minuto en volarles la cabeza de un tiro -se entromete Ezeiza- ahora sí, se pueden sacar los antifaces...

- Ahora que nos vemos las caritas, les presento al señor Bogotá que va a elegir a cuatro voluntarios...

[...]

Ezeiza ya había terminado su trabajo, no sabía que más hacer ya que todo estaba tranquilo por el momento, así que bajo a fundición a ver qué tal. Se encontró a Nairobi de espaldas, por lo que se acercó sigilosamente y primero susurro sobre su oído para luego abrazarla.

- Hola, morocha hermosa -susurra Ezeiza tomando a Nairobi por las caderas para pegarla a su cuerpo-

- ¡Ay! me has asusta'o... Hola, cariño... -saluda dándole un beso rápido- ¿Que tal todo allí arriba?

- Tranquilo por ahora... ¿Y acá?

- Un éxito...

- Después lo celebramos, morocha...

Hola, perdón por desaparecer!

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𝐌𝐢𝐥𝐢𝐜𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora