— Hija de puta... -susurra Alicia-
Una pequeña risa malvada se libero de su garganta, puta Argentina de mierda.
Tomó el teléfono de la carpa y llamo al interior del banco, esperando comunicarse con ella.
— Al habla Palermo ¿Con quién tengo el gusto? -responden del otro lado-
— Pásame con Emilia
— Lo siento, no tenemos ninguna Emilia aquí dentro; Y en caso de tratarse de un rehen, lamento informarles que no tienen acceso a comunicación
Palermo le hizo señas a su amiga, pues reconoció aquella voz tan misteriosa y atractiva.
— Que la he visto en el videillo que han enviado... ¡Por cierto, que poético! -exclama cargada de ironía!
'¿Quién es?' cuestionaba Emilia mediante señas, tratando de que su amigo fuese capaz de comprenderla, con la intriga a flor de piel ya que no tenía idea de el peligro al que se enfrentaba.
Sin decir una palabra le tendió el teléfono, haciendo la señal de la cruz, dando a entender que estaban jodidos. Tapados de mierda hasta el cuello.
— Ezeiza ¿Con quién me comunico?
— Milia... -susurro-
Aquel susurro logro removerle el interior, como si hubiera sentido un escalofrío en toda su espalda. Reconoció esa voz y el mundo se freno a su alrededor, su mente se lleno de recuerdos y emociones reprimidas, logrando despertar una parte de su cerebro que llevaba apagada un largo tiempo.
Por otra parte, en el piso de arriba.
Palermo subió las escaleras resoplando, y susurrando, le rogaba a Dios que por favor Alicia sea un salvavidas y no un misil que los hunda aún más de lo que ya estaban, puesto que de hundirse más ya no podrían volver a flote. Al entrar a la librería donde todos sus compañeros se reunían planificando que pasaría en las procuraré horas, el golpeo un estante, tirando todo al suelo.
— ¡Eh! ¿Qué pasa? -cuestiona Nairobi-
Palermo la ignoró.
Nairobi recordó que él se encontraba von Ezeiza, por lo que automáticamente relaciono que era algo que tenga que ver con su mujer. Bajo las escaleras lo más rápido que pudo y la encontró parada en el medio del salón, con el teléfono en el oído y una ligera voz del otro lado, era una mujer, lo reconoció al segundo.
— ¿Milia? ¿Milia, sigues ahí?-alcanzo a oír el susurro y esa voz la lleno de recuerdos-
Alicia Sierra ¿Qué hacía Emilia comunicándose con Alicia Sierra? Su mente se lleno de preguntas y decidió que se quedaría allí a escuchar hasta el último segundo de conversación.
— Lo siento, debe estar equivocada. Mi nombre es Ezeiza -contradice Emilia-
— Emilia, conozco tu voz hace años, no puedes mentirme a mí, no a mí... Dime ¿Que haces con esa panda de capullos, mi pequeña?
— Inspectora, si no tiene nada interesante de que hablar, colgaré -se endureció-
— Milia, vuelve a casa... Haré que salgas, y nonte quedaran cargos, lo juro... Solo... Solo vuelve a casa por favor, han pasado muchas cosas y te necesito... Te necesitamos -susurra, triste casi suplicante-
— Alicia, lo nuestro murió hace años. Estoy casada, respeta -corto la llamada-
Al oír el ruido de los borcegos chocando contra el piso fue consciente de que no se encontraba sola, vió a Nairobi correr y supo que había oído todo, corrió tras de ella.
— ¡Amor! ¡Amor, para! -la agarro del brazo-
— ¿Alicia? ¿Lo nuestro murió hace años? ¿Estuviste con la puta policía que intento asesinarme y no me lo has dicho? ¡Eres igual de mierda que ella! -vocifero Nairobi, llamando la atención de todos sus colegas- ¡No puedo creer que perdí años de mi vida, renuncié al sueño de mi hijo por ti, por ti tía! ¿Y así me pagas, ligando con la puta inspectora?
Tokio se metió
— ¿Nairobi, que dices?
— ¡Que esta puta loca ha estado con la mismísima Alicia Sierra, la puta inspectora!
— Fue hace años, Nai... Te lo juro por mi vida que fue hace años -trata de explicar-
— ¿Es coña, verdad? -cuestiona Tokio, sin poder creérselo-
— Fue hace años cuando recién arrancaba mi carrera de guardia... Tokio, te juro que no miento -suplica por que alguien le crea-
Al ver que decir la verdad no resulto, apago todas sus emociones y se enderezó, volviendo a su compostura militar.
— Nairobi, si no le crees me da igual. Sos libre de hacer lo que quieras -se saca el anillo de casamiento- Ahí te dejo el anillo por si queres separarte de mí, ya me da lo mismo -se lo tiro al piso- Por el momento, me voy a enfocar en sacarmos vivos de acá, aunque eso implique volver a empomarme (1) a Alicia Sierra
Se dió la vuelta, acomodó su fusil y bajo las escaleras, a cumplir su ronda con los rehenes.
Volvimos con Milicia
1: tener sexo
🖤