Capitulo 4. El Alacrán y la Víbora

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Elon.

Cuando llego al ático, todo está en silencio.

Siempre he odiado el silencio, mi padre solíacastigarme con él, si traía una mala nota. Hacía que ni mi madre ni losempleados me hablaran y la ley del hielo se mantenía hasta que traía lacalificación perfecta. Lo que me hizo ser perfeccionista conmigo misma y misesfuerzos se volvían el doble. Me apliqué tanto, que siempre, antes de estudiarjunto a Etter, mantuve los promedios más altos.

Reviso el lugar; es lujoso y hermoso. Tiene tonososcuros y ventanas que muestran la maravillosa vista, el piso es de maderapulida.

Subo las escaleras y descubro una oficina, dos baños ydos habitaciones enormes, la primera está vacía, ni un solo mueble en ella; yen la segunda se encuentra Etter dormido, cubierto por sábanas de seda. Lahabitación estáoscura, pero veo perfectamente gracias a la luz natural justo en el espaldar dela cama, el enorme cristal que asemeja a una pared me permite ver la ciudad.Simplemente podría dormir boca abajo y abrir los ojos para ver el amanecer.

Me acerco hasta su cuerpo dormido y lo zarandeosintiendo como las comisuras de mis labios se esfuerzan por no reír ante suexpresión disgustada.

—¿Qué demonios quieres? ¿Acaso no ves que estabadurmiendo?

—No deberías recibir así a tu esposa. —Digo en cambio,sonriendo.

Golpeo un par de veces su mejilla en lo que deberíaser un gesto dulce, pero en el que aplico un poco más de fuerza de lanecesaria.

Gruñe alejando mi mano de su rostro.

—¿Dónde se supone que voy a dormir? —Pregunto.

—¿Para eso me despertaste?

—¡No! —Exclamo alargando la O. —Solo quería darte unbeso de buenas noches.

Rueda los ojos ante mi sarcasmo.

—Solo hay una cama, yo duermo de este lado y tú deese. —Dice señalando el espacio junto a él.

—Dime, que solo estás jugando. —Rumio.

—Por supuesto que no. —Esponja su almohada y vuelve aacomodarse para dormir.

Molesta suelto la maleta en el piso y rodeo la camapara subir de mi lado y empujarlo con fuerza, el hecho de que esté distraído mepermite tumbarlo de ella.

—Puta mierda. —Se levanta con un gesto cabreado delsuelo.

—Si que lo es. Ve a la sala o ¿Yo que se? Pero yodormiré aquí.

—Y yo también. —Rebate.

—Mira, Etter. —Me bajo de la cama y llego hasta élpara mirarlo a la cara, aunque es varios centímetros más alto que yo. —Noquieres conocerme molesta.

—No, Elon. Tú no quieres verme molesto a mi. —Amenaza.

—¡Perfecto! Pues entonces... me largo.

Comienzo a caminar hasta la puerta de la habitacióncuando sus manos toman mi cintura y me alza como si nada para lanzarme en lacama con fuerza. Obvio, el hecho de que solo está en bóxer como el día delhotel.

IMPERIO DE TITANES [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora