Capitulo 26.

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Amor

Elon

Etter me ayuda a quitarme el vestido con sumo cuidado,incluso se desviste el mismo con una delicadeza que me hipnotiza.

Abre la botella de vino y le da un trago largo, en unsímbolo de brindis que yo no sigo pues estoy muy ansiosa como para beber. Unavez me encuentro desnuda en la cama y acostada boca arriba, me sorprendo cuandoEtter voltea la botella levemente y vierte parte del vino en mi abdomen, memira con deseo y con adoración mientras se inclina sobre mi cuerpo para pasarla lengua por mi piel, lamiendo el líquido en el trayecto.

Gimo sin previo aviso. Mirarlo beber de mi cuerpo esla cosa más erótica que he visto en mi vida. Y el hecho de que me haya dadoesta boda ficticia, este momento romántico en el que no me falto ni siquiera lapresencia del cura porque él estaba a mi lado, hace latir mi corazón a un ritmodesbocado; por él.

Etter vuelve a verter vino en mí y sigue bebiendo enmi piel, absorbiendo el líquido mientras muerde, succiona y lame cada área enla que moja. Cuando la botella está vacía toma otra y luego otra, al punto enel que después de largos minutos, ambos estamos mojados y pegajosos de vino.Deteniéndome de rodillas frente a él, acerco mi lengua para al fin lamer ellíquido en su piel y lo hago en su pectoral, tomando su pezón entre mis labios ytocando su miembro con pequeños roces de mis dedos que lo hacen gruñir.

Acaricio su pene con mis manos y masajeo sus bolas,pegando mi boca a la suya en un beso lento y arrollador. Sus manos se detienenen mis glúteos apretándolos mientras me besa, antes de hacer lo mismo con missenos.

Me acuesto de nuevo llevándolo conmigo, dejando que supeso me aplaste un poco contra la cama mientras una de sus manos primero va asus labios para mojar sus dedos con su saliva y luego se abre camino entre mispiernas para acariciar mi sexo.

Jadeo con mi boca a centímetros de sus labios, loscuales no tardan en unirse a los míos. Como si fuesen imanes y no pudieranpermanecer separados.

—Etter, por favor. —Le ruego—. Hazme tuya. —Pido con voz necesitada.

—Tu eres mía. —Afirma.

Sus piernas separan las mías y guía su miembro hastami vagina para entrar en ella con una lentitud tortuosa que me pone a maullar,entra en mí, centímetro a centímetro, siseando de placer tras cada apretón quemi sexo le da a su verga cada que se mueve.

Rodeo sus caderas con mis piernas y Etter posa susmanos a mis lados, extendiendo un poco sus brazos para levantar su torso ycomenzar a mover su pelvis contra mí en un vaivén enloquecedor.

Nos miramos a los ojos con intensidad, como lo hacendos almas gemelas. Azul con azul, en una guerra de imperios de titanesdonde ambos somos los ganadores.

Se mueve con calma, entrando y saliendo de miinterior, disfrutando cada movimiento como si fuese único, chilló sintiendo quede alguna manera este orgasmo que se construye poco a poco, es el más fuerte ydemoledor de todos; es especial.

Lo confirmo cuando mis músculos se contraen conviolencia y cierro los ojos involuntariamente, pero me abrazo a su pecho parano perder la cercanía ni la conexión, sintiendo los espasmos que me recorren elcuerpo y uno en específico que me recorre el corazón dejándolo en las manos de el hombre que amo, de mi esposo.

IMPERIO DE TITANES [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora