Capitulo 02

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AMALIA

El timbre suena intensamente y no sé si lo estoy soñando o de verdad están llamando a la puerta. Me doy vuelta en la cama para seguir durmiendo porque recuerdo que no esperaba a nadie hoy.

Uno...

Dos...

Al tercer timbrazo me levanto hecha una furia.

-Quien mierda tiene tanto énfasis en tocar el timbre a las ocho de la mañana- Grito mientras abro la puerta.

-Mmm que boquita tan sucia tienes pequeña Amalia-Dijo con su sexy tono de voz después que abrí la puerta y lo tenía parado frente a mí.

Claramente no era la persona que esperaba ver.

-Que quiere? Mi hermano no vive acá- Me golpeo mentalmente al decir eso porque ya lo sabe.

-Ya lo sé a eso, quedamos en que nos reuniríamos aquí para discutir algunos asuntos- Me recorre con la mirada y es cuando me percato de que baje con mi para nada recatado pijama.

-Bueno como vera aun no llego asique pase y espérelo. Siéntase como en su casa- Le hago señas para que pase al living- Yo me voy a ir a cambiar, enseguida bajo.

Y me desaparecí.

Dios qué vergüenza.

Me encierro en mi habitación y le mando un mensaje a mi hermano avisándole que su amigo esta en casa. Entro al baño me lavo los dientes, me peino y me visto.

Sencillo nada llamativo, no es mi estilo. Una camiseta, unos jeanes y unas botitas para ir a desayunar con Elizabeth está más que bien, solo me maquillo con un poco de corrector de ojeras, rubor y bálsamo labial.

Elizabeth es mi mejor amiga desde que tengo siete años, hicimos todo juntas y en dos semanas nuestra vida universitaria va a comenzar al fin. Las dos estamos contando las horas para empezar nuestros estudios en medicina en la Universidad de Cornell.

Bajo y lo encuentro muy concentrado mirando su teléfono, me llamo mucho la atención la manera que tiene de sentarse con las piernas muy abiertas.

Esas piernas...

Basta Amalia.

Volve a ser la persona centrada que eras.

No sé cuánto tiempo debo de haber estado mirándolo porque se dio cuenta y me miro dándome una jodida sonrisa de superioridad. Mierda, como podía ser que piense que estaba endemoniadamente bueno y que me cayera mal al mismo tiempo. Puse mis ojos en blanco y me acerqué al living para decirle que mi hermano ya estaba en camino.

Aún era muy temprano para mi desayuno asiqué le ofrecí una taza de café puesto que de todas formas me iba a hacer para mí.

-Señor Grey, le gustaría una taza de café- Le pregunte antes de dirigirme a la cocina.

-Henry- Me dijo por lo que yo lo mire alzando mi ceja derecha.

-Quiere o no? - No era tan difícil la respuesta.

-Pero que carácter pequeña Amalia-Sonríe mirándome fijo- Me encantaría una taza de café.

Sí, es insufrible, me dirijo a la cocina para prender la cafetera y preparar las tazas. Por supuesto él tenía que venir detrás de mí, se sienta en una de las banquetas que hay junto a la isla de mármol de la cocina y observa cada movimiento que hago.

Ok si eso es raro. ¿Porque no se comporta como cualquier amigo se comportaría con la hermana pequeña de su amigo? Ósea ignorándome.

Está bien quizás no quiero que me ignore del todo, pero ciertamente esto me pone nerviosa.

-Me ha contado Thomas que aplicaste en la Universidad de Cornell- El rompe el silencio- Vas a estudiar abogacía también?

-Si empiezo en dos semanas- Le acerco la taza de café, mientras preparo la mía- Y no, no voy a estudiar leyes como ustedes, entre en medicina.

-Impresionante, debes ser una pequeña genio, no es fácil entrar ahí.

-Lo sé, aunque no sé si podría definirme como genio, sería muy arrogante de mi parte hacerlo- El solo sonríe- Voy a ir con mi mejor amiga asique eso lo va a hacer más llevadero ambas amamos la medicina.

-Y cuéntame una cosa, pequeña Amalia-Odio que me diga así- ¿Tienes novio?

Bueno, que drástico cambio de tema.

-No, no tengo, hoy son una distracción y además no me llaman la atención los de mi edad- Observo como eleva su ceja izquierda mirándome como si le acabara dar la fórmula para la inmortalidad.

-Te gustan los hombres más grandes? - Me pregunta y ya entendí a dónde quiere ir, me acerco al mármol y apoyo mis codos inclinándome.

-No sabría decirle, nunca apareció uno por el cual me sienta ardientemente atraída- Lo veo tragar en seco- Pero supongo que si apareciera me encantaría que me enseñe todo lo que sabe.

Y justo cuando iba responderme el timbre sonó.

-Perdón, pero... debo ir a atender la puerta, seguro es mi hermano. Permiso- Y salí de la cocina dejándolo con la mirada perdida por lo que acaba de decirle. Reí para mis adentros, los hombres sí que son predecibles.

Tan pronto abrí la puerta la figura de mi hermano apareció abrazándome y dejando un beso en mi frente. Me siguió hasta la cocina donde se encontró con Henry. Le serví café y le dije que me iba a ir, que tenía un compromiso.

El por supuesto frunció el ceño, pero no me dijo más.

Supuestamente él y Henry iban a revisar unos papeles relacionados con el testamento de nuestra madre y algunos asuntos legales más. Antes de salir mi hermano mientras se dirigían al living me informo que solo iban a quedarse un par de horas pero que mañana quería almorzar conmigo.

Yo asentí y le tiré un beso.

Cuando estaba por abrir la puerta, su voz resonó por todo el lugar...

-Nos vemos pequeña Amalia, pórtate bien.

Ni siquiera le respondí, solo me fui. Ya empezaba a resultarme molesto la forma en que se burlaba de mí.

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