Capítulo 22

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HENRY

No dimensione lo mucho que iba a dolerme estar lejos de ella, hasta ahora que lo estoy.

Sé que debí terminar esto antes, de hecho, nunca debí comenzarlo, pero lo hice y ahora tengo que dejarla porque todo lo que trate de retrasar para que no pasara está llegando en unas horas.

Y es casi irónico que yo, que nunca sufrí por ninguna mujer este roto por tener que dejar a la que termino por hacerme caer a sus pies, de la que me enamoré. De la que me dejó en las nubes con solo mirarme, que me dejo hacerla mía, porque si, ella era mía y única.

Tendría que haber hablado con ella y dar la cara, contarle el porqué de mi alejamiento, han sido los peores diez días de mi vida, nunca tomé magnitud de lo mucho que me dolería a mi este distanciamiento, pero los tendría ya no sirven, soy un cobarde egoísta que lo que estoy buscando es que me odie para así saber que no voy a volver a tener una oportunidad con ella.

Porque de saber que la tengo todo el esfuerzo monumental que estuve haciendo todos estos días para no ir a buscarla se iría jodidamente a la mierda.

Emily mi prometida está por llegar y por más que trate de retrasar o cancelar mi compromiso con ella fue imposible. Ahora estoy atrapado porque antes, nunca me había enamorado.

Pero así es la vida, no siempre tenemos todo lo que deseamos y queremos.

Ahora estoy en mi oficina mirando mi teléfono y escribiendo y borrando por décima vez el mensaje que sé que debo, pero no quiero mandar.

Henry [8:30]: No puedo seguir con esto, Amalia perdóname.

Listo, no hay vuelta atrás.

Cuando ella lea esto probablemente me va a odiar más. Lo único que espero es que esta noche no vaya a esa bendita cena benéfica porque sería peor de lo que ya es si me ve con Emily ahí.

Que jodido imbécil que soy...

AMALIA

Estoy entrando a la universidad y recibo un mensaje de Henry, me siento en el banco más cercano que encuentro, estoy nerviosa, hace más de una semana que no sé nada de él.

Henry [8:30]: No puedo seguir con esto, Amalia perdóname.

Esto debe ser una broma, no puede haberme mandado ese mensaje. Lo llamo, pero no me contesta por lo que le mando un mensaje, su respuesta no tarda en llegar.

Henry [8:35]: Perdón.

No puedo creer que me haya terminado por mensaje, que clase de persona hace eso. No puedo evitarlo y rompo en llanto.

Lloro de impotencia, por no saber que paso, porque de su cambio. No puedo entender porque no habla conmigo y no puedo parar de llorar.

Quizás todo lo que estuve aguantando estos diez días ya no pude contenerlo más.

-Amalia estas bien? - Esa voz, se quién es, pero no puedo mirarlo o hablar- Mírame, ¿Dime que te paso?

-Yo... yo- Vuelvo a romper en llanto y siento como me atrae hacia él y me abraza. No sabía lo mucho que necesitaba un abrazo hasta este momento.

-Tranquila, todo estará bien- Siento como acaricia mi espalda e increíblemente eso logra calmarme un poco.

-Profesor, perdón. Qué vergüenza, le arruine el saco- Él sonríe.

-No te preocupes por eso. ¿Estas mejor? - Vuelve a sonreír y seca de mis mejillas las lágrimas que seguían cayendo.

-No sé, siento como un dolor en el pecho. Yo no.... no... - El me mira preocupado.

-Ven conmigo- Toma mi mano y empieza a caminar hasta el estacionamiento por lo que deduzco que vamos a su auto.

-Espere profesor, donde me lleva? ¿Usted no tiene clases? Yo no quiero que tenga problemas por mí. ¿Qué haré yo con mis clases? - Las lágrimas vuelven a salir.

-Tranquila, respira- Me dice - Te voy a llevar al lugar que a mí me da paz. Y no te preocupes por mi hoy solo vine a hacer papeleo y por tus clases yo te las justifico luego- Yo solo asiento- ¿Vamos?

-Sí, Vamos- Le digo un poco más calmada.

Nos subimos al auto y durante el trayecto ninguno dice nada, noto como cada tanto me mira de reojo. Estoy aturdida, no entiendo nada.

No entiendo a Henry.

Llegamos al hospital donde estuve internada y recuerdo que él me contó que es jefe de neurología aquí.

-Ven conmigo- Yo asiento y lo sigo.

Entramos al elevador y al salir caminamos por un pasillo hasta llegar a una galería. Me quedo asombrada con la vista del enorme quirófano donde se está realizando una cirugía.

No puedo ocultar la felicidad que siento, este es mi sueño. Jamás había visto uno de verdad y él tiene razón este lugar me da paz.

No puedo evitar mirarlo con una sonrisa que no me entra en el rostro, el me mira y me sonríe también.

Nos sentamos a observar la cirugía que dura dos horas, en ese tiempo me cuenta de los procedimientos que el cirujano está realizando. Yo todo lo miro asombrada como niña pequeña.

Cuando la cirugía termina nos quedamos un rato en silencio, hasta que decide que ya es momento de preguntar que me sucedió hoy por la mañana.

-Amalia quieres contarme porque te encontré así hace unas horas? - Yo lo miro sin saber que decir, probablemente debería decirle la verdad del porqué de mi llanto, no tengo ganas de inventar ninguna historia.

-Podríamos decir que me han roto el corazón terminando conmigo por mensaje- El me mira serio.

-Eso es de cobarde- Quiero volver a llorar- Fue el hombre que te fue a buscar a Alemania verdad?

-Si fue el- Mis lágrimas empiezan a salir- Supongo que no fui suficiente para él. No soy la clase de mujer que el acostumbra a tener.

-Nunca y escúchame bien Amalia le des el gusto a un hombre de llorar por él y menos si no lo merece- En una suave caricia limpia mis lágrimas- Tu eres la mujer más inteligente, capaz e insanamente hermosa que he conocido, si el no pudo ver eso, el idiota es el, no fue que tú no eras suficiente. Nunca te menosprecies así, tienes que saber lo que vales.

No lo pienso porque de hacerlo probablemente no lo haría, lo abrazo. Lo abrazo fuerte tratando de demostrarle mi agradecimiento por todo lo que hizo por mi hasta ahora.

-Gracias- Susurro, pero aun así me escucha y aprieta su abrazo.

Cuando nos separamos miro la hora y son las cinco de la tarde y me doy cuenta que ya debo irme. Tengo que ir a casa a ducharme y cambiarme para asistir a la cena benéfica a la que mi hermano insistió que vaya.

Se ofrece a llevarme y una vez en casa me ducho me visto con un vestido negro como mi estado de ánimo, ceñido al cuerpo hasta las rodillas y con una abertura hasta arriba del muslo. Uso unos zapatos rojos y un maquillaje sutil con mi pelo suelto y con algunas ondas.

Tomo un taxi y a los veinte minutos ya estoy dentro. Ubico la mesa que nos toca y veo ya a mi hermano, Molly y James, quienes me saludan muy afectuosamente.

Me doy cuenta que Henry aún no llego, James me acerca un trago que gentilmente se había ofrecido a buscar y mi teléfono vibra con un mensaje.

Es Henry.

Henry [20:35]: Perdóname Amalia.

No entiendo hasta que levanto la vista y lo veo entrar.

Siento como si el cuerpo me fallara y quisiera caer. Por instinto me agarro de la mano de James que me mira y no duda en sostener.

No puedo creer lo que estoy viendo...

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